martes, 22 de agosto de 2017

SUEÑO 210817 (21)

SUEÑO 210817 (21)

En medio de la película de Drácula me levanté y le anuncié a mi hijo que no volvería a ver películas de horror, no sirvo para eso, soy muy sensible, y ver tanta sangre arruinaría mi sueño; él estaba enojado, sabía que también le da miedo pero quería ver hasta el final, pero no volví atrás y luego pasé y estaba viendo muñequitos, así que decidí dormir, pero daba vueltas y vueltas, hasta que volví al computador a las 3am a revisar cómo andaba el personal en Facebook y la cuestión del blog que a muchos causa risa.

No recuerdo a qué hora inicié a caminar por unas calles muy oscuras y tenebrosas, me levantaba y resbalaba pero nadie me daba la mano, todos iban y venían, los veía con rostros felices, casi que diabólicos viendo que caía en desgracia ante sus ojos, pero sus vidas se florecían delante de mí mientras era pisoteada y sus risas parecían campanas necias a mi oído.

Hubo un matrimonio al que no fui invitada, ¡lógico, todas en casa estábamos tristes!, luego pensé: ¿quién dice que no hemos sido invitadas?, hay un banquete en donde estaremos rodeadas de gente que en verdad nos ama, aunque los lazos de sangre no sean convenientes, y la vi a ella, era una anciana a quien aprecio mucho, estaba llorando y cada vez que intentaba llegar a ella otra vez resbalaba, hasta que cambié de camino, olvidé a todas esas personas y agarré otro sendero, ahí no resbalé más y llegué hasta su casa abandonada, ¿por qué ahora vivirá así si ella mi querida vecina, vivía en una gran casa llena de lujos, pero siempre la veía triste?.  Ahora estaba desenredando algo y no podía, lloraba mucho, me conmoví demasiado y esta vez mi paso fue firme, eran dos canarios que estaban enredados por sus patitas y a punto se sangrar, ella halaba y halaba, los pajaritos no se podían soltar, entonces decidí ayudar y como por arte de magia las aves quedaron sueltas sin esfuerzo alguno de mi parte. Los llevó a la jaula y vi que los nidos no eran apropiados, soy criadora de canarios más por necedad que por arte, también quería aprisionar sus trinos y en esto me volví prisionera como ellos y así está ahora doña Magdalena.

¡Estos nidos no sirven!, el fique enreda sus patitas y cuando criaba aves, perdí una camada de alondras con su madre adentro, todos enredados y ella tratando de salvar a sus pichones murió en el intento, fue algo muy triste para mí porque no me percaté de nada hasta que sentí el olor a carne putrefacta, ¡no doña Magdalena!, así continuarán son las penas,  y ella asintió con una sonrisa, sequé sus lágrimas y nos dimos un fuerte abrazo, suficiente para borrar el pasado, pues su mirada tenía el resplandor de una madre que necesitaba más que nada en la vida, algo de afecto.

Le mostré los nidos que me había ideado con totumos y paja seca, con esto los nidos serían frescos y no habría peligro de que se enredaran. Subimos a una montaña muy alta, era un enmarañado de casas viejas con entradas en las mismas casas y salidas extrañas, en una de ellas conseguimos nidos, todos estaban como si las madres los acabaran de abandonar, pero los limpiamos y decididas iniciamos el recorrido que terminó en la cima de la montaña.

Un hombre nos abordó, tenía mala facha, no recuerdo bien su rostro porque enseguida inició a manosearme, se pegaba de mi cuerpo y sentía su falo con todo su paquete chileno tocando mi cuerpo, tenía rabia, ira, miedo, recordé viejas pesadillas y lo empujé, lo aparté de mí como se aparta a la familia que murmura y la gente que no aprecia su propia sangre, y en esto el tipo voló como un águila. Estábamos en la orilla de la montaña, y él cayó sobre muchas rocas, todo era rojo y corrimos por ese laberinto, no sentía remordimiento alguno, no quise hacerlo, jamás pensé que el tipo caería desde tal altura y pasamos por otro lugar, pero el murmullo de gentes estaba ahí, la policía llegó y nadie nos vio, me alejé del ruido, levanté el rostro y tomé de la mano a mi anciana amiga y nos alejamos con una carcajada de ese lugar, ¡lo merecía!, ¡ese hijueputa merecía morir!

Después de ahí había asesinado a otro hombre, que a esta hora del sueño por estar despierta, lo he olvidado, ¡menos mal!, parecía un tanto macabro que al momento de poder dormir las pesadillas regresaran, pero lo bueno es que había olvidado la parte más perversa, ahora estaba de nuevo con ella en su casa vieja, quería ducharme, su casa tenía el piso rojo de la tierra, muchos árboles adentro y una pieza cubierta tan solo por hojas de palma, el resto era un rincón para sus aves, y ese camino que conducía a otro laberinto en donde había agua muy transparente de lluvia que caía y llenaba un gran estanque. Fue la ducha más maravillosa, me sentí limpia y desperté, mi hijo lava su ropa, mañana se irá para Medellín a un acto cultural al que fue invitado con gastos pagos, algo así como tocar para una obra de arte, él llevará la tambora esta vez y las ganas de vivir que habita en flor en su mirada.

Había olvidado una parte del sueño, la otra se esfumó; pero sobre mi lecho vi tu rostro abatido esperando una caricia, ¿qué pasó?, ¿no te alcanzaron las noches puteando la vida, para que el amor cansado de vagar y esperar, abandonara la alcoba y te viera en sueños, con lo más azul que bastaba para llenar el cielo de estrellas? ¡Oh amor traicionero!, tus ojos llenaban mi vida y tus brazos fuertes eran la liana por donde los sueños más dulces esperaron, pero desperté y me di cuenta que jamás habías estado a mi lado, que la vida blanqueó mi cabello y me volvió anciana ante la mirada torpe de otros, y en esto regresé al camino viejo y me vi en mi propio espejo vagando entre las sombras que dispersaba el árbol sobre mi ventana.

Es bueno despertar, escuchar al chirrío cantando en mi árbol, ver a Gaby la gata blanca cerca de mis manos y a los perros todos a mi lado, son las miradas más dulces para continuar el día y dar gracias a Dios por todo lo que acontece, tal vez mi amiga se despide de mí, está anciana y enferma y hace rato no la veo, se fue de este lugar pero permanece en mi corazón.

Raquel Rueda Bohórquez

22 08 17