viernes, 5 de agosto de 2011

CAUTIVA (45)


CAUTIVA

Cautiva en tu mirada oscura, 
en la fuerza de tu voz, 
cautiva de tus silencios
que me mantienen con grilletes en la boca.

Me tienes presa de tus letras, 
de tus lindos poemas para otras, 
con las fantasías de un tibio corazón 
perfumado de rosas rojas 
 y del olor a vino rojo de tus labios
que se añejan sin ser besados por los míos.

Prisionera de tu pecho dorado por el sol, 
brillando donde están las mariposas 
que cautivan corazones y mueren silenciosas, 
junto a la calidez de la luna clara
 y el brillo celeste que el cielo provoca.

¡Qué presa me tienes mi amor!
Parezco fuego que se esparce,
queriendo arrebatar en su fulgor
el torso desnudo que guarda tu corazón.

Te vas con las nubes de la tarde 
sin esperar de mí una palabra,
y te escondes detrás de una pantalla
riendo de mis fantasías.

Siempre atenta a un anuncio tuyo
parezco una gata juguetona,
si la luz enciende y veo tu rostro
el mío se llena con una sonrisa
y el día cambia. 

Siempre espero dulce amor, 
la brisa fresca de la mañana,
 que se esfuma al caer la tarde
bailando sones de mar
mecida en tu hamaca de rayas.

Los grilletes de mis piernas son pesados, 
el candado de mi boca se oxida, 
y mientras llegas corazón de roble
con tu andar de gitano,

estaré cual fresca flor en su otoño
esperando lluvias nuevas
sobre mi solitaria estancia.


Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, agosto 5/11

LOS CEREZOS (46)

LOS CEREZOS 

Mientras sigan floreciendo los cerezos
y la música se regale cual dádiva,
en el gran monte cante el ruiseñor,
y la blanca nieve permita que nuestros sueños viajen,
tal vez nuestras fantasías se tornen de colores
y estemos cerca de tocar a Dios con nuestras alas.

Seguirán naciendo nuevas flores
en medio de la reseca vida,
aunque los amantes se esfumen
en el silencio del aura
y de  nuevo se contemple el ocaso,
dejo perder la mirada en su bastedad
y permito su  vuelo errante,
con las aves de paso que vienen y van.

¡Ah!... mientras suspiro,
los timbales son tocados por alguien
que con su arte llena de ciénagas el reseco pantano.

Los oídos reposados y en calma
 una boca anhelante que hace temblar el corazón
semeja un cordero pálido de mirada inquieta
en espera de la última daga,
pues una orquesta suena en el árbol
al despertar la chicharra,
y el amor se reinventa cada mañana.

Vida, bella vida de gaviota sobre mansas aguas, 
viajeras bulliciosas sobre el humedal,
gemidos en la noche,
cánticos al amanecer...

Mientras de nuevo suspiro por verte
por escuchar una voz que se vuelve roca,
y se aleja sin pena dejando a una loba triste
llorando sobre la cuesta,
pensando que eres la luna nueva
que baila sobre las olas.

Mientras otra vez llega la calma,
y las olas se tranquilizan,
la vida continúa sobre el mismo náufrago
y mi velero se aleja  más y más...

Los timbales continúan sonando,
y el tambor se escucha desde la montaña,
alguien acaricia las lomas de mi pecho
y mis oídos se extasían con la música
y los sueños de los demás.

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, agosto 5/11