Bienvenidos a mi blog, una experiencia de sanación, proyectándonos hacia el planeta verde, y el respeto que debemos al derecho de existir de los seres que nos acompañan en éste corto viaje por la vida. Gracias por ser parte de mi pequeña historia REGISTRADO DNDA REGISTRO AUTOR COLOMBIA
viernes, 20 de septiembre de 2013
ABEJA [54]
ABEJA [54]
Abeja era mi reina
bordando cometas para el cielo,
arrugando lágrimas en días aciagos
y contenta así mi niña, con sus desvelos.
Néctar y panal unidos
mi reina entre paños húmedos,
¡cuánto dolor causó tu partida!,
entre solitarios suspiros de niña dolida
entregándose sumisa a su destino.
Violetas tus pechos amanecieron
así tantas flores aún en el desierto,
bendecir el día como la noche,
y clamar a Dios
por un descanso en tu camino.
¡Hoy me duele todo!,
tengo agitado el pecho,
y la fiebre me consume,
ardo como una llama encendida
que de a poco expira.
Mi abeja pequeña, ¡tan flor como néctar!
Entre todos los senderos espinosos
elegiste ser como ellas, tan pequeña,
bondadosa sin ser reina,
princesa que entregó por la vida todo.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 20/13
VALIÓ LA PENA [55]
VALIÓ LA PENA [55]
Siempre estamos pensando en ese día
el de nuestro regreso a casa,
tampoco tengo miedo, pero no quiero todavía,
no hasta que descubra un amor que palpite
cual toche entre los platanales.
Valió la pena cada día vivido…
Vale cada dolor de cabeza en el camino,
cada lágrima que desnuda el alma,
y vale descubrir una pequeña flor blanca
que será teñida de púrpuras, mañana.
Una cerca que no atrapa nada
pues el viento sigue entre todo,
un otoño nuevo que nos deshoja,
dejándonos tan desnudos como un roble.
Y aquí no ha pasado nada…
Un nuevo día hermoso,
la lluvia que vendrá en un momento,
la ilusión de amarte en un instante
y el náufrago que desaparece,
entre la corriente.
Vale la pena una sonrisa,
cada abrazo al caminante desnudo.
Valen los insultos pues nos limpian,
y entre todos los escombros del camino,
me quedo conmigo, que valgo mucho,
me importan los ojos mientras vean,
y los labios si con un beso
nos bendicen.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 20/13
ÁNGELES VERDES [56]
ÁNGELES VERDES [56]
¡Son tan indefensos!, pero aquí pareciera que
a nadie importan, las acosan, construyen cada vez más mundos de cemento y ellas
no tienen más opción que llegar a la ciudad, buscar cualquier rincón, hasta un
sifón de alcantarilla para esconderse, salir de vez en cuando a tomar el sol, no
reaccionan al instante por el tema de sangre fría o caliente, pasan los
vehículos por encima, les abren las barrigas para tomar sus semillas, y así
las dejan hasta que mueren.
Es una vergüenza que todavía pase gente con
tiras de sus huevos vendiéndolos como pan por las calles, y que haya
compradores, sabiendo de dónde provienen y la manera como los sacan.
Con una cuchilla abren sus vientres, como si
no sintieran dolor, y les hurtan los huevos, ante sus despavoridos ojos, y así
las sueltan para que mueran, sin amor, aterradas de ese ser que en vez de
ayudarlas y protegerlas, les quita el don de la vida, y roba a sus hijos para
convertirlos en excremento.
He visto mucha injusticia, el pueblo clama,
mientras cada día atropella más a nuestros ángeles.
Ojo a la factura, a esa le tengo miedo, una
persona que maltrata a un ser indefenso, ¿qué clase de ser humano es?
Algunas veces he tenido que meterme entre las
rocas y sus vidas, es doloroso pero real, para esto sí leyes severas, ya que muchos
lo hacen como burla pues tienen sed de sangre.
Un vehículo nos adelantó cierto día, porque mi
hermano frenó para no matar a una de ellas que corría desesperada, y quien
venía detrás de nosotros aceleró, con el propósito de matarla y lo hizo, la
dejó herida en el camino, sangrante, mientras nos hacía pistola con las manos y
reía a carcajadas.
Cada rato encuentro una, ya quedan pocas por
aquí, la mansa que recibía bocados de fruta pero se enojaban porque daba
comida, ¡en mi jardín no!, y el pobre debía cruzar la carretera para acercarse
a mi jardín, un macho gigante y hermoso,
también lo atropelló un vehículo, corría de casa en casa buscando refugio y como
si fuera un asesino, todas las puertas se cerraron, hasta las del corazón.
Cierto día, frente a mi casa, cerca de donde
vivo, una mujer adulta, hombres y niños armados de rocas y palos, atacando a un
dinosaurio de 30 centímetros, y él herido y atormentado no sabía a donde ir, lo
hice espontáneamente, los regañé por lo que hacían, sin importar sus insultos y
la tomé, se dejó como un cordero, y la subí a un árbol, después la vi con los
ojos viendo al cielo, ante la impotencia y rabia que da, al advertir que el
hombre va perdiendo la razón de ser humano, para convertirse en una bestia
malvada.
No hay temor de Dios, la gente anda ocupada en
tanta vanidad del mundo, han olvidado que no estamos solos, nuestros ángeles
nos acompañan, y también éste mundo es de ellos, mientras el instante de la
lluvia, el momento del arco iris...
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 20/13
MAR AZUL [57]
MAR AZUL [57]
Inquieta estoy ante tus olas,
burbujas de amor entre las rocas,
un dolor aqueja y es la espera
por ti decido volar y te alejas…
Besan sin temor, siendo coquetas damas
van y vienen para morir en la orilla
de una dorada y tibia cama,
en tanto la mía espera…
Mar azul,
mi sábana preferida son tus ojos,
tu mirar parecido al cielo,
ahí te copias con rayos de luna
y dejas en sus aguas un lucero.
Se agita el interior, es ardiente flama.
Que no se calme tan pronto el vendaval,
hay una mariposa que te llama,
unos labios anhelantes de los tuyos.
¡Mira pronto desde tu lejanía!
Una palmera del ayer suspira,
son besos de sal entre sus ramas,
son lágrimas, perlas vivas.
Y anhelando un beso tuyo
esperaré una invitación,
para desnuda entregarme a tu amor
azul mar, sin despedida alguna.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 20/13
AL SON DEL VIENTO [58]
AL SON DEL VIENTO [58]
No estaba sobre mis verdes ramas
sino sobre su corazón herido;
y entonces, busqué afanoso
en donde construir mi nido.
Volé hacia donde creí encontrarte
y de nuevo ramas secas,
son niños muertos bajo un lecho de rosas
y sentí llorar en vez de trinar
para seguir buscándote…
¿En dónde has quedado amor?
¿Nuestro pequeño nido quién derribó?
¿Acaso no era un paraíso soñado?
¿Quién regalaría tan malvadas manos?
Vamos a buscar un rincón bajo las rocas
sin temor a la víbora y al depredador,
tal vez allá, cerca de las olas
viviremos un día mejor.
O entre las nubes un descanso
si en búsqueda de un manto verde,
desteñidas violetas translúcidas
tan pálidas como el viento, tan tristes,
que nadie escuchará nuestro lamento.
Y a pesar de todo, amor mío,
a pesar del crudo invierno y el huracán
violento,
tal vez un rosal oculto entre las sombras,
hará volar perlas doradas,
ante nuestro asombro.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 20/13
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