Mami en la finca.
A
LA MADRE TIERRA [90]
Nadie
llorará, fuimos advertidos.
Mi
madre tierra está enojada.
La
brisa no se detendrá, está libre;
no
hay árbol que la sostenga,
ni
hay barrera para ella…
Es
la voz de Dios…
Fuimos
prevenidos muchas veces:
¡Siembra,
riega, abona, cuídala!
Que
no derriben a los valientes
que
llenan de hojas verdes
y
suspiran cantos felices a los bosques.
¿Qué
has hecho con tu tiempo?
¿Has
cuidado las flores del jardín?
¿Has
cuidado el árbol de tu puerta?
Sólo
grises montañas y rocas de cemento.
Se
aplanan las cimas…
Se
le roba a los ríos el cauce,
se
abren huecos en la tierra
que
se llenarán de todo ser vivo, y después,
cual
un huevo podrido estallará.
Nos
dijo el Dios de la brisa:
No
abarques más de lo que necesitas,
¿tienes
derecho acaso a todo?
Envié
ángeles a la tierra de compañía
pero
los devoran,
parecen
dragones insaciables…
No
son hombres quienes matan a los suyos.
Les
regalé inteligencia para que la utilizaran bien,
llené
de uvas sus mesas, de trigo y abundancias,
y la mano del hombre, llega a lo intocable.
¿Ahora
tienen miedo?
¿En
cuánto tiempo se levantarán los árboles niños?
No
hicieron caso a los avisos, a las sombras de la noche.
No
aceptaron que cada día, la voz del viento será más fuerte.
¿Y
ahora? ¿Qué barrera hay para que se detenga?
¿Qué
árbol fornido y arrogante, soportará su fuerza?
Es
el suspiro de la madre tierra…
¡Tantas
heridas!, ¡demasiados ultrajes!...
Se
regaron las semillas con sangre
y
no dejaron florecer la vida…
Que
nada les espante, que nada los acorrale…
Es
la cosecha que han sembrado sin detenerse,
¡recojan
de sus propios escombros!,
de
las heridas tomen la misma sangre que
derramaron.
Ya
no hay vino, sólo lágrimas llenarán el
mar.
Abran
puertas y ventanas, para que pueda pasar…
Tomen
aliento, para que prueben el sabor del
viento.
Una
vela encendida a la madre, miren a los ojos,
busquen
un rosario y empiecen a sembrar oraciones,
porque
ahora, la madre tierra agoniza.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
noviembre 11/11