lunes, 8 de agosto de 2011

SIN TUS CARDOS (39)



EN TUS CARDOS (39)

Una mañana nueva repetida en el pensamiento,
están ahí otros cardos, más no duelen, llenan el alma
y el amor continúa floreciendo
sin importar espinas prisioneras.

Amor mío, duele tu silencio,
las madrugadas sin tus sueños,
noches hacia esa quietud suspendida en mi corazón
que suspira y añora tus palabras de amor,
ocultas en la trampa de los aguijones.

Voz de fuego cálida que acaricia:
He visto tu mirada sobre los paisajes de siempre
y tus brazos se mecen en orgías 
y en besos de tu boca sobre otras flores.

Triste escribir sin la certeza de tus ojos
ni las palabras que motivaban a continuar.
¡Qué soledad repetida sin ti!
Todo son besos al viento,
más  el perfume permanece.
No hallo motivos
ni razones válidas de tu distancia...

Hoy la corola de mis flores están ahí...
Cada  día  una nueva corola,  un nuevo beso
perdido en las nieves de tu ausencia
y aprisiono tus palabras hermosas,
que se repiten con ese te quiero interminable
que ahonda mis pesares y una nueva espina
de amor intenso que suspira por ti.

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, agosto  8/11

¿ANIMALES HUMANOS? (40)

¿ANIMALES HUMANOS? (40)


El hombre se alimenta del dolor, de la carne de los animales, del espíritu de los inocentes sin voz para pelear por su vida, y lo más lamentable es que nos acostumbraron a eso, yo también lo hago, pero podríamos empezar a cambiar ésta cultura.

Criamos pollos y los alimentamos con su propia mierda, los cerdos los rellenamos y no les permitimos siquiera vivir, se pesan y se tratan como basura, mientras sus corazones palpitan a mil, asustados y con terror, sus chillidos los acallan con un golpe certero en su cuello.

¿Alguna vez ha visto morir un animal?...¿ o ha visto cómo se sacrifican?... les invito a que miren y si acaso aún su corazón siente algo, lo invito a comer lentejas con arroz, huevos, y un buen vaso de leche helada.

Nos acostumbraron a comer carne, también a no mirar el sufrimiento de los animales, nos acostumbraron a ser crueles y torcer el pescuezo sin lástima, ¿has tocado alguna vez el pecho de alguno de ellos o lo has mirado a los ojos?...

Hoy tenemos  la oportunidad de cambiar. El comercio cada vez más degradante de carnes y embutidos somete a los animales a los vejámenes más crueles e inhumanos, podríamos decir sin ningún temor a equivocarnos, que somos las peores bestias del planeta, o tal vez las únicas.

Puedo comer de todo, el mundo está lleno de alimentos, y ellos también viven, sienten felicidad, deseos de correr y brincar, chillan de placer y felicidad y te lo manifiestan, saben amar igual que nosotros o mucho más, sienten tristeza,  dolor, angustia y soledad,  y nuestro hábitat es el mismo de ellos, los criamos para satisfacer caprichos, más no necesidades, pues podríamos cultivar y hasta las rosas se comen.

Siempre habrá quien discuta sobre ésto, pues no estamos interesados en un verdadero cambio y en dar el primer paso hacia el respeto por la vida, tan simple como ver a un cóndor volar, él busca sus presas, pero su instinto lo lleva a ésto, nuestro instinto nos lleva a comer más de lo que nuestro cuerpo necesita y a devorar todo;  si pudiéramos lo haríamos con nosotros mismos.

Somos la única especie que está acabando con el planeta, estamos destruyendo nuestro propio hábitat, somos ambiciosos, envidiosos, nunca nos hartamos; si tomamos una copa de vino, queremos la botella, si tenemos para nuestro alimento, también queremos lo que tienen los demás.

Es hora de empezar a cambiar nuestra mentalidad, el consumismo está devorando a la especie humana y nos estamos llevando como un huracán devastador, todo lo hermoso que hay en nuestro bello planeta. Si no cambiamos ya, seremos los próximos tirano saurios, en auto destruirnos, es más... ¡ya lo somos!...

No tenemos tiempo para mirarnos a los ojos, ni  para observar a una mariposa, una libélula, un pajarito trinar sobre nuestra ventana. Nuestro tiempo se va en querer cada día más y más cosas, que a la larga sólo es basura que terminamos acumulando en nuestros hogares, o lanzando a las aguas para que el mar lo reciba y lo vomite en las playas.

¿Imaginas un amanecer sin árboles, sin aves, sin flores?... dentro de poco ya no podremos mirarnos ni a los ojos, pues estaremos tan avergonzados, que ya no habrá  tiempo para el arrepentimiento... 

¡Sigan, sigamos tragando como bestias, continuemos destruyendo un legado hermoso y la estancia de los futuros habitantes del planeta!,  si es que dejamos algo vivo.

Estamos legando  un mundo de cemento, donde no habrá flores perfumadas, sólo materas de mentiras, adornadas con sedas de colores, y nuestro tiempo desperdiciado, buscando lo que no necesitamos para vivir.

Sigamos  sembrando desde la aridez de nuestros propios corazones, el tiempo es poco y nuestros descendientes no tendrán nada por ver, o mucho: un horizonte estéril y reseco y la agonía de sembrar en el desierto.

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla agosto 8/11