Mis padres y nuestro palacio
DÍA 12 DE
NOVIEMBRE/15 (58)
Increíble,
hace 4 horas intento dormir, decidí que para que ardan los ojos, mejor me
levanto a escribir esto que me desvela.
Creo que hoy
será mejor que ayer, debo hacer una confesión para que los que han invocado esas energías perversas
que me acosan, se puedan desatar y salir de aquí, y en estos pensamientos creo
que dormí un segundo, para despertar con un calor intenso, agua, y más agua
apagando esos incendios interiores, oraciones que me dijo la vidente para que
pudiera dormir, un anillo para protegerme, y recuerdo que ese día, esa noche en
especial me dio rasquiña, como si me hubiesen restregado chiles mexicanos en la
mano derecha, y todo ardía, rascaba, quería arrancarme ese anillo de mi dedo,
pero lo más sorprendente, es que buscamos el más brillante y bonito, desperté
con ganas de mirarlo después de una noche muy regular y estaba negro, el brillo
era una oculta estrella, y sentí mucho miedo, pero después pensé que debía
afrontar cada cosa con valor, me dijeron que mis padres estaban aquí, ellos sabían
lo que sucedía, pues estaban en un plano superior y tenían la misión de
protegerme y ayudarme.
He soñado
con mi madre orando a mi lado, luchando
contra esas energías, siento que no puedo gritar, ¡Padre nuestro que estás en
el cielo!, y ella levanta un crucifijo con su mano derecha, pero a mí no me salen las palabras, voy con ese grito
ahogado, y al fin, poco a poco, puedo decir la oración, con enorme esfuerzo y
ayuda de mi ángel, quien no abandona su barca, ni siquiera porque sus ojos
palidecieron en una mañana de silencio, con un paso a la penumbra, ese último
paseo, para saber que sólo 4 personas estábamos ahí. No era amiga del ruido y
las multitudes, sino amante del silencio y la meditación, me había dicho muchas
veces que no gustaba de reuniones, que se había acostumbrado a su rancho, a ese
presente de hijos en su casa, y que su vida era Dios y todo lo que pudiera
servir a quien tocara a su puerta, su alegría inmensa arreglar su bolsito y
armar viaje para la finca, allá rejuvenecía y se volvía la más hermosa matrona
del universo.
Mi madre
también tuvo enemigos, alguna gente no la quería, otros por culpa de tanto hijo
rebelde en la calle, hasta German dio guerra, y eso que todos le llamaban “el
bobito”, pero bobos fueron todos los que se rieron de él y lo hicieron enojar. Más
de un problema, angustias, carreras, maldiciones, envidias, y también tuvo que
luchar contra demonios y cosas perversas que le ocurrieron, todo lo atacó con
enorme paciencia y sumisión, dedicada de lleno a orar, pues bendecía a todo ser
que pasaba por su puerta.
Entre mis
recuerdos está, que asomada en la reja, veía pasar a un vendedor de cualquier
cosa, y lo bendecía, llegaban los recolectores de basura y también. Elevaba los
brazos y con una sonrisa miraba al cielo:
¡Señor,
gracias por este día maravilloso!, bendice con tu poder y gloria al joven que
acaba de pasar, a ese muchacho que vende aguacates en vez de estar en una
universidad, a ese anciano que vive de las miserias de otros, debiendo estar en
un asilo, abrigado y protegido, Dios mío, de manera especial por Angie, la
chica gordita de enfrente, ¿qué será de esa muchachita?, no la veo hacer nada,
¡hay tanta pobreza en ese hogar!, ¡se ven tan tristes y apagados!, dales señor
esa oportunidad que necesitan, ese trabajo al esposo de Martha, esa oportunidad
al hijo del señor de la esquina, que ese caballo encuentre una parcela, que ese
perrito halle una mirada de amor, y así con esa sencillez propia, ella veía a
Dios en todos los ojos, me abrazaba y me pedía que más fuerte, ¡un abrazo con
ganas!, ¡qué pueda sentir ese corazón!, ¡ánimo mija, todo cambiará!, ¡tenga fe
en Dios!, oremos, y nos salió en esa navidad de hace muchos años, la oración
del sembrador, así a tientas me gustaba abrir la biblia, y ella me seguía la
cuerda. ¡Está bien! /decía, esa vid no produjo frutos, pero vamos a darle otro
chance, ella amaba a esa vid, y esa vid se abrazaba de ella, porque tenía una
carga interior que no dejaba que floreciera, ni produjera frutos, no habían
asuntos correctos, se hacían reuniones,
y al pollo más sute todos lo agarraban a pico, y esto entristecía su semblante.
Antes de
morir, la vi muchas veces en el patio con una gran tristeza, orando y
escuchando música antigua en un programa favorito de una monja bogotana, y me
gustaba estar ahí, ahora no sé hacia donde correr, no encuentro camino y
regreso a casa, porque aquí en medio de todo, está la vid y está el trigal.
Recordé de
anoche un cumpleaños, Diego cumple 21 años, su padre abandonó la barca por una
verdadera bruja, una cubana muy perversa a quien he visto en sueños practicando
de su maldad, por eso dejó a sus hijos cuando más necesitaban de sus abrazos,
por esa mujer tan hiena decidió adoptar a otros hijos, como un león con una
historia rara, y sus niños que tanto lo amaban y sentían su protección, han
tenido que ir y venir de casa en casa como mendigos y la suerte cruzada.
No hay
camino, y si hallan un sendero y providencia pareciera asomar, su lucha es
trunca, pero como católicos “poco practicantes”, de rosario en mano y mucha
lengua rodante, así vamos, señalando, criticando, hablando en cada reunión de
otros, sin ver esas goteras y muchas veces necesidades, por andar arrastrando
por el piso a los más inocentes.
Pero de
anoche, sentí que no tengo deseos de hablar, quedo muda, no sé qué decir, creo
que estoy acostumbrada también a ésta soledad, que soy un ermitaño en verdad, y
entonces decido abrir la boca, han servido a todos y lo mío que es un básico
perro sencillo no llega, pero tampoco puedo expresar nada, pues se me grita:
¡de tanto vivir sola se volvió amargada!, y entonces ésta espada penetra
profundo, se atragantan los bocados y el tiempo corre, quiero ir a casa, deseo
retornar a mi rincón, aquí el mar besa mis rocas, aquí puedo decir lo que
siento y nadie me dice nada, y voy sacando cada espina, casi que con dulzura.
No fue una
buena noche, debo dormir en el día, amanezco con la boca seca y paso con ese
tarro helado en el pecho, instintivamente sorbiendo poco a poco para que no se
reseque la carne.
Se aproxima
navidad, la época más triste para mí, y siento que todos correrán, el hombre de
la casa venderá algunas de sus vacas y ese “no tengo”, se repetirá como un
villancico, por otro siglo, en tanto va sumando, para que sus vacaciones sean
maravillosas, al lado de esa mujer que se robó mi alegría, y ojo que doña Hipocrasia no invente vainas
raras, porque las dos conocemos bien otra historia, pero ya no me interesa,
sólo deseo el bien a mis enemigos, pero esos “amarres”, no son míos, se los han
ganado por envidiosos, ahora mismo desato cualquier cosa, no quiero que a nadie
le suceda nada malo, soltando me libero, y me crezco, soy un águila yendo a un
picacho, ¡qué hermoso se ve desde aquí todo!, ¡qué divino el Magdalena!,
hermosa mi anaconda, ¡véanla de qué
manera corre caminos y besa laderas!
Y sigo
pensando, tengo mi árbol de navidad en la puerta, él sólo muda sus hojas, mi
bendito árbol tan hermoso y agradecido, hasta con él se metieron, lo arrancaron
casi de raíz, pero a punta de lágrimas se volvió inmenso, como desafiando a
todos, y ahí está, un gigante árbol de mamón que se llena de muchos frutos para
las ardillas y la gente que no tiene un árbol, pero siempre ve cargado el
ajeno.
Aquí estoy,
recordando al escarabajo pelotero, a ese transformador de porquería en esencia,
corriendo cuesta arriba con su balón, jugándosela toda, inventando alas de
metal a su pequeña existencia, bajando y subiendo con energía, sin cansancio,
derrotando al mundo tan lleno de mierda, para jugar con la vida y dar ejemplo.
Así lo veía,
me sentaba de niña por mucho rato, a ver a éstos pequeños que parecían de metal
brillante, con ese cachito único, como si fuera el unicornio de la historia,
luchando por sobrevivir. Me parecía un verdadero ejemplo, y tomé de él esa
energía que me roban en la noche, para seguir jugando mi propio juego, meteré
gol, y cuando suceda, todos estarán viendo y preguntándose: ¿cómo lo hizo?
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla,
noviembre 12/15