lunes, 30 de mayo de 2016

EN ESA ESTACIÓN/A Benjamín Araujo (6)

EN ESA ESTACIÓN/A Benjamín Araujo (6)

En esa estación guardé mis lágrimas;
Las cultivo para el rosal
Que será sembrado sobre mi pálida faz;
Pero será tarde,
Habrá lluvia y caerán rayos
Tan brillantes como la pupila de un niño
Sonriendo a la madre.

Me ocuparé de la calandria y del ave nocturna,
De las hojas que caen y caen,
Pero serán de otro árbol,
Porque del mío han quedado pocas hojas y ramas…

De esa silla que guardó la esencia del amor
Y los besos del colibrí sobre la flor
Se contarán los poemas;
Se escribirán en las hojas que vienen,
En las rocas que aún esperan la mano del hombre,
Y en los arboles
Que angustiados se aferran de sus raíces,
Anhelando otro día y otra cumbre;
Ansiando los corazones enredados en su talle,
Con una promesa incumplida en el aire.

Ahí mismo compadre,
En esa silla estaré algún día de paso.
Seré oruga estacionada en una rama,
Seguiré arrastrando mi destino
Hasta la cárcel que con bondad
Fabricará mis propias alas.

Ahí veré nacer el sol cerca
De la más linda quebrada, lejos,
Lejos del mar de ahora,
Pero cerca de los ojos de mi madre.

Luego retornaré
Con otro aguacero en medio
De rayos luminosos,
Que recordarán lo efímero de la vida,
Y lo triste que es la soledad,
En medio de tanta gente.

Raquel Rueda Bohórquez
30 5 16





FLOR DE MAYO (7)

FLOR DE MAYO (7)

El mes de mayo fue su favorito
Porque era el mes de las orquídeas catleya
Que siempre cultivó para María.

Orando siempre, jamás la vi ociosa.
Nos decía que a nadie pertenecíamos sino a Dios,
Y declamó en sus últimos momentos
Una poesía para las dos:
¿Quieres que hablemos?

Y habló hasta la última estrofa,
Con la voz entrecortada
Y sus pequeños ojos que parecían girasoles,
Pegados de los míos.

Raquel Rueda Bohórquez
29 5 16



TE VEO (8)

TE VEO (8)

El colibrí
Es el beso de Dios
Para la madre tierra.
  
Cierro los ojos…
Esa lámpara se apagó;
El ruido de una cascada/lo conozco
El ave negra de pico amarillo
Le hace morisquetas a una rama,
Abre sus alas, escucho ese ruido,
Es familiar para mí, caen las hojas,
Alguien camina sobre ellas
Pero no ve ni siente la orquesta,
No adivina la cruz en la montaña
Ni el oro que adorna la cuesta.

Cierro los ojos…
Puedo volar como un águila,
Tengo visión en el alma y te veo;
Tengo plumas inmensas,
Parecen de nieve.

¿Seré acaso la nube más blanca?
¿Hacia dónde va mi pensamiento?

He tocado la cumbre del mundo;
El manantial sigue brotando,
Continúa cantando el ave en mi camino.
Las flores abren, ¡las siento!

Su aroma es como una oración de madre.
No hay espinas, ni espadas;
Él ha vencido tu mal hacia mí
Te ha derrotado, ¡caerás pronto!

Soy la oveja que ama y cuida
Y tú, eres la maldad que Él derrite,
Te alejas en tu escoba negra
Hacia el lúgubre bosque
Que has inventado para mí.

La noche fue muy larga,
Los ojos arden ante la vigilia
Pero ahora todo es luz en derredor.

Se ha vestido mi casa con su energía
Y el corazón de una vieja
Parece campana de niño en sus dedos
Para que nadie pueda tocarme;

Porque vivo pendiente de su amor
Cual flores en su gajo
Y me pego de las tetas del mundo;
Me aferro de la miel que derraman
Y ahora tengo un abanico que impulsa mis alas
Hacia la campanilla más cercana.


Raquel Rueda Bohórquez
30 5 16



ANGUSTIAS (9)

ANGUSTIAS (9)

¿Quién como Él,
Para ver la desnudez de nuestras almas?

Es tan generoso,
Que dejó la lluvia para que nos cubriéramos
Y las hojas secas para que nos tapáramos.

Sin verlo siquiera, adivina nuestro afán.
Llena nuestros pulmones con su aliento;
Pinta el arco iris para nuestro contento.

Hace pasar una libélula por nuestro lado
Para que entre sus alas tornasoladas
Veamos quien va por ahí,
Para moverlas con gracia y hermosura.

No hay afán ahora: Él te ha visto.
Esa gran inquietud, esa angustia.
Provee de luz al ciego,
Su alma ve más que nuestros ojos,
Sus sentidos son más vivos que los nuestros.

Llena tus vasijas de barro con vino.
Tu estómago está tibio;
La sal de la vida está en su mirada
Lo dulce, en la voz de un mirlo.

No hay afán si confías,
Pero estamos así a pesar de todo;
Seguimos angustiados por el día
Sabiendo que al paso siguiente
Podremos estar volando,
Hasta donde nos lleve el anhelo
Y nos persiga el viento.

Raquel Rueda Bohórquez
30 5 16





INQUIETUDES (10)

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INQUIETUDES (10)

Que no sea tu inquietud
Más extensa que un segundo
En que a contemplar del sol su gracia,
Sea olvidada la herida
Y sea puesta en ti la templanza.
          
Que no sea tu afán
Más grande que tu fe,
Ni la ilusión de un mañana
Más pequeña que tu ánimo.

Que no sea tu rabia para siempre
Y tu enojo dure más de un minuto,
Ni tus celos perduren en el tiempo
En esa herida que marcó tu frente.

Que no sea yo la causa de tu pena
Ni sea la espina que te lastimó,
Porque ahí, ¿de qué manera pediré perdón?
¿De qué forma te diré
Que la lluvia de la mañana me bendijo
Cuando pensaba en el día de hoy?

Que no sea quien ignore tu grandeza
Ni al espíritu del ave que ronda por mi casa
Ni el alma de mi árbol que me sana
Ni el embrujo de la mariposa galana
Quien con tímida candidez
Asoma en mi ventana.

 Ni sea tu ambición más grande
Que la ilusión de un niño
Por aferrarse de las tetas de la mama.

Ni sean tus ojos tan mezquinos
Para no admirar las hojas del camino
Ni ese raro color que en las flores se derrama.

Que no sea mi indiferencia
Responsable de la huida del deseo,
Ni sea más grande tu envidia
Que el aroma que despiden los rosales.

Que no seas tan melancólico
Pero sí un poco más romántico,
Que si ves el palacio de un ave te conmuevas
Que adivines que Dios son las perlas en su nido
Y son los chillidos del pájaro desnudo
Que vestirá despacio,
Y teñirá de colores prontamente
Para que seas feliz
Con tu propia gracia.

Raquel Rueda Bohórquez

30 5 16