sábado, 5 de octubre de 2013

UN NUEVO DÍA [112]

UN NUEVO DÍA [112]

¡Qué hermoso día!
Desde aquí en medio de sudores
proclamando la lluvia como un tesoro.

Los ojos advierten la helada montaña,
el calor se ha ido, como mis viejos amores,
para volar contigo amor mío,
hacia mis sueños.

¡Mira hacia el norte!...
¿Qué colores traerá el sol?
¿Qué amores se esconderán en las sombras?
¿Acariciarán sus plumas y armarán un nido?

Y  aquí, soñando que voy contigo,
que las aguas salobres del mar y El Magdalena,
que los brotes de flores en los resquicios de mi ventana,
que tus ojos en los míos...

¡Bendito!...
Bendito día que me permite abrir los ojos
en tanto muchos niños volarán hoy,
otros  jóvenes son llamados,
a ese cielo extraño y desconocido.

Dame un beso...
¡Abrázame con tu cantar!

¡Qué rica lluvia! ¡Qué amante eres!
¡Qué mágico abrir las alas y verte!
¡Qué olas tan azules!
¡Qué índigos arropan mi vida de consuelo!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 4/13



AROMAS 2 [113]

AROMAS [113]

El aroma de Dios, ¿lo escuchas?
Todo está ligado a su poder
no sólo la brisa, su aliento, las flores...

Su perfume en la música
en donde abundan matices,
un río caudaloso parece,
una pequeña flor del campo
que abre sus dorados pétalos
para perfumar más que las grandes.

¡Siéntelo!...
Mi casa, mi yo está inundado de Él.
Es el aroma, su rico olor, su fragancia.
Viene extrañamente por cualquier lado,
asoma , estoy muda ante su belleza.

Estoy ebria, me emborracho...
Palpita mi corazón ante su amor.
Distingo entre el bien y el mal,
asombrada estoy del frío, del calor,
del caudal que hace palpitar mi corazón.

Es un aura, la luz y la sombra,
le escucho en el sonido de una flauta,
y silencia como llegó.

Siente su perfume…

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 4/13








PERFUMES EN EL VIENTO [114]

PERFUMES EN EL VIENTO [114]

Cierro los ojos, el fuego se enciende,
descubrimos nuestra lámpara un instante,
para retornar el silencio…

Los sonidos,
la voz de la piel entregada a la madera,
los cabellos enredados,
el rostro teñido de colores,
los labios que aprendieron a besar
viendo a los niños cantores…

Arregla un poco la mirada,
percibe todo lo que llega,
suspira,
aspira,
parpadea…

Dame tu mano y siente la suavidad de la piel,
desnudo, ¡así!,
sin más arrogancia que el bosque,
sin más sufrimiento que los mirlos cantando,
sin más dolor que los brotes púrpura,
sin más espinas y dagas
que el amor de Dios.

No te alejes tanto que no me descubras.
Palpitamos como tu corazón,
vemos con tus ojos,
amamos la existencia y a nuestra madre tierra.

Ahora parecieran cánticos ausentes,
retornarán las brisas con todos los jazmines
impregnados con aromas de pinos silvestres,
llenos de hojas verdes y enormes árboles
retornarán los niños que se fueron
y se repoblará la tierra.

No te alejes tanto que no sientas el aroma,
no te escondas demasiado
que no adivines su gracia.

La luz de las estrellas no ciega,
la misma luna colgada de tu ventana,
el mismo amor como un ruego
si se doblan las rodillas
y el verbo se conjuga entre las ramas.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 4/13






ENTRE PLUMAS Y AROMAS/A Mónica Lorenne [115]

 ENTRE PLUMAS Y AROMAS/a Mónica Lorenne [115]

Cualquier día me entretenía viendo entre las ramas;
tenía tantas cosas atoradas en mi pecho,
quise pintar una golondrina con palabras,
el tornasol mágico de sus azules entristeció la mirada
ya que  al tomarla del piso, una herida,
por el motivo único de ser hermosa,
ir en una bandada hacia el sitio del aroma,
por desear acompañar a ese inmenso grupo
hacia el mismo bordado de siempre,
oculto en algún rincón, en alguna morada gris
a donde las perlas vivas de su vientre
resucitarían a otra primavera.

Una amiga, Mónica Lorenne, tan pálida como yo…
Entristecida con todos los lunares y pasajes de su propia historia,
perdida en el horizonte insondable de sus penas, me habló al oído
con esa luz mágica de sus presencias y despedidas:

“Debes hacerlo, tienes que hacerlo, esa es tu misión en la vida,
debes poner voz a los mirlos, hablar por ellos,
decir al mundo que está errado, equivocado en su andar,
mientras los cara verdad flota con la brisa,
navegan en los mares, surca el cielo azul con sus alas abiertas,
corretea por unas praderas de cemento que ya no les pertenecen,
suben cuestas que han sido derribadas por el hombre”.

Comprendí al fin que tenía una misión,
que me estaba robando la belleza de sus trinos,
tenía muchas jaulas
para hurtar lo mágico de sus libertades
para que se parecieran un poco a mi cárcel,
y vivir con ellas.

Observaba cada roca del camino,
coleccionaba pequeñas caracolas,
escuchaba los sonidos de sus almas
escondidos en los rincones de sus casitas.

Me pregunté muchas veces:
¿Cómo se formaría el interior de una caracola?
¡Qué estuches tan divinos!,
perlados
fuertes
seguros…

Vi el rostro de un toro en el ruedo,
advertí sus angustias y  lágrimas,
tallé cada una de sus heridas sangrantes y las vi,
como a Jesús crucificado...

Entonces mi propósito se hizo claro
al divisar sobre una rama seca un colibrí,
tomaba aliento en una plástica flor puesta por el hombre,
engañado se ilusionó,
y se enamoró de ella cada día…

¡Dios mío!, lo dije con asombro,
no puedo creer lo que hacemos.

¡Perdóname!,
dale voz a mis labios y sentido a mis palabras.

Que ofrezca un poco de esperanza para mis niños cantores,
que no se apaguen sus voces
ni volvamos desierto las praderas…

Sentí pena por toda la sangre derramada,
y al voltear el rostro de nuevo,
la sangre se convirtió en rojas amapolas,
el odio y ambición continúa de venenos llena.

Pero nadie quiere ver  ni oír,
en tanto un rayo, una flecha de cupido se enreda,
lanza destellos de colores y los truenos se abrazan
para que sintamos temor de todos los aromas,
de todos los ojos que se han blanqueado,
de todas las hondas y flechas disparadas…

Pedí perdón con una semilla en mis manos,
con un azadón sobre el hombro
y un cántaro de miel bordeando mis labios,
viendo asomar flores nuevas y colibríes danzantes
y a pesar de tanto dolor
¡retornó la lluvia!,
y se llenó de nardos el campo…

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 4/13





BUSCO UN MILAGRO [116]


BUSCO UN MILAGRO/A un cucarachero [116]

Despierto  buscando un milagro;  tal vez para ti, para mí, para cada uno de nosotros; y entre la llovizna que baja del cielo, un átomo se parece a mí, y el otro tiene un parecido a todos nosotros.

¿Ese milagro en dónde estará?

He pasado muchos abriles, ¡tantos, que ya he perdido la cuenta!, se quedaron en un mayo, donde sentí que el mundo explotaba y todos los átomos se confundían con el viento.

En el aroma de éste mes me antojé de un milagro, ¿en dónde estás milagro?...

Detallo la hierba, las pequeñas ramas de trigo secas y sus frutos, esperando quién ciegue, quien seque al sol, y sus manos llenas de chocolate, con esos puntos marrones, ansiando las mías temblorosas, con hambrientos dedos y labios reventados,nos hace bendecir la mesa, ante tan ricos bocados.

Pero pasa veloz un águila con algo aferrado entre sus garras…

¿Ha de ser así?... ¡No me parece un milagro la muerte!, pero al morir un inocente, otro sobrevive, más no me gusta el dolor, pero está en cada átomo creado, por donde mires.
Seguí buscando un milagro, y al ver tus azules ojos, esa sonrisa, como si naciera un manantial en la montaña de mis pechos, un rubor me convirtió en rosa, a pesar del invierno, deseando mis labios un beso, mordida en tu boca, aniquilada en tus brazos.

¿Eres ese milagro que estaba en cada estrella buscada?

Un pequeño cucarachero, busca un poco de consuelo pasando de rama en rama…

¡Qué semillas brillantes guardas en pequeño nido!
Casi escucho un sonar dentro de su cápsula y un dorado pico asoma,
diciendo las primeras letras que su madre enternecida escucha…

¿Qué milagro busco?... ¡¡en dónde estás milagro!!

Eres tal vez una hormiga que corre con tan inmenso peso, pero desvío el rostro, si veo apuradas nubes con sus pesadas lágrimas…

El sol de hoy está oculto, alumbra otras montañas, el rocío no dejaba brotar flores, y su tibieza se  convirtió en humos que volaban y se entregaban al cielo.

No hay milagros… ¡no existen!… No habitan ningún planeta ni se ocultan en las estrellas, ni en las aves viajeras que retornan a buscar plumas de colores, ni en el mar suplicante, ni en río amante de las faldas de las mujeres de trajes verdes y rojos, cargadas de rocas y espinos...
El milagro soy yo, puedo respirar de la vida, abrir caminos en las montañas y buscar un espacio para entregarme al reposo…

Brotan orquídeas rojas, se hacen cariños con las bromelias, se antojan de sonares de ranas y grillos verdes, en tanto una luciérnaga alumbra las oscuridades, y muere una cigarra de tanto llorar amores.

¡Qué bonitos tienes los labios!
Me gusta el milagro de tus ojos,
se llenan de los trigales de los míos
y junto mis pechos para besarte,
quedando prendida de tu boca,
de ese panal rico en mieles,
con el encanto del amor que no hiere;
siendo tu piel, el milagro,
¡por donde se esfuman mis penas!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 4/13







¿QUÉ SOY? 6 [117]

¿QUÉ SOY? 6 [117]

Hablando sola, preguntando y respondiendo, me dije que no era nada ¿o  soy algo?... ¿Acaso puede ser más un grano de arena, que una hoja seca?,  todo es igual, todos parecemos brizna de la misma madera, de la misma llama encendida en los ojos, muriendo a besos en los labios, ansiando vanos placeres, recordando viejos quereres.

Acaso no deseas como yo, ¿una caricia desnuda?
¿No aprietas la boca y te consume la ira al no poder cambiar las cosas?
¿Eres de los que ríe a carcajadas si un ave cae, y sus pequeñas plumas se las lleva la brisa?

No rías del dolor, de la pena, porque antes que termine el día, otros reirán de ti, y el dolor que te aqueje, será el doble del  que te hacía reír.

Arriba de la montaña llegan las águilas, quisiéramos ser como ellas, tan solo dos pies, que se llenan de llagas, con unos zapatos prestados…

Más ellas poseen garras, inmensas alas que no se mojan con la lluvia…
Parecen sombrillas de seda con brillantes colores, tejidos en cualquier tarde con el amor de un artesano, que no le niega a sus manos, ni siquiera una gota de rocío.

Soy hermosa, tan bella como  tú, tan linda que mi espejo transforma mi dolor en una sonrisa, y esa mueca parece quebrar el tiempo, un tiempo extraño que en verdad no existe.

Tengo blanca cabellera, ayer era negra y abundante, los fríos de la tarde volaron mi cintura, los calores la inundaron de vida nueva,  mis pezones eran flores rosadas, donde se prendían los labios y brotaban dulzuras con sabores a panela.

¿Quién soy?… quisiera preguntar al aroma de mi café caliente, pero responde una sombra que me sigue de continuo…

Puedo ser lo que tú, un sinsonte que trina sobre una elevada rama,
un pequeño colibrí embelesado en las flores, con esas alas prestadas,
esos colores tan brillantes que parecen trocitos de Dios que aletean,
o pedacitos de madre, regalando amores…

¡Cómo quisiera ser algo!
Si pienso en todos los amores a quienes he despedido, se vuelve humo la vida, todos los anhelos parecen espejos sin agua, todos los sembrados perdidos, en medio de hogueras de odio…

El uno critica lo que otro levanta, el otro se enoja en vez  de hacerse el desentendido, se arremolinan las corrientes y se lanzan con todos los desechos del mundo, para no ser nada entre todos, ni ser fuego ni lumbre, no ser hostia, ni trigo…

Y en esto pasa un labriego a quien meditabundo veo, tiene llagados los pies, curtidas manos entrelazan un ramo de rosas, y al doblar las rodillas, dos perlas se desgranan de sus ojos…

¡No soy nada!… sólo pasto para bueyes,  tierra oscura, de la misma que arropó  a mi madre y el labriego lo sabía, ¡desde luego!


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 4/13










ENTRE LAS RAMAS [118]


ENTRE LAS RAMAS [118]

No hubo proyectos al decidir plantar un jardín,
simplemente todo fue, se llenó de color y vida,
abrieron las flores del campo,
los ángeles voladores iniciaron su poesía
y el hombre nada veía, ni escuchaba.

Caminaron los que buscaban praderas;
nadaron los que apetecieron sus aguas,
cantaron con sus eternas orquestas,
lloraron con sus adobadas lágrimas,
callaron sin ser escuchados
ante la indiferencia reinante.

Desaparecen lentamente...
Los ojos se inundan como las viejas montañas
y seremos consumidos por bosques de cemento.

Muchos se levantan, /pareciera una lucha de brazos caídos.
Empieza a llover en los corazones,
pero siempre estarán desérticos,
comienza la tala de árboles sin freno,
planicies cultivadas de palmeras
y la vida expira, con todas sus flores,
con todas sus galas…


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 5/13










MI PINTOR [119]

MI PINTOR  [119]

Cada día me maravillo más
de las obras de mi Pintor favorito.

¿Quién podría igualarlo
en la majestuosidad de su obra?

Mi amor El Pintor todo lo llena de gracia.
Él está enamorado de las flores,
todo lo quiere de colores 
y su paleta se llena.

Mi corazón parece un campanario,
manantiales hacen brotar rocío;
son mis ojos,
entre las hojas resecas
de mi gastada primavera.

Imagino que siempre seré joven,
junto a todas sus obras
y a mis viejas quimeras.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 5/13

 A una mariposa sobre el pétalo de una flor.




MI PINTOR 2 [120]

MI PINTOR 2 [120]

Descubran a Mi Pintor
se entretiene como un niño,
parece un perrito,
un águila
una paloma
un peluche
una mariposa
un murciélago.

Es una cigarra disfrazada
para conquistar  amores,
 y en esto me enredo;
en esto me quedo
soñando que parezco poeta
pero soy un trazo más de su paleta.  

Sus palabras
son voces que llenan mi alma,
su aroma es un bosque
trazando sueños con el sol
y la luna de alcahuete,
bordando estrellas
para un trovador.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 5/13