miércoles, 6 de noviembre de 2013

QUE BRILLE EL DIAMANTE [114]

QUE BRILLE EL DIAMANTE [114]

A veces no comprendo el porqué del valor del oro,
vale más que el acero, aunque éste  tenga templanza,
ha de ser que a fuerza  de luz, el oro es más valioso.

A veces no comprendo el porqué de un árbol más que otro
si todos están por y para algo, en éste bello planeta.

Y el hombre que todo cree saber, ¿que tanto se eleva?
Vale más una joya cualquiera si llega la muerte,
aunque muertos somos carne de cañón para una funeraria,
producimos más dinero difuntos que vivos, es la verdad.

Mis joyas han sido robadas,
ya no me preocupa, ahora no…
Si pudiera regresar las esmeraldas de mi madre
y  borrar los diamantes que humedecieron sus mejillas.

A veces no comprendo lo incierto de la vida,
la ambición tan desmedida y la falta de amor…

Ha de ser que llegamos para ser tallados
y en éste mundo de luces,
morir es el regalo que nos hará brillar,
aunque no tengamos valor…

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 6/13





HOLA [115]

HOLA [115]

Tengo abiertas mis alas para ti
me gusta si vienes a mi alar
y pasas dejando un perfume de voz
o un beso al pasar.

Bajo el rocío de oro
donde se nos dona un espacio
tan rico en tesoros del corazón
tan liviana la boca a ratos,
aquí, en éste pequeño rincón
vienes y vas,  eres mi razón.

Tan bellos todos quienes están
bajo el mismo cielo, y el mismo verdor.
A la sombra de un te quiero despierto,
y a la luz de la luna, te vuelvo a buscar.

Ven... acércate aquí...
Hay un corazón dispuesto bajo mis plumas
y un alma sumisa para volar
si el dueño del sol lo anuncia.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 6/13



¿RECUERDAS A FLOR? [116]

¿RECUERDAS A FLOR? [116]

Oye lucía, ¿recuerdas a Flor?
Sí ella, la de trencillas doradas,
la que siempre parecía estar llorando
y sus palabras se enredaban.

Me dijo alguna vez que no era virgen,
pero que siempre conservó sus primaveras,
que adornaba su belleza por doquier,
aunque nadie la quisiera.

¡Qué tiempos aquéllos! /eran más dulces que ahora
¡Qué vaina cuidar tanto una flor, para que nadie la toque!

Pero siempre fue mejor que éste momento loco
donde ellas se abren, ante cualquier lirio travieso,
y su valor de ayer de conservarse un rato
ya nada importa.

Ahora somos todos iguales…
Nadie nos quiere por ser botón o rosa abierta,
podemos escoger entre mil primaveras
para finalmente quedarnos solas en la rivera.

Ciertamente era mejor ayer…
Pero acaso, ¿todas conservaron esa mal llamada honra?
No se nos amó por ser mujeres sino esclavas.
Querían todo para ellos, y con eso se arropaban,
para que fueran sus tiempos de machos cabríos
donde éramos sus cosas, y no sus damas.

Pero a pesar de todo
me quedo con el tiempo viejo
donde la mujer declamaba versos al viento
y se guardaba con el bebé en su aposento,
todos los días después del parto,
para cuidarlo y protegerlo de los malos tiempos.

No importaba si era gorda o flaca,
si tenía pechos de vaca o de ternera.
Valía para ella el amor a su familia,
y por ella entregaba su vida entera.

Me quedo con esos tiempos,
los de ahora, un poco de pena me dan,
pareciera que buscando mucho se perdió todo,
y la virginidad es una locura pasada
que hoy, se convirtió en invierno.

Un capullo a nadie le importa
más si, disfrutar el instante
y saborear a carcajadas el momento
como un exquisito vino.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 6/13






SORBOS DE PAZ [117]

SORBOS DE PAZ [117]

Cuando tome el primer sorbo de paz,
tendré muchas rosas sobre mí,
el rocío de la mañana me sorprenderá,
y estaré como gacela por el pastizal.

Las abejas estarán ocupadas
construyendo nuevos panales
y los árboles podrán ver las estrellas,
y muchos ángeles de paso
anidarán tranquilos en sus ramas.

Cuando mis ojos se extiendan al fin
y descubran que el fin no existe,
construiré bajo una hoja un madrigal;
será el poema más bello de todos,
abriré una cárcel para ver la luz del sol,
y extendidas mis alas, me darás tu amor.

Qué detalle tan hermoso
son las esmeraldas del bosque.
Los rubíes abiertos ante una mañana soleada;
cantarán tranquilas todas las cascadas,
rebotarán sobre rocas de colores
dulces y generosas como un anciano.

Cuando tome el primer sorbo de paz,
seré parte de mi madre y ella de mí,
no hablaremos más,
nos conjugaremos
y poblaremos la tierra de  añoranza
en traje de paloma blanca.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 6/13



ENTRE HOJAS SECAS [118]

ENTRE HOJAS SECAS [118]

¡Abrázame tan fuerte!
Que sienta el brillo de tu mirada
y la tibieza de tus manos.

¿Qué soy ahora?
Antes era un todo,
ahí se cobijaban las aves,
un descanso tal vez,
un caminante,
un beso,
una estación en tu morada...

¡Abrázame fuerte!
Tanto que seas una sola conmigo...
Abandona en mí tus pesares,
y los absorberé cual esponja.

Dejaré de ser aquello,
para ser en este ahora,
abono para rejuvenecer tu piel.

Me plantaré en cualquier rincón,
volveré a ser lo que era:
grano de arena en el desierto
o grito ahogado entre la brisa...

¡Abrázame fuerte!
Tengo frío por ausencia de miradas
y de a poco, me desvanezco
bailando en la brisa
mi última tonada.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 6/13



NO SON LÁGRIMAS [119]

NO SON LÁGRIMAS [119]

No son lágrimas,
son diamantes de sal
que se curten en el alma.

Parecen gorriones de plata,
han bajado del nicho escondido
y resbalan por una ladera rosa
para mojar mi falda.

No son lágrimas no…
Son gotas de rocío del mar profundo
en donde se acogen las tristezas
y en forma de lluvia, brotan,
para que descanse el corazón
y brillen los ojos.

Diría que son hojas,
pergaminos claros
manantiales ocultos donde Dios alivia,
y en mínima cascada
nos obliga a doblar las rodillas.

Y así, como hilos de añeja cabellera
si la luna pálida se torna,
son ese manso arroyo, al fin,
que una nube pasajera descarga.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 6/13




TENGO HAMBRE [120]

TENGO HAMBRE [120]

Siento mi estómago pálido,
hay hambre en mi país
huele a desesperación,
observo dragones de metal
y ojos de vampiro.

Aquí los jefes caminan tranquilos,
la torta Colombia se reparte sin miedo
y se busca una pelea invisible,
para que un ave de metal surque el cielo.

Tengo hambre de paz…
He visto  amigos sobre sábanas rojas
niños que no fueron mariposa ni rosa,
madres que no duermen;
buscan en el bosque a sus hijos
y en el ocaso una estrella.

Quiero comer un pedazo de paz
un poco de alegría,
un tanto de verdad…

Atosigarme de besos y abrazos
y sembrar árboles para el futuro,
derribar estaciones en el viento
y muros de cemento…

El hambre de amor agobia al mundo.
¡Pobre de mi patria!
Se ha vendido a los poderosos
y ahora se cierne algo apestoso
sobre nuestras cabezas.

Quienes gobiernan son un peligro
y quienes los siguen, son peores.
Terminarán dejando nuestros hogares sin techo
nuestro alimento será un poco de sal interior
adobada con esa torta inmensa
que cada noche se observa,
se agranda
se achica
en ese infinito azul
tan lleno de gracia.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 6/13



HAY PALABRAS [121]

HAY PALABRAS [121]

Hay palabras que repetimos diariamente
en cada verso,
en cada poema,
así del amor los besos
y de las caricias las manos.

Hay labios que se doblan ,
parecen hojas en los otoños
auroras en las mañanas
y el sol tras las montañas.

Ambrosía es una de ellas
tan nombrada y apetecida,
que al cerrar de los ojos
de tu boca quedo prendida.

Hay palabras que se nos antojan
cual del trigal los granos multiplicados
que jamás serán los mismos.
Cada uno tiene un fin
donde es un prisma la existencia
en un espejo de agua.

Parecemos copiar de otros,
pero la magia está en la mente:
con una puedes matar
y con otra ser clemente.

Una razón hay para repetir ojos
doblar el espejo y convertirlo en miles.

Así como campanas
regresa al corazón la tristeza,
la profundidad del alma,
tu boca a mi mente,
nacer…
morir…
y darte un beso nuevamente.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 5/13