domingo, 8 de septiembre de 2013

LA VOZ DEL VIENTO [105]

LA VOZ DEL VIENTO [105]

Era un susurro a flores, en la mañana, y estaba ahí, sobre la cumbre, advirtiéndolo entre los arbustos, ellas le regalaban besos con olor a rosas, a frescos lirios y fragancia a durazno, mezclado entre la humedad de las montañas rojizas, y el brote de las barbas largas de los santos, desde gajos elevados, pero arriba de todo, el águila.

Me lo advirtió el viento, que hoy habría lluvia nueva, que un brillo en los ojos me delataría, un leve temblor en los labios, y de lejos vino una corriente helada con sabor a mar, con sonidos de olas descompuestas, di cuenta de la muerte, de un dolor que se acuña entre bosques, y un púrpura que se riega en las ciudades y se expande como pequeño riachuelo, sin tener motivo, sin saber a quién ahondar en su semilla, y ante el sol se torna oscuro como la noche, para compadecerse de los musgos, quedándose ahí por siempre.

El viento tiene voz, una voz pausada, pero una ópera triste escucho a veces, como el rugido de un león herido, y corre presuroso, se convierte en un gigante ovillo, tan enojado por falta de motivos, que arrasa con la suciedad que advierte, para alejarse de nuevo, dejando sólo tristezas a su paso.

Ayer me habló de sonidos conjugados, donde el amor se repetía en versos, y se recitaba en oraciones, el corazón temblaba y una orquídea permanecía con la humedad del bosque, tan ardiente, soberana de los robles, que me creí dueña de su belleza y contemplé en silencio, tan solo en silencio, que de a poco sus pétalos caían, y un colibrí de platinadas alas, marchaba, ante la falta de miel, hacia otra flor.

No hay tiempo, su voz me silencia un poco, temo herirte con un beso, pero el viento asoma en un suspiro para implorar por un día mejor, donde sea apetecido el traje que se detalla en el espejo, y la humedad de nuevo me hace parpadear y ver hacia otro rincón, ahí las rocas parecen murmurarse sus amores, y un ave de paso decide descansar.

Un sonido en medio del silencio, un grito aterrador, almas que vienen y van, que se perfuman y se alejan, los sauces parecen llorar bajo la lluvia, y las gotas, son joyas juguetonas, van de rama en rama y el brillo de la vida me hace sonreír.

Su voz en éstos años con  olor a nieve empapada de tanto hedor, y otras, sembradas las montañas de inocentes en jaulas enormes, tragando sus propios olores, y muriendo antes que vivir un rato, correteando tras los grillos y los granos de maíz…

Pero el sabio viento acosa, entre una cascada donde las rocas tienen gruesa voz, advierte que se escucharán sonidos dentro de su propia voz, más no son suyas, vienen del norte, donde rayos y centellas que no son de Dios, volverán oscuro el cielo, y el azul intenso se teñirá de rojo color.

La música retorna una vez más, las rodillas se doblan, de nuevo entre la voz, su voz, mi voz, un suspiro, mi brisa vida, mi cantora flauta; el niño guadual danza con sus largas hojas, levantan su mirada las águilas, y las veo regresar a pesar del huracán violento que anuncia la voz del viento, entre las palmeras, para luego buscar aliento en el corazón del mar.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 8/13 

AMOR MÍO [106]

AMOR MÍO [106]

¡Qué frío está el tiempo!
El hielo no conserva aquélla dulce flor,
se deslíe torpemente para ser pequeño lago
dónde está mi amor.

Guardo de ti cada recuerdo,
se ha quedado el perfume de tu piel en mí
y tus ojos enredados en la noche,
estrella brillante, en cada anochecer.

De a poco te busco, me reencuentro,
y en un poco de versos te aprisiono.
Eres mi cárcel, mi condena;
y el suplicio de amarte
es el mismo de no verte.

Viejo amor que ciega me mantienes;
no hay roble que pueda crecer a mi lado,
ni enredadera que se parezca a ti,
ni  brazos que apetezcan mi cintura
ni  boca que se ajuste a la mía.

¿Y aun así, te alejas?
¿Ni una sola letra me puedes enviar?

Si dibujaras en mi estero una esperanza
correría como gacela hasta alcanzarla,
y en paz recorrería el último camino,
con una rosa en mis manos
para suplir el tiempo de esperarte,
dormida sobre tu pecho.

¡Mira cómo se deshiela mi vida entre los ojos!
Parece  río violento que no cesa de correr.
Borda con mis perlas un pañuelo blanco
y sécalas, que de a poco desvanezco,
para ser un poco de abono con la tierra
y un poco de poema entre mis letras.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 8/13




LO QUIERO [107]


LO QUIERO [107]

Aprisiona éste rojo corazón,
deja que la flecha haga su cometido
y no te escondas sin ninguna razón.
Mi corazón parece llama encendida,
¿y el tuyo, tan rápido se apagó?

Quiero esa boca tuya, tu piel sea mi vestido,
hay un invierno implacable que no cesa
y es en tu pecho en donde hallaré abrigo.

Lo quiero como la sed de un niño
sin el pecho de una madre;
lo quiero como una flor el oasis de un desierto,
lo quiero, como la musa para un poeta…

Y entonces, encendidas las pupilas te persigo,
te aprisiono con brazos invisibles
tomo todo lo tuyo para ser una en ti,
un poco de tu boca sonríe cuando escribo
y un poco de mis ojos lloran al perderte.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, septiembre 9/13


BORRACHA [108]

BORRACHA [108]

Entonces le hice caso al poeta,  mi noche fue de sensaciones raras, parecía un óvalo que cruzaba por la mar, y entre olas perseguí a mi estrella; pero la juguetona decidió esconderse bajo las rocas, ahí, el brillo de la vida era una estación consentida, y la muerte se llenaba de púrpuras, si el dragón hambriento pasaba, siendo una corriente veloz, y tomaba todo lo que le apetecía hasta que se hartaba, o tal vez nunca estaría lleno, pues vi que vaciaba su vientre en la doncella que se arrimaba con esos calores de luna llena, y al rato, un poco después, escuchaba sus gemidos de sirena que salían de su alma, y unas tetas mínimas, abrían sendas heridas con sabor a leche fresca.

Fue la borrachera más bella de todas; perseguí después a un caracol, parecía veloz, por esa extraña sensación de  quietud de luna, que parece que huyera  ante  una nube en traviesa con el brillo de las plantas, y estoy ahí, estática, en el mismo lugar.  

Mi  luna loca, tan divina, envía mensajes entre sus brillos tenues, y se queda viendo un rato, para después, al asomo del alba, tornarse blanco mármol, flor doblegada ante la luz del sol.

Ebria emprendí viaje, inicié la travesía  más hermosa de todas, entre escarpadas rocas  subí,  llegué a la cumbre ansiada de la montaña, te descubrí entre el bullicio del mar y el canto de las aves, y entre todos los encantos, me embriagué de nuevo.

El poeta me dio su poesía, ¿en dónde estará?, se quedó escondida entre tu pecho donde hubo fuego y cenizas,  mi boca prendida de sus labios, de sus ojos negros como la noche, y mi estrella estaba ahí, tratando de salir.  

Una perla gris me sorprendió llorando, para darme cuenta entonces, que no estaba allá, si no aquí.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 8/13








A MI AMOR [109]

A MI AMOR [109]

No le enviaría dardos a mi amor,
seré  lago en donde descanse el furor de su ansiedad;
pueda ser  oasis donde sus rabias se apacigüen
y una sonrisa le robemos a la mañana,
si escuchamos a un ave cantar,
tal vez veamos una rosa,
en  tiempo que no sea primavera.

Para mi amor las más dulces palabras…
Me pegaría de su cuello un momento
para cicatrizarme en su pecho
al tallar mi nombre junto al suyo
con la fuerza de las campanas en son.

Pareciera lluvia fresca un beso…
Pueda ser que un remolino de lenguas
nos descubra desnudos bajo cualquier árbol,
o en un acolchado de ramas secas
sin pensar en alimañas escondidas, ni sol ardiente,
pues estaremos encendidos y apagados a la vez.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 8/13
Quemas en Santander-Colombia





PALABRITAS 080913 [110]

PALABRITAS 080913 [110]

No me sorprende después de un cántaro de lluvia helada, ver salir el sol, y al instante, un grandioso arco iris, que permite madre hermosa, recordar tu inmenso amor.

No es tiempo de poemas, porque los demonios quieren violentar el cielo, desean llenar de pus el viento, y que un hedor a sangre y fuego, sea nuestro alimento.

Regreso una vez más, porque la intensidad del mar toca cada orilla de mi cuerpo, se arrincona en el nido de la calandria,  recuerdo que entre las rocas, suspiraban las gaviotas, y me entretuve un rato viéndote, mientras acariciaba un poco el arenal caliente.

Cómo me gustaría volver a delinear tus labios con mis dedos, y morder un poquito de tu lengua, espero que el sabor del tiempo exija un acorde pausado de mi corazón, y todavía me hagas cerrar los ojos.

Hasta el parpadeo de un sinsonte y la caída de una hoja, son voluntad divina, no puedo discutirlo, acabo de suspirar y sé que sin  aliento no hay vida, y sin vida, tal vez pueda ver a Dios a los ojos, pero la mirada de un niño me acerca al manantial manso de su amor, y la música a la voz de su alma.

No es malo, es sólo que nos equivocamos, pero los dos merecemos una nueva oportunidad, él se enloquece por las chicas jóvenes y hermosas, yo estoy deseando un buen hombre a mi lado, y tal vez nunca lo encuentre, pero él tampoco encontrará una persona leal como yo...

Tengo un amigo tan amigo, que hasta bajo tierra sería mi enemigo sin razón, pero he visto florecer los cactus en todo tiempo, a pesar del ardiente sol y de la falta de lluvia, siempre agradecido a su Dios regala las más divinas flores.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, septiembre/13

AHORA [111]


AHORA [111]

En el momento de la lluvia, sobre una roca espero…
Soy la misma gaviota de ayer, la herida paloma,
el motivo, las sonrisas al amanecer, y la carcajada de las olas
tan hermosas y ligeras, tan de brisas y sales vivas.

Ahora, cuando esperaba un enorme ramo de rosas
me tallé las manos con heridas nuevas,
no importa, estoy acostumbrada al frío de la tarde
a las ausencias de cariños,
y a los golpes al rostro sin motivo.

Pero levanto la mirada,
escucho al canario dorado en su jaula.
Un impulso de alas cerradas
al descubrir nuevos trinos, y otras tonadas,
una estrellada ante barrotes obligados,
y de nuevo inicia el llanto.

La cigarra ante la fuerza del calor siempre canta,
explota ante la lluvia y es pleno el amor.
Un cascarón vacío se parece a mí
una hoja desnuda ante un arroyo fresco
se aleja para llegar al mar.

Más no importa, una estrella de nuevo marcha,
no era mía, era de la brisa, así todos los sueños
llegan y se van cada día, cada noche, al abrir los ojos,
y aparecen rezongando al cerrarlos.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, septiembre 8/13

PRISIONERO [112]

 PRISIONERO [112]

No hay música por ahora, me conformo con el trino de un pequeño canario que sobre mi árbol aferrado está, y parece decir en canto: te alabo mi Dios de luz, a pesar de la prisión tengo mis alas, más no puedo volar, mi libertad está en manos ajenas, pero por ti, soy todo lo que soy, mi sueño es abrir las alas y escapar, dejando mis plumas y huesos a quien me enjauló.

Busco el abrigo de un amor, un frondoso árbol en cualquier esquina, un pequeño gajo de rosas para anidar contigo, pero una mano hurtó mis sueños, y aprisionó mi corazón.

El día está soleado y te veo aparecer como una imagen preciosa, mi dorada reina en otra rama me incita a volar, más no puedo, una herida tras otra, y la prisión no explota, sus barrotes son de indiferencia ante la razón de mi vida, son de luces que parecen fuego y castigan mis ojos, son de diabólicas  carcajadas al caer la tarde…

Canto una y otra vez, pero el sonido se pierde, sus ojos brillan al escuchar mi voz, más no divisan que al cantar estoy llorando, y al llorar, mis trinos son dádivas del  Creador.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 9/13