Bienvenidos a mi blog, una experiencia de sanación, proyectándonos hacia el planeta verde, y el respeto que debemos al derecho de existir de los seres que nos acompañan en éste corto viaje por la vida.
Gracias por ser parte de mi pequeña historia
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Aquí sobre tu silla: herido… retorna el recuerdo Los abrazos y las sonrisas en medio de tus danzas Regresa San Pedro, San Javier, Paloblanco… Las historias una a una, poco a poco vienen Y los gansos, en la inmensidad del cerro Adornado de gardenias, de rosas y margaritas…
Allí sentada con tu inmensa barriga esperas… Un nuevo día solitario en medio del bosque… Te asustan los ruidos de la selva… el rugido de la pantera; Sobre una mesa de madera te arrodillas; iniciando el rosario de tu vida.
La gata golosa maúlla, ronronea sobre tus piernas Y una suave caricia a tu minina negra y una mirada al cielo Ya se inicia la jornada; y de nuevo la soledad amiga tuya Llena de cánticos tus labios y regresa la alegría, El bosque pintado de colores, sin importar el miedo de ayer.
Ya vendrá ese amor moreno a tus brazos… Espera el monte con el hacha despejar terrenos Y los sueños… sólo sueños de poseer que se derrumban A la vez con los grandes robles, que otrora adornaran un camino.
Tus pasos cansados nuevamente y un regreso Lágrimas nuevas pintan tu rosado rostro Más sonrisas y caricias esperaban… y mi abuela La pequeña violeta de tus labios anhelantes te abraza Su pequeña figura perfumada llenará tu vida Y su recuerdo por siempre mitigará su ausencia.
Aquí vamos ahora todos, tantos recuerdos que has dejado Tan poco lo escrito, tan poco lo realizado… Pero hoy… el espacio es todo tuyo… todas tuyas las cañadas Bienaventuranzas de cada día a manos llenas Mientras aprendemos a orar… por nuestro tiempo…
No sé cómo será… pero todos esperaremos a mañana… Es allí donde nos enteraremos de la realidad de la vida Viendo diluir los sueños en la nada… y cerrando los ojos Cuando al fin el sol brillante aparezca; y cubra de frío nuestra piel Y de eternidad el alma.
Cada vez que escuche de nuevo tus canciones, que observe la radiola vieja tan amada, cada segundo que admire el cielo, que detalle un ave y una flor, una mariposa extasiada robando la miel del camino, estarás ahí mi madre santa, y estaré copiando tus enseñanzas que se tallaron en mi alma, tal vez nunca llegue a parecerme siquiera a ti, pero le pido a Dios que al menos pueda recordarte cuando me refleje en tus ojos copiados en los míos y pueda decir feliz que algo tuyo quedó en mí para siempre y éste regalo como esmeraldas tristes serán mi consuelo.
Te aseguro que la pajarera en que me convertiste está orgullosa por ese amor que plantaste en mí por los animales, por los verdes prados, por el canto del sinsonte y el dorado del toche, por cada anciano que pasaba y que tú socorrías con tanta dulzura, espero que alguno de tus dones sea copiado por todos y que seamos unidos, que no seamos ásperos y soberbios pues tu humildad para vivir fue el mejor regalo a nuestras vidas.
Quiero aceptar que sólo somos aves de paso, que la voluntad de Dios nadie la conoce, pero también que debemos obrar bien, pues todo el daño que hagamos se saldará aquí, y para mi jefe las cuentas son claras, tan luminosas y transparentes como la mirada de un niño y el brote de una semilla.
Atardeceres tan nostálgicos serán cautiva mi alma mis ojos como cascada el remanso de tus ojos claros ¿dónde estará? ¿el aliento de tus dulces palabras quién lo escuchará? Atardecer de lluvia mágica... vacío quedó tu espacio sólo lámparas encendidas tus carreras tus afanes mi niño amado en brazos de mi madre amanecerás...
Ya de nuevo el cielo se llenó de estrellas la luna silenciosa y callada... el dolor de nuevo aqueja, ya no escucharé sus sonrisas tampoco el llanto de sus amados verdes claros.
Se acerca el ocaso y mi reina descansa de nuevo en su lecho tan amada, tan añorada... el descanso a su dolor los sueños con la música que marchó con la tibia oscuridad llevándose a ese cielo infinito todo el amor de mi corazón.
¿A quién harás falta ahora? Observaré sola el atardecer; ya no tendré que ir a buscarte El rosario quedará por ahí en el cuello de alguien que te amaba… El librito de tus oraciones segura estoy no será olvidado Ha quedado en buenas manos…
¿Quién faltó por escribir sus memorias en tu libreta? Ya no importa… lo prometido es que era para mí; Ya tomé posesión de ella y tal vez me anime a divulgar tus cosas Al menos las pocas que dejaste ahí… el resto las guardaré en mi corazón.
Ya no habrá problema… ¿Quién te llevará a misa?... Ahí tienes a mi monacho ¿Acaso necesitas de alguien más?... Él tiene toda su juventud, su ánimo y sus sonrisas amables Tiene un corazón púrpura y dorado… la piel fundida con la tuya Serán sólo viajeros, navegantes que nos observarán en el silencio de la noche Ya no importa… ¿acaso extrañaremos esa mirada tuya triste y lejana?
Tus oraciones, largas y hermosas que tanto nos cansaban a ratos… sólo a ratos… Cuando querías eternizar los rosarios y nuestras bromas que te hacían sonreír a medias Cuando en silencio guardabas las viejas cuentas de madera…
Aún en tú agonía sabías orar… La biblia desgastada, tus ojos agotados… tus palabras anunciando verdades Aún en la hora de tu muerte proclamabas a ese Dios, A esa madre santa en tu boca... Y tus ojos… ya no eran verdes… se volvieron más pequeños… Pero ese sol de madrugada… el que anunciabas… estaba cerca…
Ya no importa si no te veo mañana… No lloraré si observo la novela en soledad, el fin tal vez sólo lo conozca La que no sabía amar tal vez aprendió la lección Y las historias que repetías ya no escucharé… ¿acaso importa? Segura estoy que ni una lágrima… ni mi corazón se partirá en dos cuando acepte que no estás Ni me esconderé donde nadie vea mis ojos; ni miraré al cielo azul en tu búsqueda…
Me importa que hoy seas feliz al fin, y que vayas tomada de la mano de mi monacho Y que mi abuela es joven y tú eres sólo una niña de piel blanca con olor a huerto Correteando por las laderas en búsqueda de una fuente cristalina donde al fin, Calmarás tu sed y llenarás ese cántaro que nunca más se secará.
Aquí sobre la inmensa roca, como una gran ballena espero Extendidas mis alas a ese azul infinito de tus lámparas encendidas…
Sentí la lluvia sobre mi piel mientras volaba Y sobre una palmera me duché un poco… El cristal de tus aguas era tu llamado… La sonrisa del mar parecía una carcajada El llanto en un gran salón lúgubre me llenó de congoja Pero airoso y feliz… alcé la mirada…
Siempre busqué la roca fuerte de tu pecho Tu nombre mis labios proclamaban… Tu alegría era mía y la mía era tuya Mi novia vestida de blanco me esperaba…
Aquí decidí que era el atardecer de mi viaje Me vistieron con los rosas de la vida; Abandoné lo que soy en silencio…mientras me desvanecía Me aferré a tus manos… y sentí que eras todo lo que pedia.
Mis alas levantaron vuelo… aún sin tenerlas Mis ojos vislumbraron la luz divina de los tuyos Mi corazón ya no gemía… mis labios ya no besaban Pero la gloria llegó… casi al terminar el día…
Ya desde aquí… sólo les diré que soy feliz Que las peticiones serán un encargo a mi jefe… Todas serán cumplidas… todas serán acatadas Mientras me recuesto y descanso de nuevo… Sobre una inmensa roca donde escucho cánticos de aves Susurros de palomas que se aman y mis “te quiero”.
Aquí estoy reina mía De nuevo robé una flor para ti… La cándida extiende sus manos Con el candor de la edad, Y de sus labios un beso recibo Y de su pecho calor.
Aún hoy cuando tus ojos marcharon Te presiento cerquita de mí… El sillón que conoce tus dolores El perrito posado en tus piernas Mirándote como enamorado de la luna Y del cielo que veía en ti.
Ya marcharon aquéllos dolores Voló contigo la tímida sonrisa… Casi a medias robando a tu tiempo Mecida… mecida mi princesa vi.
Ya te arrullan las aves del cielo… Sobre las mullidas piernas se consuela Un ángel que despejó tu camino… Y adornó de pétalos una estancia de rubí.
Ya pasó todo… Pasaron tus ojos cual brillo de estrellas Pasó la noche, llegó el amanecer… Y a la hora de tus oraciones; Vino un ángel en la tibieza del silencio Tomó las rosas blancas de tu alma, Mientras parecía que el tiempo pasaba y tal vez cuando volabas… dormí.
Aquí están tus rosas madre mía… Ésta vez tampoco compraré… Todo el jardín que imagina mi mente Todas las aves que vuelan al cielo… Y el canto de la lluvia sobre tu estancia Recordarán que lloro por ti.
Y del cielo la tibieza de tus ojos De las aves el canto del mirlo… De la soledad el silencio que duele De tu vida sólo luz… sólo luz…