jueves, 28 de julio de 2011

A MIS AGUILUCHOS (243)

A MIS AGUILUCHOS (243)

Ahí están agitando suavemente la cometa
del va y viene, entre sueños y nostalgias.

Ahí van con sus largas ilusiones
movidas por el torbellino de la vida
con alegría intensa bailando en sus rubores,
sensación de vacío y felicidad plena...

Se alejan lentamente
a pesar de mis temores.

Poco a poco se irá soltando esa cuerda,
que los sostiene temblorosos.

Ahí van... conmovidos y risueños...
Temblor de labios, corazón abierto.

Se lanzan sobre el mar,
o sobre el cielo inmenso.

Ahí van... mis tesoros bellos...
Sus grandes alas extendidas
se agitan con el viento,
y desde la inmensidad
los miro y me contento.

¡Ahí van!... ¡Ahí van!...

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, julio 9/10



EL CABALLO DEL TÁBANO (244)

TÁBANO, y al fondo mi hermano Enrique.

EL CABALLO DEL TÁBANO (244)

Sus pasos sonaban

despaciosos y ligeros

como el ruido de la pala
de su enterrador...

¿Cómo se llamaba el caballo
del Tábano?
Rucio, rocinante, palomo,
muela rica, la burrita,
doble feo... ¿o amador?

Sus rojas ancas 
relucientes
como nalgas de mujer
que incitan al amor...
Su nariz de resoplidos sordos
su crin revuelta, 
su mirada al sol.

Tábano ha llegado
con paso juvenil y canto de ruiseñor,
con sonrisas alegres recibido
cual dádivas entregadas al Creador.

Fueron días de alegres rutinas,
del va y viene que nadie vio...
Trotes de caballos maltratados,
por el látigo cruel de su fustigador.

Los honores se los llevaron otros,
mis sueños también se los llevó...
Entre ladrillos y arenas
más pesadas cargas,
entre silenciosos gritos de horror.

¡Pobres caballos de arrastradas vidas
que curvaron su cuello
hasta ocultarse el sol!
¡Pobres llagas sangrantes,
agitadas por el terrible látigo
del desamor!

Pobres mis caballos blancos,
rojos, negros, pintados, rucios,
que arrastraron sus pesadas cargas...

¡Pobres mis curtidos niños flacos
que murieron tristes sin mi amor!

¿Cómo se llamaba el caballo del Tábano?...

No lo recuerdo,
pero sí a su enterrador...

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, mayo 25/10


GIRASOL (245)

GIRASOL (245)

Hoy levanto mi semblante al cielo
y admiro el bello resplandor del Rey
y en el atardecercuando él ha declinado,
agacho mi rostro humildemente
y agradezco al Sembrador,
que con sus manos rústicas me ha plantado,
en las entrañas de ésta bella tierra
para que disfrutara de sus dulces mieles,
y le obsequiara, finalmente hasta la muerte.
con grandes y fuertes semillas
virando al sol. 


Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, mayo 15/10

NIÑA DE OJOS VERDES (246)

NIÑA DE OJOS VERDES (246)
Publicado pors en julio 18, 2010 en 7:00pm

¿Los años?, no los recuerdo
5 o tal vez 6 tendría...

Iba mi padre al lado
de ese tío en compañía
y yo miraba las aves,
los árboles... los musgos
de tan hermosos montes,
las enredaderas de flores menuditas
que descolgaban de las ramas,
tan preciosas y chiquitas.

Cada curva era un tormento:
!Tese quieta!,  ¡qué pelada tan jodida!,
Mientras mi padre cruzaba
por aquéllos empedrados
y carreteras de porquería...

Pero yo seguía ahí,
trataba de observar un nido:
¡Qué hermosos niños,
qué pequeños son,
solo lanitas los cubren,
semejan copos de algodón!

Y el tío me tiraba
fuerte de mi rincón...
¡Quédese quieta chueca!
¡No se mueva tanto zurrón!

Y mi padre con sus ojos,
de aquél bello resplandor
fijos en el camino,
parecían suaves rayos de sol:

¡Tese quieta mi chinita
No molestes diablo geroz,
ya casi llego a la cuesta,
dónde está mi corazón!

Quieta... muy quietecita
y temblando de dolor,
algo escurría en mi falda
que bajaba del pantalón...

Y ese tío grasiento
me soltó sin razón,
mi pelo volaba al viento
mis ojos verdes lloraban
sin entender la cuestión.

Tese quietica mi niña...
¡No llores mi dulce amor,
ya estoy llegando a la cuesta
donde dejé mi corazón!

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, julio 18/10



OJITOS (247)


OJITOS (247)


Parada en la otra acera

sus ojos fijos en mí,
como llegada del cielo
con ese mirar divino
del que prendada me vi.

¡Ojitos!... ¡Ojitos!
Mi linda perrita
no había otro nombre
mejor para ti.

Pronto en mi puerta estaba
batiendo su linda cola,
no llegó como invitada
sino para quedarse aquí.

Entre risas y arrumacos
de miradas y escondidas,
¡ven acá mi consentida,
tengo un regalo para ti!

Tenía doble trabajo
ya que cuidaba otra acera
en la casa de la abuela,
cuando ella muy pinchada,
salía el domingo a misa
tan liviana y confiada,
pues ojitos quedaba ahí.

Me fui a vivir a una finca,
pues eran días de sequía
como decían en mi tierra
cuando no había vaca parida.

¿Cómo olvidar ese día
con ese mirar tan triste
ya que por su dulce reproche
con un lazo regresé?

Sólo pregunté por ella,
!qué raro!... no la veía...
Si cuando yo llegaba
arrastrada y consentida,
contenta batía la cola
y muy triste quedaba
cuando me veía partir.

¡Ojitos!  ¡Ojitos!..
Pregunté a Dorita: ¿qué pasaría?
y ella con su mirada 
pronto me respondió.

Su voz tenía atorada
y con llanto incontenible:
¡Yo no fui!... ¡yo no quería!
!Fue Norberto... fue Pedro...
fue Myriam... fue mamá!...

Es que Enrique no la quería
tampoco aceptaron verla,
ni con perro... ni con cría.

Una salchicha disfrazada de amor
única que probó en su vida
traía su perdición...

¡Fue pronto!...-decía Myriam....
¡Mentiras!... ¡ella sufrió!

Hoy sin mi perra
sigo los días
y la recuerdo con gran amor.

¿Esa mirada cómo la olvido,
si en ella misma
encontraba a Dios?



Raquel Rueda Bohórquez 

Barranquilla, julio 19/10  3:15 pm.