martes, 11 de junio de 2013

ZAPATOS AJENOS (105)


ZAPATOS AJENOS [105]

Espero nunca calces los zapatos ajenos
ni recibas un mal pago por tu honestidad.

Espero mañana no te paguen con la misma moneda
y puedas levantar el rostro
sin lanzar bofetadas como ahora.

Sobre mi roca le pido a Dios no guardar rencores
por aquéllos días de amor y bondad.

Esos borrarán las culpas
y por ellos también nos podemos abrazar.

Raquel  Rueda Bohórquez

11 6 13 

LLAVES (106)

LLAVES [106]

Te di las llaves de mi corazón
para que abrieras la puerta,
no para que la estrujaras en mi rostro.

Todo lo que soy
te lo entregué sin mezquindad,
a cambio, he recibido tu veneno,
que de a poco mató mis ganas y anhelos.

¿Qué hice acaso?
No comprendo, renueva esa puerta,
cambia el cerrojo,
pon un candado a tu boca
y siembra un jardín en tu alma.

Vendré de nuevo
y me acobardaré en tus brazos
si perfumas el ambiente y me acoges,
como a tu esposa y amante.



Raquel Rueda Bohórquez
11 6 13 

SONRISA (107)


SONRISA [107]

Conservar la sonrisa como un niño, es difícil.
El pensamiento es la causa del mal en el hombre,
sus carcajadas al envejecer, le dañan,
para convertir su rostro en una mascarada.

Raquel Rueda Bohórquez
11-6-13

SIN FE [108]

SIN FE [108]

Ciertamente, Dios no es una iglesia, es la iglesia, y cada uno de nosotros somos el cofre donde Él debe estar, de nada vale decir que amamos a Dios si odiamos a nuestro prójimo, si cada día nos burlamos de sus desgracias, y nos creemos seguros en nuestras falsas riquezas y vanidades.

Sin Dios, ni siquiera el polvo de mis sandalias.

Un hermoso día, para cambiar de actitud frente a los demás; con nosotros mismos, que no seamos nuestros propios verdugos, ¡cuidado!, tenemos un rabo de paja largo, puede ser el primero que se incendie, por eso no me permito señalar a nadie, sino levantarme y agradecer a ese Dios que parece invisible, pero que está con los primeros rayos del sol y el trino de las aves que a pesar de prisioneras cantan y a pesar de que sus alas han sido cortadas, desean volar y continúan cantando…

Un abrazo, que el día de hoy nos encuentre con los ojos bien abiertos y dispuestos a permitir que su amor esté en nuestro corazón, para transmitir algo bueno a los demás, y a nosotros mismos.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio 11/13



TE QUIERO (109)


TE QUIERO [109]

Te quiero
como quiere el sol a las montañas,
las cascadas aman a las rocas,
mi corazón desea 
a la corriente tibia y roja
que corre por mis venas.

Te quiero como el huerto a las rosas,
un bebé, las flores de los pechos de una madre
 y mis ojos a la prisión de los tuyos.

Te quiero simple y sencillo.
Gorrión sobre una rama,
palomas arrullando 
a sus amores en su nido.

Tan dulce 
como un beso enardecido
de tus labios en los míos.

Así cerrar los ojos 
para encontrarme con las estrellas
que palpitan en el pecho,
junto campanario débil 
de mi corazón y el tuyo.

Raquel Rueda Bohórquez

11 6 13 

A MI JEFE (110)

A MI JEFE [110]

Cierro los ojos a mi nuevo día y apareces.
Bajo la rama de tus alas me cobijo
y un sentimiento de paz a mi corazón llega.

¿Quién eres, que llenas mi vida de fuego?
¿Qué eres tú, que sólo sabes amar?

Bella vida donde tu amor sin fin
hace palpitar en los ojos una estrella,
para invitar a doblar las rodillas y bendecir.

¿Quién soy?... ¿Qué soy?...

Mientras lo pregunto, vago por aquí
buscando la manera de lograr tu amor,
viendo seres que aman sin pedido
y colibríes que bendicen a una solitaria flor.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, junio 11/13 

OJOS DORADOS (111)


OJOS DORADOS [111]

Sobre la cuesta con mis revueltas crines,
quise de la montaña escalar más alto.
Nubes viajeras de trajes azulados, cargaban mis sueños,
y en los cerros, la voz del águila pedía a gritos mis besos.

¡Qué loca y vana carrera!...
Pareciera arrastrar de mis pies las heridas.
Entre las sombras de la polvareda, el tiempo queda.
Sobre los anillos del sol, el aura de un mañana nuevo.
Entre las flores de la enredadera de pequeñas flores
descifrando versos y mieles, el colibrí se amaña.

Aprisa como una loca voy, pero diviso la cuesta.
Temo desbocarme, a veces lo hago,
en mi carrera me sostiene una mano
providencia me abraza.

De nuevo, viendo al horizonte, busco sus dorados ojos
que tejen sobre un inmenso árbol con lágrimas del sauce,
un gran nido, donde quedarán perlas azules
para convertirse en dobles viajeros sin pensamiento,
que surcarán el cielo prometido, en sus mañanas,
al antojo del viento.

Sigo bordando pequeñas letras con malos acentos…
Continúo la carrera de entretejer enredaderas en las ramas.
Entre el junco de verdes inmortales, un toche laborioso,
sobre los almendros, en las vencidas hojas, una guacamaya,
y el iris emplumado inicia la rochela
para llenar el bosque de vida.

Continúo la carrera, voy en picada,
tienen mis ojos el brillo de los amaneceres,
mis labios, el sabor de los tuyos…

Mi corazón el sonido de la lluvia sobre las rocas.
Danzo, corro, palpito con vida nueva
viendo sus dorados ojos aparecer con sus alas abiertas
persiguiendo mi sombra.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio 11/13