martes, 15 de julio de 2014

¿LA VERDAD?



¿LA VERDAD?

Hablar de la verdad es osadía,  pero solo quienes la buscamos parecemos osados en un mundo donde la mentira es la vara mágica que pareciera cumplir sueños, pero me quedo en ésta búsqueda, aunque a veces nos volvemos enemigos del mundo.

La verdad del águila es su pico y las espadas en sus dedos, la del hombre es una constante búsqueda sin puerto ni velero, ¿quién nos puede hablar de ella si todos le mentimos al mundo y vivimos en constante falsedad?

Guerras, envidia, odio, ambición, armas que tenemos que lanzar al fuego para que se vuelvan cenizas, y no quede ni siquiera el mal recuerdo, saber que la vida no es para siempre, sino que nos espera en la montaña un negro hambriento que limpia sus plumas al sol, y que solo vagará una sombra, si acaso creemos que tenemos alma, y que ella es la única certeza  que tenemos, y la única esperanza de que no somos sólo un espejo dentro de miles de espejos, un sueño envuelto en blancas ilusiones y un futuro bañado en sangre.

Odiamos porque otro piensa diferente, por un color, porque yo estoy acostado y otro se levanta temprano a buscar un mejor futuro, porque el carro de mi vecino es nuevo y el mío está lleno de óxido, porque ella tiene un rostro bello y un cuerpo de gacela, y en cambio el mío es como el de una morsa, pero nunca nos damos por enterados de que somos seres únicos en el universo, cada quien en su empaque con su propia magia y belleza.

Odiamos porque unas parecen tener mejor suerte que otras, ¿pero conocemos de fondo la realidad de muchos?, todo puede ser apariencia, nunca estamos contentos con nada, siempre buscamos más y más, clavamos espinas donde hay muchas heridas, en vez de tratar de sanar.

Ahora escucho mucho ruido en el bosque, aves, abejas, avispas, grillos, sonares de cascadas, hojas que caen, brisa fuerte, un conjunto divino y cada ser en el sitio donde debe estar, pero nadie se queja, cada uno canta y acepta, la orquesta inicia desde muy arriba de la montaña, y cuando veo hacia las nubes, me sorprende el chillido de un águila, sus alas muy abiertas viendo hacia su norte, tranquila y veloz, impulsada por la fuerte brisa, con el calor intenso de ahora, y descubro un par de ancianos que se acarician, primero los brazos, después el rostro y en un atrevido impulso se tocan, buscando el edén perdido que se desaprovechó, cuando la llama estaba encendida, pero no les importa, todavía hay brillo intenso en la mirada, y hay vida, entonces, ¿para qué las guerras?, ¿para qué tanto odio, finalmente no sirvió de nada?, y nos vamos con un traje en préstamo, un cajón de cualquier madera, pero siempre con una gran cuenta para que paguen otros que no tuvieron la culpa de que la muerte fuera la única verdad de la existencia, pero ahora, nos proclamamos vivos, y esa luz y tibieza es la que debemos aprovechar, disfrutar éste segundo amando, siempre amando, y buscando la verdad que navega en alas de libélula, cerca de nuestra mirada ausente al amor de hermanos que debemos prodigarnos, no es por mucho tiempo, no debe doler tanto, para que nos estemos matando como si fuéramos fieras sin conciencia, lanzando bombas a niños y seres inocentes, ¿será que pueden dormir tranquilos?, y como dice mi compadre Benjamín, pues su poema sobre Gaza me llevó a escribir algo, es   inhumano ver a un niño herido gritando, mientras sus padres duermen en una sábana brillante y roja,  que al secar al sol se volverá negra, como el alma de quien da una orden para matar a otros seres humanos, tal vez no tengan alma, ha de ser eso… ¿no hay otra solución más humana? ¡¡Pellízquense cabrones!!,estamos tan cansados de tanta guerra y sangre. 

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 15/14