Mi perrita se llamaba Sheila,
lloraba en mis brazos,
se pegaba fuerte de mi corazón;
a los pocos días
se fue a contar estrellas en el cielo.
SAN
VALENTÍN (40)
Me
dijeron que hoy era día de San Valentín; a veces estoy demasiado elevada para
darme cuenta de nada. A todos mis
amigos, muchas bendiciones, a quienes están enfermos del cuerpo y del alma, que
hay muchas maneras de sanar, y la principal de todas es iniciar por nosotros, amarnos,
limpiarnos, y luego, entregarnos dulcemente como lo hace el manantial desde su
fuente.
Mi
madre siempre vivía radiante de felicidad. En sus tristezas, una oración le
daba fuerza, y su mirada al sol era vital; le encantaba observar todo, una
flor, una hormiga, un muchacho que pasa muy aprisa; un niño que corretea por
ahí, las nubes, el paisaje; y todo le parecía lo más hermoso, siempre daba
gracias a Dios por cada espina y sonrisa que le tocaran.
Jamás
le daré ni siquiera por los talones. Sé que ahora mismo tenemos comunicación,
que voy a un paseo corto y sentimos la brisa fresca de la mañana, en medio de
pasos de niña cansada, y su sonrisa, de regreso a casa con sus oraciones, y
luego ese abrazo enorme: "gracias mija", pero la realidad es que
todavía no he agradecido como debe ser por ese amor de mujer que estuvo con
nosotros por tan corto tiempo. Ahora siento sus achaques, ¿debo agradecer
también por eso?, ella lo hacía siempre: Gracias Señor por mis dolores que son
pequeños ante los tuyos, gracias porque así andaré tus caminos sin tanto pensar
en lo que siento, pues éste dolor me acerca a esos seres sin abrigo en
cualquier rincón olvidado del camino.
Sin
más cantaleta, por mis amigos que están y los que se fueron por cualquier
tontería; que Dios bendiga siempre sus andares, que seamos tolerantes y
aprendamos a cerrar el pico, un asunto que siempre me ha traído problemas,
pero, si lo abrimos, que sea con la verdad, y por la verdad seremos limpios y
libres, amén.
Raquel
Rueda Bohórquez
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