lunes, 24 de diciembre de 2012

BAJO UNA ROCA (28)

Enrique Álvarez viendo hacia las montañas./12


BAJO UNA ROCA L4R (28)



Gracias al retorno, di cuenta de otros días;


las cascadas se llevaron todo lo malo,

imploré a los espíritus del bosque,
rogué a un extraño aviso sobre una flor,
escuché un tambor lejano
y unas flautas tocadas por alguien
me hicieron volar aún sin alas.

La lluvia de tus ojos sobre mi traje,
el frío calando los huesos,
y un sentimiento de libertad casi olvidado.

Sonrisas nos juntaron mientras el canto del rocío
me hacía voltear la mirada;
las rocas empapadas, pensar en ti
ausente del mundo, abrazada a tu piel.

El vaivén de las hojas besadas por la brisa,
un olor inconfundible a tierra húmeda,
el canto de miles de aves que sabían su motivo
y danzaban bajo la lluvia
correteaban tras una mariposa negra,
no apetecían más colores, y esto también lo descubrí.

Puede ser que aquéllas tienen un sabor amargo
y que su color les advierte: ¡no me toques!
Tal vez un ruego para existir unos segundos más
y volar, volar con la paciencia de las rocas
hasta un lirio encendido para morir en paz.

Camino a casa, lo vi observando los cerros...
Debajo de una piedra vive,  dice mi hermano.
El muchacho ha comprado un espacio donde descansar
y el viejo observa conmovido, pareciera triste,
pero me doy cuenta que el chico es libre
y encontró un remanso de aguas cristalinas
donde nadie hurgará su vida
y podrá sobrevivir muchos inviernos.

Se resguarda con sus brotes nuevos
donde todos hemos de hacerlo
bajo una roca o sobre ella
pues allí está la fuerza de la vida,
y ese poder, que nos mantiene esperanzados
si un torrencial aguacero nos baña
y borra de nuestra mente todo lo malo.

Bajo una roca me encontrarás amado mío
viendo hacia el cielo tuyo tan divino,
éste regalo de existir que a ratos duele,
y esa angustia a morir que nos mantiene vivos.

Un beso de cristales ronda,
el sol entibia mi traje demasiado blanco
como si el calor faltara y tus besos anhelara,
y en un impulso, con el aliento que sale de mi alma
me inspiro a mirar también hacia las montañas.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 26/12