viernes, 9 de noviembre de 2012

YOMAIRA

YOMAIRA

13 de abril de 2014 a la(s) 10:56
Una Yomaira escuálida tal vez un esqueleto

camina desnuda por las calles de Barranquilla,

quienes la ven, creerán que nunca fue una chiquilla

que sobre sus brazos alguna vez llevó una muñeca vieja

imaginando que era su niña.



¡Tal vez el sol de hoy no la castigue tan fuerte!

¡Su desnudez nos apena tanto!,

más su sonrisa de siempre alerta

en espera de cualquier moneda

que alimente de su vida los quebrantos.





¡Por ahí va Yomaira…!

Aún recuerda a Pedro y lo nombra

su familia que decidió dejarla en abandono,

pues la miseria de su vida enviciada

poco a poco también a ellos destruía.





Muchos reclusorios la han tomado

Ayudas no lo sé… por doquier intentos vanos

donde la gaviota abre la jaula y extiende sus alas,

llegando a parar a donde el hambre del día la coja.





Hoy lleva grandes flores rojas

son las azucenas de cada día

que ella toma de cualquier árbol del camino,

pretendiendo que sean cambiadas por sus penas,

que poco a poco pegan los pedazos de piel a sus huesos,

mientras danza, canta y vuela.





Cuando la conocí llevaba su muñeca,

¡la arrullaba y besaba como a su bebé…!

decía que era la niña de sus ojos que alguna vez pintó

y ese pequeño óleo que en mis manos reposaba,

no sé a dónde pudo ir, pues la mirada de la niña

tan triste como ella, mucho me conmovió.





Ayer tuvo una familia

la universidad también la conoció…

Allí enseñaba a otros sobre el valor de un día…

Pintaba hermoso  hasta que llegó el amor

también con él su propia desgracia

vestida de blanca seda,

que poco a poco robó de su vida los encantos

convirtiéndola en una triste marioneta

de cualquier esquina.





¿De Yomaira qué nos queda?

La esperanza de que el vicio se acabe

es una lacra que destruye a nuestros jóvenes

vistiendo de luto los hogares.





¡Patria mía!...hombres buenos que de la tierra brotan

en sembradores de miseria se convierten

cuando la ambición hace nido en sus corazones,

robando la felicidad a otros

y de los ingenuos poco a poco,

el deseo de vivir, y sus esperanzas,

arrastrando con ellos sus pesados sepulcros

que con lágrimas riegan sus familias.





Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, agosto 12/12



Me robé unas flores  para ella, que pálida en un rincón, parecía una blanca rosa esperando amor.
Me robé unas flores para ella, 
que pálida en un rincón, 
parecía una blanca rosa 
esperando amor.