lunes, 15 de julio de 2013

MOON LIGHT SONATA , BEETHOVEN [104]




MOON LIGHT SONATA , BEETHOVEN [104]

Amada noche de mis quebrantos
negra mariposa colgada de mis ojos,
no sé en dónde anida la tristeza
porque de tu oscuridad se cubre mi alma.

Bendita sonata que me acompaña,
te siento palpitar como una estrella ante mis ojos.

Cultivo perlas en mi pecho para ti
y suspiros entre la callada penumbra.

¿Cantará el búho sus amores hoy?
¿Florecerán las bellas de noche?
¿Encenderán las luciérnagas sus gritos mudos
para amarse como lirios encendidos?

¿En qué montaña elevada estabas?
Músico de manos dulces cual gaviotas sonoras
que entre el ruidoso paso de las olas
haces enmudecer de amor las caracolas.

Y la mística de tus sones,
madrigales de la noche amantes son.

Aquí la doncella vistió de blanco sus cabellos
mientras tú, embelesado en sus locuras
hacías florecer de tus manos dulces melodías
como diamantes en elegante broche.

Se ruborizó la luna…
Niñas de la noche en espera de tus caricias,
pero enamorado estabas de las notas que bullían,
para dejar en el mundo tan dulces melodías,
que parecen golondrinas al atardecer
que fenecen ante la luz del día.

Raquel Rueda Bohórquez 

Barranquilla, julio 15/13 

LA MAÑANA [105]



LA MAÑANA [105]
Edvard Grieg Peer Gynt: Suite nº 1, op. 46.

Abiertos los ojos, un despertar, ¡un nuevo día!
No era hoy, era mañana… ¡mi mañana!
Adornada de flores que me regala la montaña
brillantes luceros sobre las rocas bañadas de púrpura.

¡Qué divino despertar!
El rocío baña mis ojos de nuevo
doblo las rodillas: ¡Oh amante sol!, mi día de verano.

Luz encendida que me hace suspirar y llorar
por las violetas que no pudieron abrir
y por aquéllas que hicieron marchar…

Descalzos van por el camino, ahuyentados de sus tierras.
Piensan los pasajeros de la vida que vendrá un nuevo día
donde las semillas broten en abundancia sobre mi patria,
y toda esa sangre derramada sea un poema, una elegía.

Resucitan las orquídeas lloronas,
las niñas de negro  veo danzar
y sobre una lluvia de ojos
que tiemblan viendo hacia los robles,
un caminante nuevo ven pasar…

¡Mira!... ¡es mi niño que hoy es gorrión!...
Es mi muchacho de traje brillante, quien se convirtió en sinsonte
y trina desde las ramas más altas, encendidos los ojos
viendo a ese Dios que parecía lejano…

Mañana… ¡sí!… ¡Ha llegado ese día! ¡Es hoy!...
Tengo un escapulario en las manos,
lo bordé con lágrimas de madres de Colombia
que buscan sus estrellas bajo tierra.

¿Será que florecen sus huesos?

¡Sí!... Mañana… mañana… ¡al amanecer!
Serán calas, o rosas, o azucenas…
¡O lirios del valle!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla julio 15/13 






YO, LA PALMERA [106]




YO, LA PALMERA  [106]

Estaba la tarde especial, le dije a la sábana celeste que estaba extasiada en su belleza, y parecía una oración mañanera el beso de las olas, sobre la playa caliente.

Sentí deseos de volar, de zafarme de mi cárcel, observando a las aves ser libres y dichosas, en tanto los cerrojos se oxidaban en mi portal.

Todo era tranquilo, plácido, una brisa con sabor a sal, a  lágrimas de niña en brazos de una madre, o como los ojos de una anciana cuando siente pasos de animal gigante, y quiere aferrarse al huerto sin querer dejar lo amado, lo consentido…

Las olas iban y venían como bailarinas en un tablao de seda y espuma, y sobre la belleza de un lecho marino, los niños del cielo bajaban, subían… se arruchaban, se besaban… y en las profundidades del alma, un consuelo llegaba dolido a sus picos, sin pelear por la vida, pues ya ella no les pertenecía, eran sus almas llevadas por la brisa, donde las hadas se esconden y pasean con los payasitos marinos convertidos en extrañas cometas, que se elevan en hilos de seda entre la lluvia.

En las alturas, el negro golero con la paciencia de una roca vencida ante el fuego, viajaba, surcaban sus ojos dorados un poco de aliento, entre los desperdicios de una playa, donde más que muerte, pulula la vida.

Espera que una roca los tome, para ella  limpiar lo sucio, lo hediondo; y retornar feliz, al huerto donde están sus crías.

Ya no hay ermitaño en la orilla ni caracol ni pez moribundo, todos se fueron a cantar peroratas en el viento.

Qué precioso es verlos volar con ese destino de amor en sus ojos, con esas negras plumas, entre los vencejos, los gansos. Ver caer los alcatraces contentos esperando llenar sus enormes picos, y una vez más en bandada bulliciosa, retornar… siempre retornar al sitio de donde han venido.

Yo, la palmera, ¡quisiera volar!… pero me contento con verlos felices, ¡tan joyas maravillosas donadas por alguien!, tan espectaculares sueños ante mis ojos, y mis ramas desnudas componen con el viento las más bellas melodías que dirige el mar, en complicidad con las olas, y el director de orquesta de mágicos colores, vestido de guirnaldas azules, rojas, doradas, violetas…

A lo lejos, ya ni sus sombras diviso. Entre los rayos del ocaso  encuentro a mi madre de traje oscuro,  brotan semillas de niños cantores, se crecen y  alientan unos a otros,  se levantan para florecer jardines, donde mis manos no alcanzan sus frutos, ¡pero son tan dichosos!.

Una primavera me alienta en suspiros a rosas, ¡a tantas violetas, claveles y nardos!, que puedo decir que soy la más feliz de todas, pues estoy viendo hacia lo alto y descubriendo cada maravilla.

Las flores retornan al sol, suspiran y rezan.  A la danza del sol en su atardecer, enmudecen y bajan el rostro hacia mi madre, que espera, con un negro topacio de ojos brillantes, sus duras semillas.

Me doy el gusto de verlo a los ojos al palidecer el día, y Él cambia su traje de colores, se esconde ante el inmenso jardín prometido para brillar a lo lejos, donde la noche se ha dormido y un mañana aparece…

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 15/13  

A JOSUÉ MIRLO



Gracias: Compadre Yabel Renè G. - México


.

EL ERMITAÑO 2 [107]

EL ERMITAÑO 2 [107]

Busca el ermitaño prestado altar.
Le anima el sol brillante cada día.
Adora los verdes del bosque,
y entre los arenales calientes
fabrica un nido para descansar.

Conoce de los golpes de la vida
si las olas empeñadas,
su hogar destruyen.

Un va y viene frío y desnudo,
corre, y entre los corales,
una caracola viajera
dona su palacio lleno de mágicos sonidos
y perlado techo de colores.

Sabe de Dios y del tiempo…
Adora el agua y la tierra.
No miente si da un paso adelante
y luego, en un impulso,
con temor a lo extraño,
busca refugio entre la roca fuerte
y en ella duerme.

Del ermitaño: un corazón de luna
vestido de plata sobre su alma.

¡Dame niña linda tu casita nueva,
para esconderme del mundo que me daña!

 Al amanecer nada le importa,
lo veo andariego con su pesada carga.

Feliz se esconde entre las rocas
Y en un impulso de veterano:
¡Radiante y feliz cruza ante mis ojos
cuando el sol ardiente besa su casa!

 Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio/13 

RÍE [108]


RÍE [108]

Siento sus carcajadas…
De la aflicción ajena se burlan
se sienten seguros,
y en sus falsos amores danzan.

Ríen como payasos en carnaval
pero en la tarde una lágrima
formó en la  brisa su cantar.

Se burlan del pobre y lo divulgan.
Del amor que no fue /risotadas,
penetran sus dagas en el alma
pero siguen brindando entre gemidos
que parecen cántaros de hiel.

Los veo pasar y me dan lástima.
Sus dedos señalan
y con sus corazones mentirosos
se creen más que Dios.

¡Ríe mucho!, más de lo debido.
Ríe de mi dolor, del ajeno,
hasta que la risa sea llanto
amanecido en copas de vino,
que al soportar tanto espino
haga una flor brotar.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 14/13  

UNA ESTRELLA [109]

UNA ESTRELLA [109]

Quedé cual los azahares,
blanca espuma sobre las olas
decantada en el arenal caliente
llorando, como las almas solas.

Aguardé bajo la lluvia…
Melancolía llamó a gotas de rocío,
las flores se deshojaron sin verte
y se llenó un cántaro vacío.

Desnuda en mi alcoba deseé tus besos,
en tanto las palomas
se besuqueaban sobre una rama
y al cobijo de una manta fría,
la tristeza me dejó sola en la cama.

Te esperé por días y años...
Una roca fuerte talló mi calma.
Las rosas murieron quedando las espinas
que de a poco se guardaron en el alma.

Y en el atardecer te evoco…
Un suspiro para la estrella más brillante,
una oración declamo para implorar
que me  esperes allá, amado mío,
cual  lágrima temblorosa
en el ápice de una hoja.


Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 14/13  

MALA ENERGÍA [110]

MALA ENERGÍA [110]

 Le doy la espalda a la mala energía, a la risa burlona  de quienes creí mis amigos, pero invito a los que son sinceros a que me sigan.

Se nos ofrece una senda llena de atajos, nada es fácil en la vida, pero podemos sortear cada espina, cada roca puesta para que tropecemos, y agradecer también por ellas, pues  permitieron el dolor, y a la vez, reconocer a los amigos, que  nos dieron la oportunidad de practicar el perdón.

Es difícil conseguir la santidad, pero hacia ese camino nos dirigimos todos, en tratar de ser cada día mejores, no en parecer, y ante todo, en quitarnos la máscara de la hipocresía y ser nosotros mismos, para poder reír de buena gana, pero disfrutando de los segundos que nos quedan.

Debo vivir mi hoy, como si fuera a morir en un segundo. ¿Sabes acaso el día de tu muerte?... Es tan segura que nadie se escapa de ella, por más dinero y poder que tengas, por más pobreza y maldad, por más dulzura y santidad, por más belleza o fealdad, en la muerte nos igualamos.

Raquel Rueda Bohórquez

15 7 13 


¿QUÉ DESEAS? [111]


¿QUÉ DESEAS? [111]

¿Después de tantos años, dices que me amas
con el desdén de tus miradas arrogantes
que entre cántaros de hiel inundó un río,
palideciendo el amor con la distancia?

¿Dices después de tanto tiempo,
que todo fue un error de juventud?

Una y otra vez perdonaba tus insultos,
una y otra vez tus insolencias...
De nuevo otra mujer ocupaba tu mirada
usurpando hasta mis derechos en tu almohada.

¿Dices que todo cambiará de ahora en adelante?
¡Ya no me importan tus caricias,
ni tus besos mentirosos!

¡Sigue revolcándote con cuanta mujer de la calle!
¡Sigue ufanándote de tus poderes de macho!

Hoy he mirado a mi interior...
Ha madurado la fruta sin tocar,
se desnudó la piel una y otra vez,
en espera de la gracia de un beso.

Se achicaron mis ojos de llorar
y el amor si existió alguna vez, ¡murió!

Puedes correr tras de una falda y otra,
desear de las ricuras entre sus piernas...
Puedes pagar con tu dinero sus favores,
¿Acaso me importan tus caricias de mentiras
y la falsedad de vida que me diste?

¡Corre!... hasta los celos murieron...
Estoy viendo hacia la montaña con ojos brillantes,
pueda ser que persiga un lucero de voz apacible
o tal vez... que muera solitaria,
pues no nací pegada de tu piel.

Pero no será otra vez
que te permita regresar al nido
donde finiquitó el tiempo.

La orquídea ya no te desea,
otros asuntos de más altura,
me quitan el sueño.

¡Coge tu mochila con mis deseos y lárgate!
Me queda el recuerdo de tus hijos
que por siempre llevarán tu sangre...

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 14/13  



DESNÚDATE [112]


DESNÚDATE [112]

¡Desnúdate señora!
Muestra las sendas del tiempo
donde arropada tantas veces
en vez de vivir estabas muriendo…

Diles que hay voces que te hablan.
En la noche se vuelcan en locuras,
te dicen versos al oído
y te convierten en mujer bajo las sábanas.

¡En tu cuerpo también hay fuego!
Se enciende un huracán
y lo apaga la lluvia.

Abriga el sol en tus mañanas,
sueñas con el navegante ausente
que te hace el amor al vaivén de las olas.

Cuéntales que es mentira lo que dicen
que de monja has vivido muchos años.
Se volvió rebelde la dama a punta de versos,
con ellos haces el amor y le desnudas.

Ayer luz de abril,
hoy viene julio lleno de novedades,
la brisa tocó a la puerta
tenía rostro de varón y cabello cano.

Una luciérnaga en la noche te descubre,
la luna, cortesana de todos los amantes,
te deja un rayo pálido en tu ventana.

¡Eres amante de sus manos!

Tibieza de la soledad añeja
son las noches de soledad,
hablando contigo y conmigo
escuchándonos señora mía,

abrazándonos al mismo tronco
cual hiedra en la pared nívea
donde bordan versos las arañas.

¡Sonríe!,  que al reencontrarte resucitas,
y al cerrar los ojos,
¡haces lo que te da la gana!

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 14/13  



¡GRANDE MI JEFE! [113]


¡GRANDE MI JEFE! [113]

Aquí no hay grandes,
todos somos iguales.

¡Gigante el sol
que se entretiene con humildad
sobre los verdes pastizales!

¡Aquí nadie es gigante, no señores!...
Simples pasajeros en el tren de la vida.

Un corto viaje nos enreda en el camino,
nos esfuma en cualquier segundo,
nos resucita tal vez en otra esquina.

Aquí no hay doctores de leyes, ni corbatas de oro...
No hay reinas que estén sobre el sol como María
ni diosas que destruyan la maldad,
pisoteándola como ella,
pues lo único que vence al odio es su amor.

Los únicos grandes están de rodillas,
doblan el cuello con ligereza las garzas
y reciben un premio bajo sus pies.

Levantan vuelo las águilas
y bajan a buscar tibio sustento.

Aquí todos tenemos que agachar la mirada
para tomar el alimento sobre la mesa
y elevarla  para tragarlo…

Agradecer a mi Jefe,
grande entre los grandes,
pequeño se hace entre los humildes,
que serán los ilustres
junto al sol de mis mañanas.

¡Nadie se envanecerá más que los lirios del valle!
¡Nadie perfumará más que las flores!

Nacen en cualquier rescoldo del camino, las siempre vivas
muriendo con  las mariposas engalanadas
que desde su fabricada cárcel resucitan
para desaparecer al rato,
cuando más felices bailaban.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 14/13  

MI NOMBRE [114]


MI NOMBRE [114]

No importa mi nombre,
les contaré que algún día tuve hambre,
soñé que era una garza blanca
con falda de satén y seda;
que mis zapatillas se elevaban
una y otra vez, y volaba por el aire
mientras un tipo de cabello rizado me observaba.

No sé lo que sentí el primer día,
sensación extraña, inquietud,
el corazón danzaba
parecía gotas de rocío sobre las flores.

Detallé ante un espejo mis ojos,
parecían los de  tórtola herida,
mis manos temblaban
y calaban los huesos el frío...

Ve... ¡desnúdate...! ¡Empieza la función!
Sus miradas son arrogantes,
olores a veneno  y polvo blanco que toman como vino,
bocas son hienas en espera de su presa pequeña...

¡No tiembles!...
¡No te arrugues que a esto has venido!...

¿Soñaste acaso con ser la dueña del arado y del trigo?
¿Creías que eras la más bella de todas,
y por tal motivo brillarías más que otras?

¡Danza sobre la varilla de acero!
Que todos vean tu trasero bien dispuesto,
que detallen tu figura de guitarra
enflaquecida por el miedo.

¡Danza!, eres la garza que soñabas
el gorrión que buscaba abrigo bajo un pinar
sintiendo los labios de tu primer amor
descansado sobre tu regazo...

Y en el día,
si todo ha pasado,
toma un poco de mi veneno
y duerme un momento,
muere un instante,

pronto llegará la noche
y tus ojos se abrirán
para que seas parte inocente
de sus ruines carcajadas.

No grites que tus gritos son bofetadas
en tanto negocian con tu piel
y tus ideales se los roba el viento,
junto a tu belleza que declina
como el sol en la tarde.

Raquel Rueda Bohórquez 

Barranquilla, julio 15/13  



ABSTRAÍDA [115]




ABSTRAÍDA [115]

Apartada de todo estaba…
Entre el rumor  de la corriente
alas  van y vienen,
contaban sin parar
que de a poco moría mi suerte.

No detallé el amor bajo las rocas
ni me fijé en el frescor del agua sobre mis pies,
ni en la arena que acariciaba la piel cansada.

Me quejaba siempre de mi suerte,
tenía manos, ojos, boca,
todas mis extremidades completas,
no era la más bella,
pero el espejo me sonreía.

Me alejaba cada vez más del bullicio,
me aparté de los brillos de la noche,
y las luciérnagas me seguían en sus travesías.

El toche cantor, los grillos, las pequeñas ranas
que en cualquier rincón le sonreían a la vida.

No descubrí bajo un gajo de rosas rojas
el nido de un colibrí,
ni sus pequeños luceros de ojos encendidos
ni los detallé volar, ni ver a sus  padres
dándoles la lección para sobrevivir.

¿Acaso no vi pasar un águila,
ni la observé bajar en picada?

Se levantó con el impulso  de su fuerza interior
y entre sus garras de filosos cuchillos
un poco de carne le robaba al mar,
en tanto un ángel tomaba su alma
y se perdía con ella en el infinito.

Tanto tiempo me ocupé de mi dolor
que olvidé mi entorno...

¿Acaso detallé alguna vez
a la oruga fabricar su cárcel?
¿O me di cuenta,
cuando la magia de la vida
la convertía en mariposa?

No advertí de sus graciosas alas besar las flores
ni descansar feliz sobre una roca...

¡Qué poca cosa soy!
Pero vuelo sobre las aguas cristalinas,
me arrodillo para ver el azul del cielo,
me doblo ante tu amor bondadoso
y te descubro en cada hoja del camino.

¡No más!...
Hasta aquí llegaron mis llantos,
el mar se rebosó  de sales de vida,
así llenaré mi corazón del arrullo de las olas,
del beso de sus aguas sobre los acantilados
con los ojos bien  abiertos y el corazón desnudo.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 16/13 

MI PASTOR [116]


MI PASTOR [116]

Mi Pastor decide que no eres el más pecador, que no soy la más perversa, que estás llorando ahora pero no eres el más sufrido porque él ha decidido tomar tu carga y llevarla sobre su hombro.

¡No te afanes!...¡todo pasará!, así pasa la corriente de una cascada y se renuevan sus aguas, pasa la noche y llega el día, pasa la vida y viene la eternidad...

Hablaremos de hoy como si fuésemos a morir ahorita, y no más tristeza, ¡no más llanto!... A detallar la belleza del paisaje y  dar la mano a quien esté caído, esa es la misión que tenemos.

¿Será que con letras se puede ayudar a otros o con buenas palabras?, no basta, tenemos que poner en práctica todo lo que hablamos...

Tan pecadora soy, no perdono las traiciones de mi esposo... ¡Es que el engaño duele tanto!,  pero mi Jefe lo perdona y a su vez me perdonará a mí, lo que Él no perdona es que siga siendo alcahuete, pues  parece decir: Oye... ¿qué te pasa?... ¡No viniste aquí por un rato a llorar!, ¡te envié a ser feliz!... no a que permanezcas en una cárcel con quien no te ama ni te merece, por esto sí, ¡te daré fuerte con mi cayado para que dejes de ser tonta! , observa mis huellas, sígueme y verás lo que es la felicidad.

¡Pero basta ya!,  doblarás el cuello ante tu Jefe y Señor, sabes que no tengo rostro, porque Yo soy el rostro y soy ese universo en donde estás, ni una hoja mecida por la brisa lo hace sin mi voluntad.

Soy tan oveja perdida, que siempre te busco en la soledad y te encuentro al dormir

Raquel Rueda Bohórquez

17 7 13