domingo, 25 de septiembre de 2016

SE FIRMARÁ LA PAZ (8)


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SE FIRMARÁ LA PAZ (8)

Pensando que mañana firmarán la paz, pero con la sola firma no es suficiente, "la voluntad" de todos, será la bandera blanca, después de tanto dolor y tristeza.

Recuerdo desde muy niña cuando mi madre me contaba del abuelo Gerónimo, de las chusmas, del color azul y del rojo, liberales, conservadores, godos, cachiporros, palabras que enardecían y tantas cosas que escuché gritar en las elecciones, los dedos marcados de cada color, las camisas que diferenciaban, y esos pequeños asuntos fueron una guerra declarada entre amigos, familiares y vecinos, porque todos le creímos a los que siempre nos mintieron.

Los machetes sonaban en el piso, la gente se mataba por nada y los poderosos continuaban ahí en el poder. Mi abuelo se fue a la montaña a traer alimento para sus hijos, plátanos o frutos de su cosecha, todos lo esperaban, él soñó su muerte y vio que muchos buitres lo devoraban vivo y así fue, alguien lo señaló como godo, otro dijo que era cachiporro y en medio de esto lo picaron y lo lanzaron al Río Chucurí, así inició la guerra y ansiamos que todo termine, ya estoy cruzando la esquina, jamás vi una bandera blanca, pero le voy al SÍ por la paz porque todos la merecemos, es bueno que otros lleguen con buena voluntad, esa del café servido por las manos de los campesinos con un Ave María en la boca.

La Paz ha de saber a beso con lengua, a gloria, a lluvia después de intenso verano, a música, a libertad, a ese recuerdo que jamás se borrará de nuestras mentes de todos los que se fueron y que ese día estarán presentes en las flores y los pañuelos que se lancen al viento, en esas invisibles lágrimas de las madres que pudieron perdonar.

 ¿Quiénes somos para impedir que la paz nos cobije con su música?

Raquel Rueda Bohórquez
25 9 16




SUEÑO 25916(9)

SUEÑO 25916 (9)

Era todo correr, detrás de mí no había quedado nada, porque lo que venía era un precipicio; más nada asustaba porque el miedo había tocado fondo, ya conocía del sabor de la sangre y el arma que se dispara en la oscuridad, conocía de los dedos que hurgan la tierna carne de un cordero y la espada que penetra luego, rompiendo nuestro pequeño mundo sin piedad.

Ahora todo arde, parece que nos quemaron desde adentro, el corazón ha silenciado sus campanas y tocan a difunto, ¿quién ha muerto?, recordé a Esperanza, tan bella y radiante, quien en el murmullo de un día y el asomo de una noche ya no estaba.

Somos la semilla en la pradera, la que espiga y en el pico un ave se lleva. Somos la mirada inocente que todo lo olvida porque el tiempo sana, ¡¿quién dijo tal falsedad?!, el tiempo no sana ni cura, el tiempo curte las heridas y las deja para la melancolía.

Seguí soñando, recordé rostros, números y palabras, ¿para qué voy a escribir nada de eso?, ¡me asusta!, ¿qué tal que suceda dentro de un momento? ¡Hoy no estoy para velorios!

Retorné al cordero herido con la espada y el chorro que se llovía desde abajo…

Después de todo, había un manantial en cada uno de nosotros, al herir la espada el chorro buscaba las alturas, quería volar entre burbujas de fuego, pintadas cual labios de prostitutas que esperan a la puerta al esposo hambriento de sexo.

Después de ayer, vino la noche, nada más perfecto que la oscuridad para sentirnos a merced de las estrellas, ¡qué divina estuvo!, pude contarte en ella, eras la de luz más encendida que parecía un espejo por donde pasaban las ideas y florecían.

En un segundo me perdí, ¿en dónde estoy?, era la profundidad del sueño que me permitía volar sin alas, y con los brazos extendidos toqué tu rostro, y Él era tu misma luz que dormía en cada estrella,  su muerte era para la noche una lámpara colgada en tan enorme distancia, que al despertar se hizo inalcanzable, se transformó en la línea horizontal que se guardaba en los ojos de mañana y se tocaba en algún punto del infinito con la tuya, en un ahora que aún no he soñado y en un mañana tan incierto como un despertar.

Raquel Rueda Bohórquez
25 9 16







ESA LUNA (10) (R)

ESA LUNA (10) (R)

Si algún día apareciese “esa luna”,
La de aquél atardecer
Esperando el ocultarse del sol,
En tanto serpenteaba una quebrada
Y las nubes se dispersaban
En medio del sonido del viento.

¡Jamás veré una luna igual!
Ni porque volviese a nacer,
Ni que estuvieran las mismas arenas
Formando montañas imaginarias
Que se desvanecían luego.

Después de tocarnos, después de vernos,
Jamás volverá el viento a sonar así,
Ni volverán a cantar las aves en su trigal
Ni siquiera el pensamiento a imaginar
Otros besos parecidos en otras bocas,
Ni otras manos acariciando con ansias locas,
Ni mis ojos a ver a esa luna,
Única, callada y divina de aquél día.

Raquel Rueda Bohórquez
25 9 16



¿QUÉ TIENES? (11) (R)

¿QUÉ TIENES? (11) (R)

¿Qué tienes?, ¡no te rindas!…
Ni porque los vientos azoten fuerte
Y parezca que desapareces.

No bajes los brazos,
Eres un luchador, pero como todos,
A veces nos desarmamos
Porque somos humanos.

Luego algo sucede
Y las piezas se ajustan otra vez en su lugar.

No estés tan triste que la sonrisa se borre.
¡Ánimo, tú puedes!...

Un día estaba por ahí, 
Afligida y humillada, y apareciste.
Eras el beso fresco de primavera.

Desde ese segundo
Te has quedado como parte de mí ser.

Te quiero y que no termine el amor
Aunque la vida se vaya.

Ese día jugabas a ser un halcón
Y tropezaste con mi yo gorrión,
Te dio pena y sólo me arropaste con tus alas.

Jamás he visto garras en tus dedos
Porque eres un amor dulce,
A la medida de mi alma.

¡Qué mejores!, estás en mis oraciones.

¡Ánimo mi amado halcón!
Mañana será la mejor sorpresa
Porque el hoy se esfumó.

Raquel Rueda Bohórquez
25 9 16







ÚLTIMA IMAGEN (12)

ÚLTIMA IMAGEN (12)

Un padre golpea a su hijo hasta casi matarlo.
Cada vez tengo más perdida la fe en la humanidad.
Pido a Dios que resuelva mis melancolías y depresiones
Y que tenga más arranque para buscar la paz
De los que estamos tan perturbados con éste mundo cruel.

¡Luego me entran unas ganas de correr!
Después de buscarte y si te hallo,
 ¿Qué seguirá después?...

Tal vez jure por otra patria
Que dejó mis raíces enterradas
Y me acerque a la morada
Donde duermen las cigarras,

Para despertar cantando
En un tiempo donde el amor fecunde
Cual semillas de cortejo
En la orilla de un lago.

Raquel Rueda Bohórquez
25 9 16