miércoles, 5 de julio de 2017

ASÍ/A Rodolfo (23) R


Ahora estoy enojada, tengo rabia con el mundo, con lo que no puedo cambiar, la depresión me sacude, me enferma; quisiera tomar algo y acabar con esto que me ahoga.

Así me siento, ¿qué puedo hacer?, me siento abusada, manoseada, me siento niña perseguida que sonríe a medias y que busca trepar a un inmenso árbol, para desde arriba ver el mundo que me ha sido negado.

Me siento enferma, me cansé con solo agacharme a ver a mi gata y sus crías, me ahogo con poco, quisiera devolver el tiempo para ser la cabra montesa que subía con ligereza y bajaba con presteza de las altas montañas de mi patria.

Ahora que todo me da vueltas, me quejo una y otra vez; me doy cuenta que lo tengo todo para ser feliz y no aprecio la bondad de un techo sobre mi cabeza, la gloria de un ave que canta cada día en mi ventana, el valor de una mariposa que se engalana sin saberlo siquiera.

En este segundo quiero llorar y lo hago, ¿qué me impide sacar la ira que tengo por dentro?, pequeñas cosas nos enojan, pero son graves, la falta de respeto, el no escuchar lo que deseamos hablar y malinterpretar siempre nuestras palabras, pero no dejo de ser una vieja idiota que tropieza y tropieza con cada letra que escribe, ¿por qué soy así?, quisiera ser como una roca y que todo resbalara sobre mí, luego me creciera musgo y mis lágrimas rodaran por la montaña, siendo cascada blanca y dulce por donde las rocas son besadas y la falda de la montaña admirada.

¿Qué decir?, un amigo Rodolfo me enviaba un mensaje cuando me sentía entre la espina y la flor, comprendí que no puede ser la flor sin ellas, y que todo está perfecto; la imperfecta soy yo, me falta agradecer por la tarde que viene y por la noche que se previene. El mañana no sé si aparezca en mi horizonte, pero un abrazo a tiempo, un pequeño detalle, cambia nuestra mirada y nuestra sonrisa.

¡Gracias por estar en mi pequeño mundo!, porque comprendo que a pesar de mínimas heridas, muchos andan con sus costras y llagas, sin poder reclamar siquiera una caricia al mundo, que lo ve con indiferencia y lo abandona al amor de otros.

Recordé a la anciana que enviaron desde México porque sus hijos no la quisieron cuidar y alguien la vio, ya tiene quien la ame, porque Dios funcionó de tal manera que sus hijos serán avergonzados.

Raquel Rueda Bohórquez
5 07 17









ALFONSITO (24) R


 El día que Alfonsito
no halle tierra para su nido
y la abeja polen para su miel, 
está más cerca de lo que pensamos...


Alfonsito es el alfarero del barrio,
y en el campo es la ilusión
que se lleva en el pico la ambición
de los aradores de ramas.

Existen algunos, pero tengo miedo,
los huertos se perfuman con venenos
y Alfonsito no sabe, que ni gusanos siquiera,
poblarán un día el bosque.

Por ahora disfruto el paisaje
viéndolo en su vestido café,
alardeando con su pico
contento al fin mi amor.

Y en su vaivén,
cantando y cantando va,
lleva el honor de la tierra
para su casita armar.

¡Qué feliz está Alfonsito!
¡Cuánto diera por estar como él!

¡Cuánto, por cantar con tal pasión
con el pico lleno y el alma rebosante,
al escuchar la orquesta que desde su altar de barro
lo recibe con los picos abiertos
y las alas contentas!

Raquel Rueda Bohórquez
05 07 17



AMOR ERES TÚ (25) R



El amor no discrimina,
no compara, no alardea.

Es un pichón abriendo el pico
y una madre llenándolo de favores.

El amor son las pestañas
que guardan en el ámbar tu mirada;
son las manos que acarician
y la guitarra que nos regala una tonada.

¿Qué es el amor?

Con este despertar sin dolor,
el amor ha llenado mi árbol de luz
 y abro la ventana para que entre.

El ayer no existe,
se fue en alas de golondrina,
pero el hoy es un ave nueva elevando su oración
y abriendo sus alas a la intensidad del sol.

Raquel Rueda Bohórquez
05 07 17


EL TEJEDOR (26) R


Buscó y buscó el tejedor
la rama más fuerte del árbol,
las hojas más dulces,
las flores más perfumadas.

Halló en el canto el amor
que bailaba versos al viento,
y en medio de tal contento
formaron nido en un junco.

Entre tanto árbol
una fuerza los juntó,
y las ramas alargadas
parecían poemas musicales
al tocarse los troncos en las quebradas.

Y el amor se creció una mañana
en una cuna muy bien formada,
abriendo rosas y claveles
que la lluvia mojaba.

Raquel Rueda Bohórquez
05 0717