miércoles, 5 de diciembre de 2012

NO ESPERABA NADA

NO ESPERABA NADA


Tan temprano levantada...
deseo borrar la suciedad de mi piel
y en un segundo la cascada brota
se refresca mi traje en verano
la espuma apresurada corre tras la cañería
para desaparecer ante mis ojos 
que permanecen cerrados.

Me di cuenta que hoy no tengo miedo,
que esa sombra oscura de mis noches 
mis temores viejos que desaparecen al mirar el cielo
y entonces... aparece ella...

Linda, preciosa, es una blanca flor que tiene alas y vida... 
Danza con ellas y se confunde con las primaveras,
el sinsonte se apresura sobre su pecho,
las mariposas la persiguen y descubro que allí
tienen vida eterna. 

A lo lejos, en medio de ésta pequeña locura de cristales,
encuentro a todos los que tomaron la maleta primero
mis viejos amores, jóvenes... niños... 
bebés plantados en el vientre que fueron hurtados a la vida
y que no dejaron suspirar sus pequeños pechos...

Descubro las heridas que han sanado,
mis lindas tías que murieron sin sangre en sus venas
que fue robada su alegría por las miserias de la vida
y sus flores rojas resecas quedaron
en cualquier rincón olvidado del camino.

Me di cuenta que a pesar de todo
sin buscar sus dolorosas historias para contarlas,
se han repetido en cada generación
para darme cuenta, que yo no esperaba tanto...

Mi barca se agita ante turbulentas aguas,
tan frágil y pequeña mi barquita de papel
pero una fuerza nacida de las entrañas del mar me sostiene
quedando a flote con un torrencial  de lluvias 
que bajan del cielo y de nuevo retornan a él. 

No esperaba tanto...
Limpio mi traje externo 
musito una oración pidiendo a  Dios que sane mis heridas,
observo en el espejo el vestido que me cubre
viejas cicatrices, un traje de vieja remendado,
pechos que ayer fueron dulces toronjas
hoy, pequeños duraznos ajados...

Recorro mi propio camino 
para encontrar en el ayer 
una linda palmera de cintura pequeña
donde anidaron mis pichones y se volvió enorme 
agrandando y alargando las pieles 
para fruncir el ceño ante el espejo
al descubrir esa imagen 
y saber que ahí estaba. 

Hoy me redescubro...
Un poco menos ha quedado
pero estoy completa,
y entonces, al recordar el comején 
que hurtaba mis sueños,
recordé que otras no han visto lo que mis ojos hoy ven...
ni han escuchado lo que mis oídos,
ni han caminado lo que mis pies,
ni han escrito lo que mis manos,
ni han besado lo que mis labios...

Aquí es donde me doy cuenta de todo.
No esperaba tanto,
el premio de ese ayer se esfumó
pero el Rey me regaló un poco más de vida,
un traje nuevo bajo la sombra del dolor.

Decidí cerrar los ojos de nuevo para verla,
vestida de nácar mi madre
y un sueño nuevo desde el mirador del alma. 

Raquel Rueda Bohòrquez
Barranquilla, diciembre 5/12