RUIDOS (49)
¿Sentimos
ese ruido que moja?, ¿de dónde vendrá?, más que ruido, estaremos cercados por
el mal, sus espinas son como de un rosal y las flores son los vivos que se van.
¿Sienten ese
"algo"?, ¿ves cómo navegan las espumas en el mar?, olas vienen y van,
nunca iguales y pronto rocas, muchas rocas caerán, se ajustarán a la tierra
para colmarse de nuevos lagos y miradas más ciertas...
Pero aun
así, pocos creerán, se nos avisa, de un perfume que jamás pasará, será la flor
de todas las flores, donde se fabrica la vida y se cambia el destino del odio
por amor.
¿Me
salvaré?... ¡Oh Señor!, ¡perdóname por no amar!, ¡perdóname porque me he dejado
pisotear!, y tú ahí, viéndome de cerca, en los ojos de mis cachorros y cantando
en el arpa de un pájaro, ¿cómo no te vi resucitar?
Eres tú mi
hoy, mí ahora y mi mañana. Por andar viendo cosas vanas, me olvidé de visitar
el campo y quedarme en un bosque creando madrigales con sus aves, componiendo
árboles y semillas con los ángeles, comulgando de esos te quiero con el pico
pleno y la lengua mojada.
Me ausenté
de tu tarea por estar vistiendo de oro mis dedos, como si fueran flores, pero
fueron sangre robada de tus venas, montañas que no fueron, ríos que se han
secado, en tanto recurro a un traje vistoso, a un cuello adornado de más, a una
boca plena en arrogancias para disparar fusiles a los demás.
Soy tu
gorrión en ésta esquina, tu ermitaño, más allá… tu hoja que cae de un árbol,
soy tu en mí, ¿me lo creerás?
Soy tierra en tus manos, arcilla blanca o
morena, para que me puedas moldear, y me dejo, me aparto del ruido del mundo,
porque quiero al morir, saber que conmigo estás.
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla,
noviembre 14/15