sábado, 18 de enero de 2014

SOÑANDO CON ROSAS

SOÑANDO CON ROSAS L1R

A todos los que fueron malos conmigo les cuento
Que se agota el tiempo de la rosa
Y viene el momento de la lluvia en los ojos.

De nuevo se torna violeta la boca
Se entorna la mirada hacia el vacío
Y se esgrimen palabras al viento.

A todos los que no fueron bien les digo,
Que todo tiempo de ayer fue mejor
Que se acaba sin notar siquiera
El camino, para llegar al vacío.

Me acerqué un poco a la montaña
Vi en un sueño corto de muerte pequeña
Que los buitres están tristes y con hambre
Pero la lluvia caerá... a pesar de todo...

A todos los que no abonaron ni sembraron
Les pronostico, que mañana habrá intenso aguacero
Muchos que hoy no cantaron, lo harán
Muchos que no doblaron las rodillas estarán dispuestos...

Un ramo de rosas sobre un árbol muerto
Un cofre adornado con un cojín de seda
Pero ya no importa nada... no podré oler los resedales
Ni siquiera entenderé, el porqué de las gotas de rocío
Ni los gritos ahogados...

Tuvieron tiempo, me contaron en el sueño
Pero fue un tiempo donde no hubo sembrador
La cosecha fue estéril a pesar del amor
Secas las flores en un jarrón sin agua
Caen de a poco, grises y solitarias...

Pero no se preocupen...
Lloverá ese día diamantes del cielo
Y la tierra tendrá perfumados momentos
Donde habrá brillo y sonidos de campanas.

¿Quién puede detener la muerte?
La vi, en un sueño corto ahorita
Mi propia tumba, mi propio cofre
Tan pequeño, que desperté de nuevo
Para comprender que la vida es sólo eso
Razón tenía Segismundo.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 18/14

LA FLOR DE LA VIDA

Foto: LA FLOR DE LA VIDA

Era un bosque espeso, conjugación de todos los bosques del mundo, en donde cada rescoldo del camino era una esperanza, cada grieta se ajustaba a los suspiros del alba, cada aroma se conjugaba con un todo llamado universo.

Cierto día, cuando caminaba por ahí, ese temor de tantos años donde era sembrado el odio en las montañas, y las pequeñas piernas y manos de los niños se esparcían, sus ojos quedaban anegados y silenciosos, con esa quietud del momento final muy abiertos. Pero inicié una caminata en búsqueda de algo, no del abono negruzco y rojo de sus venas, sino el motivo de estar aquí, pues no lo había encontrado todavía. 

En aquél día una voz me susurró al oído: “Busca brillo dentro de otros, no dentro de ti misma, es el resplandor ajeno lo importante, para que puedas encontrar la semilla de la tierra, y por ende, descubrir la flor, que eternizará todos los bosques, todos los verdes del mundo… continúa caminando, sin descanso, sin mirar atrás, pues quien mira para atrás muchas veces, deja de  avanzar…”

¡Qué raro!, pensé…  -esa voz… me quedé dormida tal vez bajo una enorme roca y dentro de mis sueños, otro sueño me despertó… ¿no estaba acaso caminando?, me había detenido en un enorme vacío, como una llaga abierta de la tierra llena de lodo, árboles muertos que gritaban y muy cerca de ahí, una pequeña semilla que brotaba…

¡Semilla!... ¿oye pequeña, me puedes oír?, y escuché en medio de todo, un gemido, como de niño tratando de nacer, una sensación como si alguien estuviera apresado dentro de algo y no pudiera surgir…

Un poco inquieta puse mi oído sobre la tierra… ¡está viva!... ¡la tierra vive…! escuchaba sonidos que se agolpaban, como queriendo surgir de nuevo;  voces de niños, cantares de ángeles, piares de pollitos dentro de sus perlas blancas, y adiviné en el viento una razón…

Pero seguí caminando, ajena al ruido; no me importaba cómo destruían el bosque, veía a los árboles muertos, y sus gritos no me interesaban, bosques y bosques de cemento abarcaban todo, los ángeles corrían sin rumbo fijo, las aves volaban sin descanso, pues su árbol ya no estaba… 
¿Qué es esto?... al fin descansé un poco para pensar… 

¿A qué vine al planeta?... debo tener una misión, quienes gobiernan deberían ser los científicos, más no los políticos, ya que los científicos dedican su vida a otros,  ¿estoy labrando una historia?, o no soy parte de nada, ni siquiera una hoja en el camino, que hasta el final tiene una misión de abonar, y la cumple a cabalidad sin conocer su destino.

Sobre una roca admiré cómo nacía una mariposa, y cómo después de volar feliz por un rato, caía tan hermosa y bien ataviada, llena de joyas preciosas y descansaba de todo, para dejarse llevar de nuevo por la brisa…

Un poco acomplejada me sentía, ¿qué soy acaso?, siento que no soy nada,  paso de aquí para allá soñando ,sin hacer nada concreto,  vivo triste todo el tiempo porque no puedo cambiar lo que parece imposible, ¿pero acaso estoy haciendo algo por otros?, ya me di cuenta que lo que intente siempre debe ir en pro de alguien, creo que la misión de hoy es ser mejor, siendo lo que soy, proyectándome hacia los demás y buscando en cada ser ese algo  escondido en el fondo de su alma, ser mejor cada día como el árbol, que extiende sus ramas cada vez, que renueva  sus hojas y sus flores para contento de otros, que regala sus frutos mientras él permanece prisionero de sus raíces… 

Descubrí a la semilla, siendo flor y fruto a la vez, abrazada en sumisión, con sus pechos enormes, siendo mujer y siendo niño por nacer, estaba pasando por una metástasis, pero esa enfermedad terrible era el hombre, se encogía sobre sí misma, tal vez lloraba, o esperaba…

Encontré a la flor de la vida apretada dentro de sí misma, con el ocre color de la tierra, gritando al mundo que por favor, no la mataran, que no asesináramos a la dueña del planeta, al embrión, al trino divino que estaba ahí, suspirando para que no derribaran las montañas, para que el hombre respetara al resto de seres, para que en vez de espadas sembráramos alimento, y cosecháramos árboles inmensos para que las aves del cielo se cobijaran…

¡Qué bello es todo esto!, su corazón palpita, pero se siente agitado, como cuando vi agonizar a mi madre, sus ojos están en todos los animales que corren asustados por caminos de cemento, y son pisoteados sin piedad por esos dragones sin vida que corren, dejando su apestoso olor a su paso…

Doblé entonces las rodillas, como la semilla; me sentí  cobarde,  vacía; y lloré por mucho tiempo, yo era parte de la muerte de mi madre tierra… ¿acaso peleé alguna vez cuando un árbol era derribado?, no entregué mi vida por otros, ni hice como el caminante del bosque que en vez de odiar, se llena de amor y bendice la brisa, el sol y un nuevo día… abriendo senderos para que no se pisoteen las plantas y los caminantes descubran  la felicidad de un  hogar y un refugio, simplemente para vivir.

Había encontrado mi razón de ser… pero estaba vieja y vencida… no miraría atrás nunca más…  al dormir, vi como el hombre cambiaba de pensamiento, y una transformación en el planeta se inició, para bien o para mal, no lo sabía, tal vez lográramos resucitar a nuestra madre que respiraba el hedor de la muerte entre lozas de cemento.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 18/14


Obra: Dubian Fernando Monsalve  Torres- Colombia. Tallado en la montaña. Antioquia.
 Dubian Fernando Monsalve Torres- Colombia. Tallado en la montaña. Antioquia.

Era un bosque espeso, conjugación de todos los bosques del mundo, en donde cada rescoldo del camino era una esperanza, cada grieta se ajustaba a los suspiros del alba, cada aroma se conjugaba con un todo llamado universo.

Cierto día, cuando caminaba por ahí, ese temor de tantos años donde era sembrado el odio en las montañas, y las pequeñas piernas y manos de los niños se esparcían, sus ojos quedaban anegados y silenciosos, con esa quietud del momento final muy abiertos. Pero inicié una caminata en búsqueda de algo, no del abono negruzco y rojo de sus venas, sino el motivo de estar aquí, pues no lo había encontrado todavía.

En aquél día una voz me susurró al oído: “Busca brillo dentro de otros, no dentro de ti misma, es el resplandor ajeno lo importante, para que puedas encontrar la semilla de la tierra, y por ende, descubrir la flor, que eternizará todos los bosques, todos los verdes del mundo… continúa caminando, sin descanso, sin mirar atrás, pues quien mira para atrás muchas veces, deja de avanzar…”

¡Qué raro!, pensé… -esa voz… me quedé dormida tal vez bajo una enorme roca y dentro de mis sueños, otro sueño me despertó… ¿no estaba acaso caminando?, me había detenido en un enorme vacío, como una llaga abierta de la tierra llena de lodo, árboles muertos que gritaban y muy cerca de ahí, una pequeña semilla que brotaba…

¡Semilla!... ¿oye pequeña, me puedes oír?, y escuché en medio de todo, un gemido, como de niño tratando de nacer, una sensación como si alguien estuviera apresado dentro de algo y no pudiera surgir…

Un poco inquieta puse mi oído sobre la tierra… ¡está viva!... ¡la tierra vive…! escuchaba sonidos que se agolpaban, como queriendo surgir de nuevo; voces de niños, cantares de ángeles, piares de pollitos dentro de sus perlas blancas, y adiviné en el viento una razón…

Pero seguí caminando, ajena al ruido; no me importaba cómo destruían el bosque, veía a los árboles muertos, y sus gritos no me interesaban, bosques y bosques de cemento abarcaban todo, los ángeles corrían sin rumbo fijo, las aves volaban sin descanso, pues su árbol ya no estaba…
¿Qué es esto?... al fin descansé un poco para pensar…

¿A qué vine al planeta?... debo tener una misión, quienes gobiernan deberían ser los científicos, más no los políticos, ya que los científicos dedican su vida a otros, ¿estoy labrando una historia?, o no soy parte de nada, ni siquiera una hoja en el camino, que hasta el final tiene una misión de abonar, y la cumple a cabalidad sin conocer su destino.

Sobre una roca admiré cómo nacía una mariposa, y cómo después de volar feliz por un rato, caía tan hermosa y bien ataviada, llena de joyas preciosas y descansaba de todo, para dejarse llevar de nuevo por la brisa…

Un poco acomplejada me sentía, ¿qué soy acaso?, siento que no soy nada, paso de aquí para allá soñando ,sin hacer nada concreto, vivo triste todo el tiempo porque no puedo cambiar lo que parece imposible, ¿pero acaso estoy haciendo algo por otros?, ya me di cuenta que lo que intente siempre debe ir en pro de alguien, creo que la misión de hoy es ser mejor, siendo lo que soy, proyectándome hacia los demás y buscando en cada ser ese algo escondido en el fondo de su alma, ser mejor cada día como el árbol, que extiende sus ramas cada vez, que renueva sus hojas y sus flores para contento de otros, que regala sus frutos mientras él permanece prisionero de sus raíces…

Descubrí a la semilla, siendo flor y fruto a la vez, abrazada en sumisión, con sus pechos enormes, siendo mujer y siendo niño por nacer, estaba pasando por una metástasis, pero esa enfermedad terrible era el hombre, se encogía sobre sí misma, tal vez lloraba, o esperaba…

Encontré a la flor de la vida apretada dentro de sí misma, con el ocre color de la tierra, gritando al mundo que por favor, no la mataran, que no asesináramos a la dueña del planeta, al embrión, al trino divino que estaba ahí, suspirando para que no derribaran las montañas, para que el hombre respetara al resto de seres, para que en vez de espadas sembráramos alimento, y cosecháramos árboles inmensos para que las aves del cielo se cobijaran…

¡Qué bello es todo esto!, su corazón palpita, pero se siente agitado, como cuando vi agonizar a mi madre, sus ojos están en todos los animales que corren asustados por caminos de cemento, y son pisoteados sin piedad por esos dragones sin vida que corren, dejando su apestoso olor a su paso…

Doblé entonces las rodillas, como la semilla; me sentí cobarde, vacía; y lloré por mucho tiempo, yo era parte de la muerte de mi madre tierra… ¿acaso peleé alguna vez cuando un árbol era derribado?, no entregué mi vida por otros, ni hice como el caminante del bosque que en vez de odiar, se llena de amor y bendice la brisa, el sol y un nuevo día… abriendo senderos para que no se pisoteen las plantas y los caminantes descubran la felicidad de un hogar y un refugio, simplemente para vivir.

Había encontrado mi razón de ser… pero estaba vieja y vencida… no miraría atrás nunca más… al dormir, vi como el hombre cambiaba de pensamiento, y una transformación en el planeta se inició, para bien o para mal, no lo sabía, tal vez lográramos resucitar a nuestra madre que respiraba el hedor de la muerte entre lozas de cemento.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 18/14


ENTRE LAS SOMBRAS

ENTRE LAS SOMBRAS L1R

Algo entre las sombras,
Como esos óleos que se mueven
Esas miradas que retornan en la noche
Y ese miedo a un ruido extraño…

Y entre la belleza como un vaho de humo
Que se roba la vida para salvar a otros
Dolor, quejas, lluvia de sangre…
Empalágame con un beso antes
Para que el miedo se confunda y huya.

Vi las dagas del ayer en mi hoy desnudo
Siento miedo, esa soledad agolpada
Parece caballo negro azotando mi ventana
Para regresar cuando quiero dormir
Acabando la suerte de la paz, entre mis sábanas.

¡Qué miedo!... ojos de niña que parecían primavera
Hoy sólo cuencas vacías, sin quimeras
Sueños que fueron blancas novias desnudas
Púrpura sangre de nuevo brota por cualquier hendidura.

Retorna el miedo a mi bosque
Como violetas negras se pinta mi traje
Inquietud como demonio que regresas
Quiero gritarlo y entre mis dedos,
Se quedan las estrellas que vagaron en mis noches
Para lentamente dejar de brillar, dentro de mis cuencas.

Un cabro de cachos enormes, una bestia
Ojos rojos, carne violeta sedienta de mis lágrimas
Escucho entre la brisa esos sonidos tenebrosos
Tomo un escapulario entre mis dedos
Enhebro tu mástil dolido entre mi pecho
Buscando al fin ese pálido reposo.

Pero la vida regresa, no hay muerte…
El gusano se plantó como semilla
Se arrastró hasta su verde hoja
Construyó una cárcel para morir un poco
Y su libertad tan efímera será cálida
Sobre una roca, con una caricia de la brisa.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 17/14

UN SENDERO

UN SENDERO

Yo también en el camino hallé unos ojos negros
Creí que se quedarían conmigo por siempre
¿Pero quién soy acaso para adivinar?
Él marchó tras sueños enormes
Donde no cabían mis sentimientos.

Viví una tormenta ciega, sorda y muda
Con Dios y mi madre me consolaba
Ella decía: Diles que no es tu escritura
Que todos tenemos marcado un destino
Ni un paso atrás ni adelante, detendrá lo que será.

Ahora, quisiera devolver todas mis pisadas
Regresar a ese regazo lleno de plenitud
Donde nada faltaba en mi vida y todo era luz
En medio de carcajadas y angustias del día.

Corro, quiero estar aquí pero no puedo…
Mis alas se cansan ante la brisa de enero
Se quiebra mi corazón al ver en otros brazos
Lo que anhelé mío.

Decir y repetir no basta… pero el tiempo continúa
Mi pequeña barca fuerte y soberana surca los mares
Llega a la inmensidad, donde los azules son todo lo anhelado
Me quedo entre la ola más gigante que me abraza
Me lleva como un tronco seco, y me estrella contra las rocas…

Pero estoy aquí, después de soñar…
Viendo desde una gran roca, ese aposento tuyo
Pasan y pasan las gaviotas, pasa mi águila amada
Y te veo, entre sedas de colores y plumas de garza
Volando, soñando, viviendo, sin estar mi amor ahí.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 17/14