NIEVA
(50)
Jamás
he visto caer la nieve.
Imagino
que el cielo lleva pesada carga
Y
suelta blancos algodones
Sobre
bastos paisajes,
Dejando
sus copos cansados
A
la vera de tu corazón y el mío.
Luego
ahí nos abrigamos.
¿Qué
otra cobija más que nuestra carne?
El
temblor junta nuestras bocas
Y
los pájaros enredan sus picos.
Nada
hay para pensar, ¿para qué?
Escribimos
nuestra historia en pálida mortaja
Que
acusa por vencernos de amor,
Y
somos estropajo, nos sobamos;
Duelen
los huesos, pero al vernos,
Un
algo nos enciende y nada somos.
¡Qué
caiga la nieve!
¡Qué
se cubra nuestro techo de blancos hilos!
¡Qué
pasen todos y nada veamos!
¿Se
habrá congelado la gaviota?
¡Mira!,
lucha contra la nevisca
Pero
igual que nosotros,
La
mueve esa fuerza y empuje de la brisa
Y
retorna a la fría roca de su existencia
Con
un canto de luz.
¡Parece
un pequeño sol!
¡Cómo
me agradan!,
Me
animan a un café
Y
a mojar mi boca en tus pestañas.
Mi
amor poeta, te veo cubierto, blanco,
Y
ahora me antojo en desnudarme en ti,
Seré
nieve para cubrirme en tu montaña
Y
esperar a que retorne otra estación.
Mientras
tanto, ¿para qué pensamos?
¡Es
dulce la nieve de los años!
Pero
más dulce,
Es
amarte cómo te amo…
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
febrero 8/16