YOMAIRA
Una Yomaira escuálida tal vez un esqueleto
camina desnuda por las calles de Barranquilla,
quienes la ven, creerán que nunca fue una chiquilla
que sobre sus brazos alguna vez llevó una muñeca vieja
imaginando que era su niña.
¡Tal vez el sol de hoy no la castigue tan fuerte!
¡Su desnudez nos apena tanto!,
más su sonrisa de siempre alerta
en espera de cualquier moneda
que alimente de su vida los quebrantos.
¡Por ahí va Yomaira…!
Aún recuerda a Pedro y lo nombra
su familia que decidió dejarla en abandono,
pues la miseria de su vida enviciada
poco a poco también a ellos destruía.
Muchos reclusorios la han tomado
Ayudas no lo sé… por doquier intentos vanos
donde la gaviota abre la jaula y extiende sus alas,
llegando a parar a donde el hambre del día la coja.
Hoy lleva grandes flores rojas
son las azucenas de cada día
que ella toma de cualquier árbol del camino,
pretendiendo que sean cambiadas por sus penas,
que poco a poco pegan los pedazos de piel a sus huesos,
mientras danza, canta y vuela.
Cuando la conocí llevaba su muñeca,
¡la arrullaba y besaba como a su bebé…!
decía que era la niña de sus ojos que alguna vez pintó
y ese pequeño óleo que en mis manos reposaba,
no sé a dónde pudo ir, pues la mirada de la niña
tan triste como ella, mucho me conmovió.
Ayer tuvo una familia
la universidad también la conoció…
Allí enseñaba a otros sobre el valor de un día…
Pintaba hermoso hasta que llegó el amor
también con él su propia desgracia
vestida de blanca seda,
que poco a poco robó de su vida los encantos
convirtiéndola en una triste marioneta
de cualquier esquina.
¿De Yomaira qué nos queda?
La esperanza de que el vicio se acabe
es una lacra que destruye a nuestros jóvenes
vistiendo de luto los hogares.
¡Patria mía!...hombres buenos que de la tierra brotan
en sembradores de miseria se convierten
cuando la ambición hace nido en sus corazones,
robando la felicidad a otros
y de los ingenuos poco a poco,
el deseo de vivir, y sus esperanzas,
arrastrando con ellos sus pesados sepulcros
que con lágrimas riegan sus familias.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 12/12

camina desnuda por las calles de Barranquilla,
quienes la ven, creerán que nunca fue una chiquilla
que sobre sus brazos alguna vez llevó una muñeca vieja
imaginando que era su niña.
¡Tal vez el sol de hoy no la castigue tan fuerte!
¡Su desnudez nos apena tanto!,
más su sonrisa de siempre alerta
en espera de cualquier moneda
que alimente de su vida los quebrantos.
¡Por ahí va Yomaira…!
Aún recuerda a Pedro y lo nombra
su familia que decidió dejarla en abandono,
pues la miseria de su vida enviciada
poco a poco también a ellos destruía.
Muchos reclusorios la han tomado
Ayudas no lo sé… por doquier intentos vanos
donde la gaviota abre la jaula y extiende sus alas,
llegando a parar a donde el hambre del día la coja.
Hoy lleva grandes flores rojas
son las azucenas de cada día
que ella toma de cualquier árbol del camino,
pretendiendo que sean cambiadas por sus penas,
que poco a poco pegan los pedazos de piel a sus huesos,
mientras danza, canta y vuela.
Cuando la conocí llevaba su muñeca,
¡la arrullaba y besaba como a su bebé…!
decía que era la niña de sus ojos que alguna vez pintó
y ese pequeño óleo que en mis manos reposaba,
no sé a dónde pudo ir, pues la mirada de la niña
tan triste como ella, mucho me conmovió.
Ayer tuvo una familia
la universidad también la conoció…
Allí enseñaba a otros sobre el valor de un día…
Pintaba hermoso hasta que llegó el amor
también con él su propia desgracia
vestida de blanca seda,
que poco a poco robó de su vida los encantos
convirtiéndola en una triste marioneta
de cualquier esquina.
¿De Yomaira qué nos queda?
La esperanza de que el vicio se acabe
es una lacra que destruye a nuestros jóvenes
vistiendo de luto los hogares.
¡Patria mía!...hombres buenos que de la tierra brotan
en sembradores de miseria se convierten
cuando la ambición hace nido en sus corazones,
robando la felicidad a otros
y de los ingenuos poco a poco,
el deseo de vivir, y sus esperanzas,
arrastrando con ellos sus pesados sepulcros
que con lágrimas riegan sus familias.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 12/12

Me robé unas flores para ella,
que pálida en un rincón,
parecía una blanca rosa
esperando amor.