¿QUÉ SOY? 5
Cómo me atrevo a creerme
grande, si en mi propia pequeñez, sólo soy un pequeño grano colado en el gran
ojo del universo.
¿Qué me creo acaso?, una
vagabunda soñadora, errática, como un ave herida bajo el sol, o un suspiro
antojado bajo cualquier pedregal, en un
mar imaginado, donde sólo la sal parece bendecir la vida, mientras el agua se
desvanece por las pupilas.
¿Qué bicho raro soy?, no
me comprendo, no sé la razón de la melancolía, hago el ejercicio miles de
veces, yo me amo, me quiero, me perdono, gracias, te amo, pero no funciona, y
el reloj continúa su implacable conteo.
Danzo un poco ahora,
llueven tormentas de poemas, y un precipicio de hojas se extienden como sábanas
ensangrentadas, por el universo, ¿qué me importa que a otros les duela lo que a mí no?, vivo colada en mi
propio mundo, voy y vengo entre fantasías y locuras, y el espejo se vuelve
redondo dentro de miles de círculos, en donde gira el alma de alguien que se
parece a mí, pero es solo una libélula que ha caído en un lago, esperando el
tropiezo de una boca, para desaparecer para siempre.
¡Nada de lo dicho tiene
sentido!, pero lo digo, porque se me antoja poner a volar barquitos de papel
entre las nubes, y trepar sobre montañas de caballos con alas, y perseguir tus
ojos negros en la más oscura de las
noches, dejando un poco de luna para encontrarnos al fin.
No sé qué me sucede hoy,
¡parece todo tan raro!, persigo el amor, pero él se esconde dentro del fuego de
una hoguera, que de a poco me consume, y si estás, no lo sé, ¿acaso lo has
dicho alguna vez?, y si eres o no, ¿por qué razón siempre me equivoco?, pero no
soy nada, alguien mueve las fichas, en un mundo donde estuve, en otro terreno
pedregoso de casa grande y faldas grises, y la madre, mi propia madre que nunca
envejece, me lleva de nuevo dentro de sus aguas tibias, y reboto, sin saber que
de nuevo existo, y otra vez suspiro, me aferro a la liana de su ombligo, para
nadar cerca de su corazón, y oprimir el mío tan mínimo, que apenas empieza a latir
junto al suyo, conociendo desde ahí, el primer síntoma grave del amor, que me
tiene aquí de nuevo, en medio de un lago, donde sus aguas mojan el mundo en
donde habito, como sueño, como espada, tal vez como un gorrión de plata,
antojado en colores de luna dorada, que mañana, será bañada por el plata de la
vejez, y al segundo, será mordida por un gigante, que habita en las alturas.
¿Qué soy?, nada soy ahora
ni mañana, es raro vivir como en un sueño inexistente, que es tan solo esperar
a morir, ¿entonces mi afán, cuál es la
razón de mi angustia que no descifro?, dejo el hilo de mi cometa suelto, y me
dejo llevar de nuevo, no siento nada, dejo la mirada tranquila hacia un punto
fijo, para que mi alma pueda volar, y pueda gritar que es verdad, no soy ni
siquiera, un suspiro de brisa sobre una hoja, que se deslíe bajo la sombra de un
ciprés.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 14/14