lunes, 11 de noviembre de 2013

A LA MADRE TIERRA [90]


Mami en la finca.

A LA MADRE TIERRA [90]

Nadie llorará, fuimos advertidos.
Mi madre tierra está enojada.
La brisa no se detendrá, está libre;
no hay árbol que la sostenga,
ni hay barrera para ella…

Es la voz de Dios…
Fuimos prevenidos  muchas veces:
¡Siembra, riega, abona, cuídala!
Que no derriben a los valientes
que llenan de hojas verdes
y suspiran cantos felices a los bosques.

¿Qué has hecho con tu tiempo?
¿Has cuidado las flores del jardín?
¿Has cuidado el árbol de tu puerta?

Sólo grises montañas y rocas de cemento.
Se aplanan las cimas…
Se le roba a los ríos el cauce,
se abren huecos en la tierra
que se llenarán de todo ser vivo, y después,
cual un huevo podrido estallará.

Nos dijo el Dios de la brisa:
No abarques más de lo que necesitas,
¿tienes derecho acaso a todo?
Envié ángeles a la tierra de compañía
pero los devoran,
parecen dragones insaciables…

No son hombres quienes matan a los suyos.
Les regalé inteligencia para que la utilizaran bien,
llené de uvas sus mesas, de trigo y abundancias,
y  la mano del hombre, llega a lo intocable.

¿Ahora tienen miedo?
¿En cuánto tiempo se levantarán los árboles niños?
No hicieron caso a los avisos, a las sombras de la noche.
No aceptaron que cada día, la voz del viento será más fuerte.
¿Y ahora? ¿Qué barrera hay para que se detenga?
¿Qué árbol fornido y arrogante, soportará su fuerza?

Es el suspiro de la madre tierra…
¡Tantas heridas!, ¡demasiados ultrajes!...
Se regaron las semillas con sangre
y no dejaron florecer la vida…

Que nada les espante, que nada los acorrale…
Es la cosecha que han sembrado sin detenerse,
¡recojan de sus propios escombros!,
de las heridas tomen  la misma sangre que derramaron.
Ya no hay vino, sólo  lágrimas llenarán el mar.

Abran puertas y ventanas, para que pueda pasar…
Tomen aliento, para que prueben el sabor  del viento.

Una vela encendida a la madre, miren a los ojos,
busquen un rosario y empiecen a sembrar oraciones,
porque ahora, la madre tierra agoniza.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, noviembre 11/11

¿QUÉ HARÉ HOY? L3R [91]

 ¿QUÉ HARÉ HOY? [91]

Tengo un proyecto para hoy:
No hablar de los demás,
esperar que la corriente siga su camino,
y tratar de ser mejor.

Hoy será todo liviano, suave...
Es un nuevo festivo y estaré feliz,
atraparé un sueño maravilloso, y se dará.

Pintaré de carmín mi boca  y esperaré a mi amor.
No estaré impaciente, está sembrando tantos árboles,
que mañana estarán llenos de frutos.

Abona una tierra desértica, sin esperar nada...
Sólo que el enojo de la brisa no tropiece de nuevo
y derribe lo que con tanto amor y sudor,
se ha devuelto a la tierra.

Mi amor  no está impaciente...
Sabe que soy su rosa plantada en el jardín,
la que siempre espera,
y ahora es sumisa y callada.

El rocío de sus ojos la mantiene despierta,
un poema nace, mientras él abre la tierra
le regala una semilla y sonríe...

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 11/11



SERES DE LUZ [92]


Ocaso, imagen Sonia Rueda B.

SERES DE LUZ [92]

Hay seres que parecen un sol asomando entre las nubes,
a ellos dedico mi día, porque nos acarician con su belleza interior
y con la magia de sus enormes sonrisas.

Abarcan el corazón y hacen volar el alma.
¡Qué rico soñar!... bonita la transparencia de un lago.
Hermoso el aleteo de una mariposa;
encantadora su danza entre las hojas.

Hay ojos que parecen manantiales.
A ellos la oración del día,
porque nos hacen sentir una presencia,
parece que llegara un colibrí tornasolado
y abriera sus alas ante una flor…

¡Tan bonitos tus ojos negros!…
Tan bello el sol que está sobre tu cuello.
Esa carcajada de ahora la atrapo,
y me quedo en el iris de colores
que parece palpitar en ellos…

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 11/13


ESTACIONES 2 [93]

ESTACIONES 2 [93]

Mientras corría de un lado a otro,
los ojos regalaron rocío
y una roja flor  abrió
a un nuevo día…

Hizo estación tu mano en la mía.
Me fue donado un beso,
una caricia floreció
con sin igual embeleso.

Ese abrazo confundió las estrellas
y un navío se desvió de su cauce
con  una sensación dormida…

Y despertó la flor ajada…
¡Acaríciame!... toma un poco de mí,
que llegue el colibrí al corazón
y robe todo su néctar.

Todo pasaba ante mis ojos,
el mundo hizo una estación:
¿Es primavera hoy?
Las veo volar apresuradas,
llevan cantares a otro cielo
con la brisa que susurra amores,
y la paz se estaciona en una promesa
perfumada de azahares.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 11/13



EL PIANISTA [94]


Alex Rueda.

EL PIANISTA [94]

De un instante  a otro,
en una playa llena de amores,
levanta su mano mi pianista
y empieza la música, el sonido…

Escucha… ¿son gaviotas que vuelan?
¿Es el trino de un sinsonte en una rama?
Se repiten los sones y las letras,
las voces se unen y se inflaman…

¿El mar es el piano de su boca?
¡Escucha cómo canta sobre las rocas!
El sonido de las olas son sus manos
que van y vienen, 
dejando versos en el viento,
para las caracolas.

Acuso recibo de tu amor…
Sus ojos son los de las golondrinas.
¡Qué veloces van entonando una oración!
El bosque se inunda de sonidos,
son órganos y ocarinas inflamando el corazón.

¿Tiene sonido el color?
La fuente de la vida tan mágica,
el son de tu boca, el tambor de tu pecho,
tú y  yo…

Toca mi pianista la melodía de  las palmeras,
las flores al iniciar  su radiante primavera,
el saltar de un venado entre las ramas secas;
y así, con tus manos invisibles,
con la flauta de tu pecho incansable:
¡Regálame el sonido de tu alma!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 11/13


SEMBRAR/El Serbio [95]

SEMBRAR/El Serbio [95]

Mi serbio está haciendo una labor: sembrar... sembrar... sembrar...
Muchos lo hacen y otros destruyen, un día de éstos contaré el final de la telebobela,
por ahora me entretengo con los sonidos del viento, ¡son tan lindos...!

Camino por ahí buscando siempre una flor, o un motivo para ser feliz...
Lo encontré en mi blanca hoja del día a día, y doy gracias a Dios por ello.
Ya nadie ríe, porque atrapé el más hermoso sueño de mi instante
y no dejaré que nada me lo arrebate...

Pienso en tu boca, en el constante palpitar de una campana, y regresa a mi oído un suspiro...

A lo lejos un alcatraz veloz, lleno de ricuras para sus hijos.
Aguardo al sembrador de sueños en un tocar de manos
en el piano que me donó.

Mi amado músico: quiero que escuches mi voz temblorosa,
las blancas y negras de mi interior, que palpitan conmigo;
el sonido de la voz las estrellas como ojos de niños
que brillan y alegran la noche,
Y al paso de una quebrada,
las rocas entonan maravillosas melodías
que nos invitan a orar y descansar.

¡Canta el corazón si está contento!...
Y a veces es tanta la felicidad,
que me invita también a llorar...


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 11/13