
Imagen: Liz Nayibe Álvarez Rueda
EL TATA Y YO
El Tata no tiene día ni hora para el descanso, su vida es la
eternidad de la luz, y su cobija, la noche, iluminada por versos de estrellas y
poemas de luna.
Presta atención al ruido de afuera, te he dejado ángeles
para que te ayuden a ver y escuchar lo que no puedes o no quieres, maestros que
te enseñarán la tarea del amor con cada ramito de olivo llevado en su pico, y
cada melodía fabricada en un órgano donado en su pequeño instrumento de viento.
Nunca mires a otro por debajo del hombro, porque ese otro te
dará una fuerte lección en el camino, y no te rías de un niño diferente
mientras tengas vientre, porque lo que te causa risa ahora, mañana te hará
llorar, ¿lo has aprendido ranita del bosque?, ¡qué bien lo sabe ella!, ni
siquiera conoce del mal que puede causar, pues su mal es tan solo bendición
para el huerto, y su veneno será alivio a los males ajenos, ya que los propios
ella bien los sabe curar.
No abarques más de lo que puedes, los demás también tienen
necesidades y sueños, no pisotees a nadie por querer subir como palmera,
cualquier leve brisa si es mi voluntad, las hará caer, y sólo tristezas, donde
debiste ser roble fuerte para el abusado y el sometido.
Lo que tienes no lo has hecho tú solo, esas manos que se
mueven día a día, han ayudado a fundar un palacio, si los insultas, a mí me
habrás insultado, pues tanto una hoja del huerto como un pez en el mar, son mis
obras, y el canal que conduce a la sabiduría, es adivinar ese resplandor que
tienen las rocas en el centro de sus corazones, y los ojos del humillado en día
de tribulación, ¿sabes que serán los más escuchados?
El Tata me usa, me anuncia que no me deje joder más, que Él
ha sido testigo de todo, se levantarán los tristes, dale la espalda a las
personas ruidosas, a quienes deseen manejar tu vida y pretendan manipularte,
que no te ensucien en público quienes no te conocen, doy aliento al enfermo,
doy ánimo al triste, le pego una sonrisa en la boca, vuelvo su andar liviano,
porque en mí ha puesto sus ojos y nadie más le conoce.
Una sonrisa tiene el Tata, me ha dicho: dale la espalda a
ese ayer que te dolió, también hubo ahí muchas sonrisas, éstos pasos serán de
buena suerte, ya sequé tus lágrimas cuando el abuso, ya planté un huerto para
ti lejos de quienes no te quieren, ya no serás la niña de la mirada ausente
porque estoy en tus ojos, y has prestado oído al ruido del alma, que es como un
toque de alas en el cielo.
¿Qué más quieres?... no busques brillar, ¿para qué?, no
desees más de lo que mereces, si tienes mucho da más, si tienes poco, aprende
la lección del pobre, que da su fortuna por otros, y se vuelve un gigante,
cuando a mí acude como garza doblada ante el amor, y ahora descansa, ¿crees que
eres tú quien escribe?, jajajaja! qué locura, ve por tu café caliente y lo
compartes conmigo, los dos hacemos un buen equipo, ¿que eres arrogante?,
mmmm... a veces, ¿pero sabes que eso no duele?, mientras no levantes una espada
para herir a otros, sino que con la verdad dispares lo que te indico, serás una
pluma, una hermosa pluma navegando en el mar de mis fantasías, nuestras
historias, para que el mundo sea el océano de las palabras, y la voz del mar se
escuche y se descifren sus códigos secretos.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 26/14
Barranquilla, noviembre 26/14