lunes, 2 de mayo de 2016

LLOVIENDO (66)

LLOVIENDO (66)

Ahora mismo son las 6.46 pm, se fue la tarde no sé para dónde y regresa la noche con zancudos y mucho calor, pero llega la bendición del cielo con diamantes de vida, alhajas que adornan las hojas y besan las flores, componiendo una melodía a la soledad y al consuelo.

Mañana cumple 4 años de fallecido el Monacho, parece que no ha pasado nada y que fue una pesadilla, pero recuerdo ese último abrazo mojado en la esquina, saliendo del gimnasio a las 6 am, muy temprano, le gustaba ejercitarse, amaba su cuerpo y cuidaba la belleza que Dios le había dado, soñaba con niños y esposa, con ser un anciano tomado del brazo de su nieto; quería viajar, conocer el mundo, abrazar a todas las gentes que pasaban por su lado, y en medio de bromas y gritos pasaban los días, más ese día 3 no pasó, fue como un cortarse la vida en un parpadeo, y con él se fueron muchas ilusiones, pero acatamos la voluntad mayor.

Al principio no sabíamos la razón, pero esa razón no admite preguntas, ni llegarán respuestas, porque la misma vida nos prepara cada segundo para la muerte y tenemos que afrontar ésta parte. Los que tenemos que despedir a los jóvenes quedamos con un amargo en la boca, y una roca afilada en la garganta, que a los 7 días se ajustó con la muerte de nuestra amada madre.

La tarde sigue, el ventilador llora su oración repetida hasta el cansancio, los perros vigilan cada uno de mis movimientos y poco a poco, se van ellos también, quedan unos cuantos ojos y camisitas doradas tocando con su amor mi existencia. Otro día para agradecer a Dios por la fortuna inmensa de existir y estar aquí y ahora, repetido en cada verso hoy como ayer.

Un instante para rogar por la salud de los enfermos o su paz, pero sin agitarnos; estamos aprendiendo que la aceptación a la voluntad mayor es la mejor medicina, y entonces, ruego porque aparezcan mis hijos, que nada suceda en sus caminos, que la lluvia los moje pasito y que no encuentren ninguna corriente altanera, pues cuando llueve en la ciudad, es como si el mar corriera a trozos y en estampida por todas las calles, y se vuelven ríos violentos que agitan a las personas y los impulsa a cometer imprudencias.

Duermen unos y miran otros, la fotografía de mi madre frente a mí, abraza a mi Monacho hermoso, las gafas empañaron su mirada, un ojo brillante parecido a una esmeralda me ve a la distancia y observo ese pequeño girasol en su corazón doblado, y esa gran sonrisa de amor que traspasa cualquier distancia. El muchachito tiene una sonrisa tímida, pero siempre adiviné una triste mirada con motivos desconocidos, aunque su corazón de potrillo quería subir la montaña aprisa, ¡y qué bien que logró hacerlo!, llegó a la cuesta primero que los viejos y nos enseñó que él fue feliz en medio de su pobreza, y rico, porque supo apreciar cada reto en su vida y lo tomó como un premio, nada para él fue castigo.

Aparece Luisa y Diego, la soledad salió por la ventana, los niños abandonados que esperan un mañana prometedor porque están de la mano de Dios, ahí nada les faltará, están pintando a buenas cosas y el camino se despeja con la luna escondida entre las nubes cargadas de promesas, ahorita viene un rosario a María, seguimos la costumbre de mami, no sé hasta cuando, imagino que hasta que la boca se canse y los ojos se duerman.

Raquel Rueda Bohórquez
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ES MI MADRE (67) (A)



ES MI MADRE (67) (A)

Mi madre es como una pollita enana;
Así decía la abuela, es algo inexplicable
Toda mullida, plumas, cobija de lana
Gorrión cantando en la ventana.

Mi madre es la primera rosa de mi jardín
/Cada mañana, con el perfume que invita
A al colibrí azul a besar su alma.

Mi madre es la canción de la lluvia sobre el tejado
Que siempre humedece los ojos al recordarla
Pero canta y canta, trina y trina,
Y en medio de todo nos estampa un beso
Con gracia y donaire.

Mi madre es la abeja grande del colmenar
Pero se hace pequeña para bregar
Y sus manos parecen de hierro,
Aunque su pecho arda y se doble el cuello.

Mi madre es la cuna donde duermen mis esperanzas;
Ella es el arrullo de las palomas en el tejado.
Su llanto triste invita a nieve bajo sus alas
Para luego, sin previo aviso, volar y volar
Y entre rezongos de palomo necio:
Amar y amar…

Raquel Rueda Bohórquez
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 Me haces mucha falta tesoro de madre, 4 02 17 


EN EL MAR (68)



EN EL MAR

Es ahí donde inicia el mundo
En la orilla del ermitaño;
En el rincón más dulce y salado
En armonía con la lluvia y el sol
Ideándose para el cielo un hilo mágico
Como recuerdo de la gran promesa:

"Aquí estoy", Soy el brillo en tu mirada
La sonrisa loca que te hace feliz;
Soy el ave que cruza ante tus ojos
Y se aleja dejando un cantar.

Soy la quietud de la tarde,
Los peces mansos que tocan tus pies
Y luego se alejan dando saltos
Cual niños juguetones...

Es en el mar en donde inicia el mundo
Y también ahí se quedan todos los gimoteos,
Me encargo de recibirlos y colarlos
Para que sean en tu boca escarcha,
Para que el mundo conozca del amor inmenso
Y abra sus brazos agradecido,
Por la fortuna de la vida y por la gracia infinita
De los aires, que mueven lo escaso del cabello,
Y lo grande de las nubes, para que se lluevan,
Mojen lo amado y me reconozcan al fin
Como el único, el Señor de Señores
Digno de honores y de gloria.

Amén, amén, amén.

Raquel Rueda Bohórquez
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