viernes, 22 de febrero de 2013

A TUS OJOS CLAROS [19]

A TUS OJOS CLAROS [19]

¡Qué blanca cabellera señora!
¡Qué diáfana sonrisa de niña!
Paloma que arrulla en mi ventana,
¡si la vieras!, como tú, cálida y serena.

¡Qué mirar tan bello el de tu niño!
Tu almohada pequeña que te arrucha
tiene rostro de ave canora,
y guarda sus pequeñas manos en tu corpiño
ansiando de ti un poco de cariño.

No hay rimas, sin ti no hay poesía
todo es silencio en tu hogar,
no llega el bullicio de golondrinas
se fueron todas, ¡para nunca regresar!

No se oye el canto del sinsonte
y el toche de alas doradas ya no está,
ha viajado primero antes del ocaso
y te espera en la estrella más brillante
cerca de donde el cielo parece un mar.

¡Mira!... ¡vuela una garza blanca!,
en un segundo se transforma en rosa,
has de ser tu mami, ¡no te hagas!,
no pretendas ahora ser una mariposa.

Y me queda tu vaga sonrisa
tu voz… ¿tu voz la he olvidado?
Me queda entonces un retazo de tus ojos
tallados, en un insondable lago.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, febrero 22/13

EL PODER DE LA SILICONA [20]

EL PODER DE LA SILICONA [20]

Una realidad se presenta para la mujer actual: El bisturí y la silicona.
El hombre pasó de buscar a una mujer, carne y hueso, por cambiar su estilo por mujeres plásticas, que sólo están dispuestas a entregar su cuerpo, a cambio de dinero, diversión y placer.

No podemos decir que vernos bellas no sea una opción, pero no podemos convertirnos en objetos de los hombres, que sólo buscan una mujer para pasar el rato, y es por ésta clase de mujeres “de silicona” que muchos hogares están perdidos.

Qué pena cuando digo que muchos hombres tienen el cerebro en medio de las piernas, pero no es mentira, pocas veces vemos a un hombre fijarse en una mujer por su inteligencia y valores, sino que necesitan para su varonil encanto de macho, a esas chicas plásticas que todo se les ve grande, ahí se les va la mejor parte de sus vidas, dejando de lado lo maravilloso que hubiera sido compartir momentos con aquélla mujer que escogió para que lo acompañara en su vida, con sus hijos, y todo lo que representa un hogar.

He visto muchos hombres equivocados, muchos chicos que van por el mismo camino de sus padres, finalmente cuando ya están viejos con su sexo pegado de los huevos,  llegar como perros falderos a las casas de sus esposas, quienes, claro, muchas los reciben para que ocupen la última habitación de la casa, en cambio otras  con su  rotundo: ¡“No gracias”!, han podido recuperar algo de sus vidas y han logrado ser felices.

Me apena por la juventud, por las jóvenes que no se aceptan como son, puede haber mejoras por ejemplo si  un cáncer ha mutilado uno de nuestros pechos o para sentirse mejor, más no para que el hombre nos vea mejores y utilizar el cuerpo como mercancía, pues dejaríamos de ser mujeres, para convertirnos en juguetes caros de ellos, en sólo objetos que lanzan a la basura si lo desean, y después de ahí no los tomarán nunca más.

¡Qué vano es todo!, si éstas chicas estuvieran conscientes de que la belleza es tan efímera como la vida misma, no se expondrían de tal manera, poniendo en peligro su salud, o tal vez no les importe sino la vanidad de creerse las más hermosas, para finalmente cuando ya el cuerpo se empieza a resentir por éstos cuerpos extraños, tener que admitir que al retirarlos quedarán peor de lo que iniciaron, ¡bolsas plásticas arrugadas!, me da mucha pena, pero es la gran realidad en nuestro tiempo.

Quiero envejecer dignamente, me hice una cirugía,  no puedo negarlo, por un cáncer, y bueno una reconstrucción para mejorar un poco, pero sin aceptar cuerpos extraños, quitar en vez de poner, ahí está el gran error, pero no lo hice por ningún hombre, lo hice por mí, por sentirme mejor, y que mi ropa se ajustara bien.

Muchas mujeres han muerto a causa de estas cirugías, muy jóvenes, también me expuse, y no me parece justo que con el regalo más hermoso que el Creador nos ha dado, juguemos de ésta manera, sólo por vanidad, y mucho menos por entregar nuestro cuerpo a los hombres para que se sientan bien como varones y  nos exhiban como perritos finos.

Chicas… ¡a despertar!… a valorarnos como seres humanos, nuestro cuerpo merece respeto, es el templo sagrado de nuestro espíritu.

¿Vale destruirnos y destruir a otros por algo que no vale la pena?
La juventud se va rápido… veloz…

Y si te miras al espejo, te darás cuenta que no eres más que una pequeña hoja al viento de cualquier árbol, sólo pequeñas mariposas que se vencerán antes de la próxima primavera, si no tomamos un cuarto de hora a pensar en la vida, y en la manera de manejar ese cuarto de hora que nos regaló ese Dios invisible que muchos niegan, a pesar de toda la grandeza que observamos cada segundo, y la manifestación diaria de su poder y gloria.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, febrero 22/13

PASODOBLE A LA SHEILA [21]

PASODOBLE A LA SHEILA [21]

1- ¡Selecciona la melodía por supuesto!
2- No necesitáis parejo… ¡podéis buscar una escoba!
3- Os plantáis ante un espejo a tu altura, pero que no te veas gorda, o si te ves gorda no os preocupéis, que danzando no sentiréis  ese rellenito.
4- Posición rostro levantado como si vierais tus ojos en el espejo, recta…
5- Posición de las manos: Derecha como si bailarais  bolero, pero a 2 ladrillos de distancia, podéis tomar la imaginaria en la tuya, la izquierda la dejáis sobre su hombro.
6- ¡Ojo mujer!... Habéis olvidado lo más importante: Un traje rojo pegaíto al cuerpo, y abajo, que podáis abanicarte… ¡Ah!... echad el abanico por si las moscas… y las zapatillas negras y las castañuelas no están de más.
7- Con esa postura tuya de torera, de quien va por todo, empiezas a danzar de la siguiente manera: 
Haced  cuenta que tu parejo te “coge” y da vueltas, cuantas veces a él se le antoje, y has de estar preparada, no sea que  te caigas por ahí como una guanábana madura.
8- Empezad a danzar como si estuvieseis amasando uvas primero… dais un paso adelante como si caminaras y mostraras al toro lo que tienes, ¡así con bravura y fuerza! ¡Tenéis que hacerte rogar para la estocada final!
9- Iniciad tomando su mano, y el resto que te expliqué, apenas la música inicie… y después, ¡dale duro, con fuerza y empuje!, hasta que ese coraje que tenéis os pase…  un paso adelante, dos atrás, tres cuatro, cinco, una vuelta, dos vueltas, caminando de lado, de medio lao, pisaos, machacaos. Has como si fuerais a caminar, pero es mentira, sólo simulas un poco,
10. El paso grande con el pie izquierdo y con  el pie derecho machucáis las uvas… y ya, cuando estéis preparada lo hacéis con el parejo, pero lleváis  el abanico dispuesto y cerrado, para que lo clavéis en su espalda, pero sin causar heridas, sólo como un juego.  Para que al fin entiendan que las mujeres no aceptamos las corridas de toros ni reímos por sus heridas; más sí nos encanta danzar por la vida. ¡¡Y olée!!

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, febrero 22/13 

HABLANDO CONMIGO [22]

HABLANDO CONMIGO [22]

No sé qué decir, me ha dolido éste nuevo golpe en el rostro…
A ratos no comprendo, si lo que digo o hago es tan fuerte, que muchas personas se ahuyentan, o soy yo,  una tonta creída de la vida, confiada en todos, que abre su corazón y una vez abierto, las heridas no cierran.

Sé que me has apartado de tu vida;  que sola formé un ovillo con todo lo hablado, mientras lo tuyo estaba en otro lado.

Has cerrado la única puerta que tenía abierta para fantasear, para convencerme de que aún puedo amar y soñar; de que las estrellas están en el cielo por alguna razón, y que las primaveras son eternas, sin importar que mi vida tenga todos los otoños y veranos, y que mis inviernos se ajusten a mis ojos, como el verdor a la montaña.

Me gusta sacar las espinas, siempre lo hago, y para eso el Señor me regaló ésta pared en blanco, en la cual siempre dejo un poco de mi vida.

Ésta me ha dolido mucho, pero no te culpo.
Soy la única responsable por estúpida; porque cuando las rosas pierden el color, nadie las desea, pero si te diré que aún guardo un poco de perfume en mi alma.

Tal vez te vuelva a ver, a través de éste invisible libro abierto, con cara de todos y finalmente de nadie, y alguna sonrisa logre, sin importar los cardos de la vida, y pueda donar de mi corazón una carcajada a quien se atraviese en mi camino, sin ver si estás llorando, pues ésta es la gracia que tiene lo virtual, de no poder adivinar nuestros rostros.
Amigo mío, no puedo decirte nada,  pasaste a ese plano del silencio donde no puedo develar lo que mi corazón me dicta, pero aquí estaré  pensando en ti, en esos momentos de carcajadas que no fueron negadas, y esos segundos de complacencia, creyendo que me amabas, pero todo estaba en mi loca cabeza.

Habrá un mañana donde tal vez nos veamos a la cara, y mi rostro se torne púrpura; o podamos soltar a la vez una carcajada, viendo que tu amanecer es tan bello como el mío, y que nuestros sueños, sin importar el sendero que han tomado, sean la certeza de que Dios nos ha regalado un poco de felicidad, no la falsa alegría de rellenos de siliconas que tanto te gusta exhibir, ni fantasías en la cama, sino esa felicidad de saberte bien, y de que alguien ha ocupado un lugar especial en nuestra existencia, dejando el regalo de la  paz, al sentirnos amados y correspondidos.

No puedo negarlo; ese mensaje subliminal sólo hizo efecto en mí: “TE QUIERO”, “TE QUIERO”, “TE QUIERO”… 

Dios te bendiga, te proteja y te diré “gracias”, porque fueron días y momentos maravillosos, pude olvidar que estaba triste, para reír contigo por cada segundo que la vida nos regaló, y permanecí con mi orquídea húmeda y hermosa, en un jarrón de cristal limpio y transparente.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, febrero 22/13