¿Dios, en dónde
estás?
Luego canta el gallo
al amanecer
Y con su respuesta me
basta.
¿QUIÉN
ES DIOS? (37)
Siempre
viene a mi puerta gente que hace preguntas y preguntas sobre Dios, imaginan que
su religión es la verdadera, y censuran porque tengo una imagen de María a la
entrada de mi sala.
¿Sabe
qué significa la muerte?, ¿por qué razón el mundo está ahora tan perdido?, ¿por
qué razón adoran imágenes?, si vinieras a nuestra religión encontrarías a Dios…
Me
quedo viendo y escuchando sin oír, cada necio se ha de apartar de mi puerta, y
otra vez me dice: ¿qué es el reino de Dios?, y para ser tan iletrada, mejor me
quedo callada, aquí entre nos, soy mala para discusiones políticas o
religiosas, debido a que no sé llevar una charla de éstas, ha de ser porque no
soy doctora o no me aprendo de memoria versículos y capítulos.
Mientras
hablaba y hablaba la doña, intentaba ver hacia afuera de mí, un pequeño
canario, cada día uno nuevo es colgado en su prisión en mi árbol, y ese canto
en vez de parecerme feliz, es un angustioso llamado hacia la libertad, y
entonces veo a Dios en sus ojos y en sus plumas doradas, lo admiro en ese
trino, que como un arpa en su alma, nos quiere decir algo, pero como necios no escuchamos.
El
tipo se cree dueño del canario y de su libertad, y como alguna vez también lo
fui, nos volvimos prisioneros queriendo ser dueños de un canto de pájaro, y lo
condenamos como a Jesucristo, sin permitirle cantar a su bosque y a sus novias.
Veo
a Dios en las manos del anciano que va con su carreta a tiro, no hay caballo,
él es su propio animal, sube y baja vendiendo limones o mangos que ha bajado de
cualquier árbol del camino, y de nuevo pasa ante mis ojos, descansa bajo el
árbol que adopté como hijo y mira y mira hacia cualquier portal, pero nadie
sabe que lleva los bolsillos rotos y que ha regresado con la misma carga y el
mismo afán, pero con una espina nueva en su corazón.
¿Cómo
vamos a hablar de Dios de puerta en puerta, si dejamos de tender la mano a
quien lo necesita?, imagino que lo encontrarán en un asilo para ancianos, en un
hogar para niños abandonados, en una esquina en donde los poetas tragan
pedacitos de luna, y ella agradecida, se crece una y otra vez, para que sus
hambres de amor se calmen.
Dios
es todo lo que veo, Él son mis manos que se mueven gracias a su favor, es mi
pecho que respira gracias a su brisa fresca, Él es mi hermano Pablo, Pedro,
Domingo, cuando me dan un gran abrazo y sienten que mis penas son las suyas, y
siento que las suyas son mías, y nos reímos por los mismos chistes, y nos
tomamos esos cafés sencillos, dejando un cariño escondido bajo mi ratón.
No
me gusta que vengan con esas caras de santos a decir que sus religiones son las
que contienen la verdad, cuando la verdad es el bien que podamos hacer a otros,
es el perdón que podamos dar y la sonrisa que podamos colocar en esos rostros
tristes, que siempre están a la vera de nuestro camino.
Soy
la iglesia en donde mora Dios, tú eres ese palacio en donde habita la verdad,
Él es la verdad que nos ha de llenar, es nuestro propio manantial que se riega
por la mirada que se vuelve limpia y translucida.
Dios
es una luciérnaga brillando en nuestra propia oscuridad, somos esencia de sus
flores y colibríes que vuelan, siendo esmeraldinas joyas que buscan un perfume,
y de paso, dejan un poco de cariño para recibir miel, y fuerza para continuar…
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
febrero 16/16