domingo, 19 de mayo de 2013

EL DIABLO ES PUERCO (62)

EL DIABLO ES PUERCO (62)

Una bella obra de arte trajo recuerdos, que quiero dejar por aquí, para mi, para ti, para el tiempo, para los padres que confían en los demás, porque sí, porque se me antoja escribirlo, deseo hacerlo y punto. 

Descubrir nuestro cuerpo en épocas anteriores, y puedo decir que cuando estaba niña, era el peor de los pecados, siempre quería verme al espejo a partir de que mis pequeños senos empezaron a crecer y tenía  extrañas sensaciones, imaginaba historias y hablaba sola con todos los príncipes que llegaban en caballos de diferentes colores por ésta princesa. Si en aquélla época las hubiese escrito, tal vez estaría sobre un asador en las pailas del infierno.

Me colocaba los brasieres de mi madre, de esos Leonisa tan bien armados que ahora los están ofreciendo de nuevo, como paracaídas especiales después de las cirugías mamarias, ¡es que la gente de antes sí que era sabia!, y no lo creerán ahora,  los rellenaba con trapitos y así salía a la calle.

Vivíamos en Bucaramanga, me fui de coqueta a visitar a unos primos, a la familia de mi tía Aminta y  uno de ellos metió la mano y sacó mis trapitos ¡jajaja!, salí corriendo a llorar y esconderme de la pena, creí que me dirían que estaba grande, que ya era una mujer hecha y derecha, pero sólo fui parte de sus carcajadas.

Alguna vez me unté merthiolate, una tinta roja para sanar heridas, en mis florecidas, creyendo que esto haría que mis pechos parecieran los de una mujer completa, pero para mi desgracia, me estaba viendo al espejo y mis hermanas mayores me descubrieron, se mofaron, me agarraron a la fuerza cuando quería taparme con mis brazos, y el regaño me hizo sentir como la más sucia de las mujeres, tal vez una pervertida.

Ésta imagen con una mano sugerente que dice mucho y sin más señales, decir sí, nuestro cuerpo hermoso no tiene falla alguna, Dios hizo todo perfecto pues creo en Él, cada sensación es maravillosa, y nos regaló unas manos que alivian de vez en cuando los calores de la vida, claro que sin abusar, sin llegar a decir que ninguna mujer se masturba, porque ésta sería la falsedad más grande, nada de hipocresías, ni mentiras, es parte de la naturaleza humana, hasta los animales lo hacen cuando están solitarios, entonces nos enseñaron que pecado era todo, una sensación, que te mires al espejo y descubras cómo es tu cuerpo, pero poco te dijeron de los peligros de la noche, muy tarde tal vez, cuando algunas mujeres en medio de tal lobreguez, fuimos abusadas por personas en quienes nuestros padres confiaron, es triste recordar esos momentos tan oscuros,  y a los 15 años le conté  a mi padre, cuando él empezó a decir las cosas con claridad, pues parecía que era la hora de que nos enteráramos, no sabía como decir ciertas vainas, no tenía el conocimiento, sólo recordaba que le tenía mucho pavor a la noche y a la soledad,  y a cierta persona que siempre estuvo con nosotros, a estar en un cuarto sola, a dormir, veía monstruos, gatos negros, manos negras, sombras oscuras, todo era tenebroso y sentía mucho miedo, que sólo después de escribir tantas tonterías por ahí, me ha ido pasando.  

Ronquidos que apestaban a cerdo cerca de mi pequeño cuello, y me levantaba con la sensación de ardor y deseos de orinar, o casi siempre me orinaba en la cama, pero no sabía cómo contar cosas que estaban ahí en mi mente y en mi cuerpo, hasta que ese día le dije a mi viejo sobre esos manoseos, y los paseos donde el tipo delante de mi padre en su volqueta, me obligaba a estar sentada sobre sus piernas, y cuando quería decir no, me apretujaba con rabia y me sacudía con fuerza, pero mi viejo con su alma limpia sin esa malicia, siempre veía al frente y me decía que no molestara, “estése quieta mijita” –recuerdo sus palabras- y su ira y dolor se manifestaron,  nunca imaginó que sus princesas estuvieran expuestas de esa manera, pero sí, lo digo, lo repito, no es bueno que los padres confíen tanto, las niñeras muchas veces también abusan de los niños,  y entonces nuestra tarea como madres es estar con ellos, pero la maldad no tiene rostro,  y siempre un niño por ahí, está expuesto al depredador.  Siempre hay que desconfiar de los hombres,  nada de amigos en nuestras casas cerca de nuestros bebés, siempre malicia indígena, y muchas veces en quien más confiamos, el amigo de amigos, es quien nos clava la puñalada fatal, y no podemos descartar a las mujeres pues también las hay pervertidas y malvadas.

Pero ahora, todo era tan sencillo, ni siquiera hacer el amor pasaba por mi mente, a lo que llaman “hacer el amor ahora”, que es sólo tener relaciones sexuales, pues bien, ni siquiera eso sabía, llegué alguna vez a gritar porque un perro se quedó pegado con la perrita y formé tremendo escándalo, no comprendía el porqué la gente me mandaba a callar y mi tía Severa que era quien me acompañaba pasaba colores y me tomó del brazo: ¡“Cállese muchachita…!,  vayámonos para la casa”!, y yo seguía gritando: ¡Pero tía, por favor ayudemos, mire que se van a morir, están pegados!, y cuando repetía, allá cerca de la  escuelita de Las Flores en Zapatoca, la gente empezaba a reír a carcajadas y me fui muy angustiada sin recibir respuesta alguna. Era tal la ingenuidad, que ahora nos sorprenden los chicos, saben todo y hasta más, y me parece genial, lo malo es el abuso que dan a sus conocimientos y de que a pesar de tantos saberes, los están aplicando de una manera perjudicial para sus vidas, cuando veo niñas de 11, 12 años embarazadas, y en aquélla época, recuerdo que mi madre decía que la abuela se casó  siendo una niña, esto no tenía ningún problema, así eran las costumbres, y las pobres niñas tal vez serían informadas por sus madres un día antes de la luna de mierda, lo que les esperaba realmente.

Ahora que tienen tanta libertad, que conocen tanto de la vida, pues todo está bien explicado sobre su cuerpo, cada sensación, cada consecuencia,  entonces más la embarran, tienen la oportunidad de cuidarse de un embarazo, pero prefieren asesinar a sus hijos una vez están en sus vientres. 

Invito a las chicas a que asuman la maternidad como un regalo Divino, hay muchas parejas que no pueden tener hijos y los desean, pero nunca la opción de matar a nuestros bebés sin darles la oportunidad de ver la luz de un nuevo día.

Si alguien me hubiese hablado de que la sexualidad es lo más natural, cuántas veces mi amor, te hubiera entregado lo que soy sin remilgos, pero las caricias están ahí, sin negación, sin ser pecado ni perversidad y siempre las recordaré, así como a tus lindos ojos negros y aquélla única vez, si ahí… donde fue tan extraño todo, que sólo corrí a limpiarme asustada, para ver sólo una pequeña mancha escarlata que delató que los abusos fueron manoseos oscuros en mi niñez.

Creo que hoy descargué una gran roca de mi corazón, no me importa lo que digan, lo que piensen, únicamente me importan los niños y niñas que están por ahí, ya soy una persona adulta tirando a la ancianidad, y bueno, agradezco a la vida por cada oportunidad puesta en mis manos de manifestarme con una letra, una palabra, para que a muchas personas no les suceda lo mismo, a pesar de que mis padres fueron lo más  maravilloso que he podido conocer, tantos hijos, 17 cagones jodiendo y brincando por ahí, y entonces  sólo les digo: “No confíen en esos familiares o amigos, o personas extrañas que aposentan en sus casas…  y menos en madrastras para sus niños, ¡qué fatales historias veo a diario!, ninguna mujer reemplazará a la madre, ni aquí ni en Cafarnaúm,  y todo niño está expuesto … “El diablo es puerco”.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 19/13
















ZAPATOCA QUE SE RESPETE (63)

ZAPATOCA QUE SE RESPETE (63)


Bueno tocó. A mi padre le disgustaba que yo dijera que él no era "palo blanco", sino que veníamos de los "pepihiguirillo", pero me enteré por mi tía Tulia, que descendemos también de los "ranas" o "ruanos"; si él estuviera aquí, imagino que estaría atacado de risa, pues nadie niega las pecas, que también se pasan de generación en generación, ni tantas cabelleras rojas ni ojos azules y verdes.


En Zapatoca por haber tantos apellidos repetidos, cruces entre familias, aunque imagino que eso ha cambiado ahora; para poder distinguir a una familia Rueda, de otra, se inventaron los apodos, y mi pueblo hermoso se distingue de todos los pueblos de Colombia por ésta pequeña y graciosa frase:  "Zapatoca que se respete, lleva con cariño un remoquete", y nadie se disgusta por esto, pues es parte de nuestra cultura.

Hay unos apodos tan graciosos, pero nadie distinguiría una familia sino es por ellos.
Tenemos fama de tacaños, una fama que poco veo en mis paisanos, ya que somos personas generosas, sólo que nos gusta ahorrar, no todo es para vanidades, pensamos en el futuro, pero en este futuro se quedaron los ahorros de muchos de mis paisanos, en una historia dolorosa donde alguien decidió hurtar su dinero y volar con los sueños de tantos seres humanos bondadosos. Esos pesitos para la vejez, con toda una vida de sacrificios y sudores, a muchas personas que confiaron en una empresa, en un  ser engañoso, en un banco; esas tristezas llevaron a la tumba a muchos de ellos, en un relato de vergüenza y dolor, y todos saben a lo que me refiero. 


Los centavitos siempre se apartaban, porque metódicos en sus gastos, honestos y francos, de palabra y rodillas dobladas, eso es lo que viví en Zapatoca, gente trabajadora, fiel y sencilla, lo negativo es tan poco que no vale la pena decirlo, con un ancianato que me atrevo a decir que es de los mejores del mundo, /y no se me llena la boca, es la realidad, un parque donde los abuelos reciben amor en abundancia y que se sostiene gracias a la generosidad de miles de paisanos ricos y pobres que están regados por el mundo, demostrando que de tacaños no tenemos nada.


Nacer en Zapatoca fue lo más hermoso que me pudo pasar, y mis raíces vienen de mi Cacique Guanentá, los Guanes, una historia hermosa que nunca me cansaré de repetir.

Los historiadores de mi pueblo nos tienen bellos documentales que vale la pena ver, amañados con café caliente, con guarapo de caña, hormigas culonas, solteras de donde la mona, dulces, frutas, y rostros de campesinos humildes que se roban el corazón de quien visite mi tierra.

Se sabe de hombres que buscan esposas, mujeres leales y fieles, y en sus mentes está pasar por "Zapatoca", por si alguna dama soltera de allá acepta sus amores, será ganancia anticipada, pues son mujeres de calidad superior, como nuestro café y esmeraldas.

Hoy amanecí recordando campanas para ir a misa, de a poco olvidamos las costumbres, pero le diría a mi padre: "de que somos ranas y pepiguirillos, nadie lo puede negar, desde que nací, a los Rueda de mi padre, nos llaman Rueda Paloblanco, por la finca del abuelo que tenía éste nombre, todos los apellidos en mi pueblo tienen remoquete y lo llevamos con honor”.

No puede dejar de doler “La Cacica”, esa hermosa finca que fue de mi padre y que por buscar otros horizontes decidió dejarla en manos de mi padrino, es una pena que no quedó en la familia, y ahora dicen que vale tanto, que sólo ganándome un baloto la podría comprar. 

Allá se quedaron los recuerdos más bellos de mi niñez, el caney, los colibríes, los huevos de guañúz, los sinsontes y toches, las palomas, las corales, el cementerio de los indígenas, los besos y abrazos de mis padres abuelos y tíos.


Tal vez cuando vaya me dejen entrar y pasear por ahí, recordando un temblor terrible que abrió la tierra, y las manos de alguien que me salvaron la vida, y ese árbol en mitad del patio, siempre lleno de flores rosadas y perfumadas, ¡qué divino fue vivir esos momentos, y que duro es recordarlos!, pero mi madre me contó que las manos que salvaron mi vida fueron las de mi querida madrina, ese día estaban de visita, eran recibidos como reyes. 

Para hoy, un abrazo, el canario de mi vecino desde muy temprano cantando, ¡pobre pajarito tan enjaulado, y yo aquí penando!


Y no es mentira lo que dice mi amigo Chepe, se me acaba de quemar el agua, pues paso todo el día sentada en el computador, /será en la silla, el resto de trabajo lo hacen las “santas ánimas benditas del purgatorio”.

Otra cosita, las Zapatoca de ahora no sé cómo sean, lo cierto es que ya no somos tan juiciosas, pues el Internet nos abrió los ojos…

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, mayo 19/13