sábado, 9 de marzo de 2019

BÚSQUEDA


BÚSQUEDA

Vivimos inventando un amor ideal y envejecemos en su búsqueda.

Cada tanto me veo al espejo y recuerdo lo dulce de tus ojos, ¿eran negros tirando a café?, o eran cafés tirando a negro...

Se esfumaron los detalles, me he dado cuenta que no he sido tan amada como creí, porque fácil me cambiaron por otra sin explicación alguna.

Retorno a los días de la juventud, tan leves y fugaces para reconocer que nadie me amó más de lo que yo pude amarme, ¿entonces cuál es la joda?

Hoy por hoy, mi amor es un poema, es un delirio exquisito que tiene otros paisajes y mensajes, porque vivo en constante cambio interior y el pasado fue hermoso con todo lo que que se vivió, incluyendo esas lágrimas que brotaban al recordarte.

Te amé más de lo que nadie lo hará, pero me amo más de lo que ningún hombre pudo.

A este paso de la vida, mi esquina tiene una gran curva y temo llegar a ella porque no me gusta el dolor que causa la muerte y menos la enfermedad que se acuna en donde le da la gana.

Así veo a mi viejo vecino, empeñado en luchar, pero en no cuidar la salud, porque tal vez anhela tanto cruzar la esquina que se acobarda un poco cuando está llegando a ella y regresa una y otra vez con esa mirada lánguida, tratando con su pierna y media de alcanzar la estrella prometida que cada vez está más cerca.

A esta hora el sonar de la brisa me acompaña, las dulces miradas de mis perritas viejas y las veo sonreír a medias con su ceguera y sus temores a dar un paso, más cuando me sienten, sus miradas brillan, parecieran que me ven, se estrellan contra la pared y tornan despacio a besar mis pies.

¡Esto es amor! ¿Cómo no me había dado cuenta de ello? Nadie me podrá amar más que mis perros, ¡jamás!, sólo mi madre, sólo ella...


Raquel Rueda Bohórquez
09 03 19



EL AMOR

EL AMOR

Vivimos inventando un amor ideal y envejecemos en su búsqueda.

Cada tanto me veo al espejo y recuerdo lo dulce de tus ojos, ¿eran negros tirando a café?, o eran cafés tirando a negro...

Se esfumaron los detalles, me he dado cuenta que no he sido tan amada como creí, porque fácil me cambiaron por otra sin explicación alguna.

Retorno a los días de la juventud, tan leves y fugaces para reconocer que nadie me amó más de lo que yo pude amarme, ¿entonces cuál es la joda?

Hoy por hoy, mi amor es un poema, es un delirio exquisito que tiene otros paisajes y mensajes, porque vivo en constante cambio interior y el pasado fue hermoso con todo lo que que se vivió, incluyendo esas lágrimas que brotaban al recordarte.

Te amé más de lo que nadie lo hará, pero me amo más de lo que ningún hombre pudo.

A este paso de la vida, mi esquina tiene una gran curva y temo llegar a ella porque no me gusta el dolor que causa la muerte y menos la enfermedad que se acuna en donde le da la gana.

Así veo a mi viejo vecino, empeñado en luchar, pero en no cuidar la salud, porque tal vez anhela tanto cruzar la esquina que se acobarda un poco cuando está llegando a ella y regresa una y otra vez con esa mirada lánguida, tratando con su pierna y media de alcanzar la estrella prometida que cada vez está más cerca.

A esta hora el sonar de la brisa me acompaña, las dulces miradas de mis perritas viejas y las veo sonreír a medias con su ceguera y sus temores a dar un paso, más cuando me sienten, sus miradas brillan, parecieran que me ven, se estrellan contra la pared y tornan despacio a besar mis pies.

¡Esto es amor! ¿Cómo no me había dado cuenta de ello? Nadie me podrá amar más que mis perros, ¡jamás!, sólo mi madre, sólo ella...


Raquel Rueda Bohórquez
09 03 19