PALABRITAS
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La
felicidad no está en poseer,
sino en compartir generosamente
de lo que nos ha sido dado, con los demás,
disfrutando de la naturaleza,
sin apegos ni vanidades,
ya que son quienes nos mantienen prisioneros.
sino en compartir generosamente
de lo que nos ha sido dado, con los demás,
disfrutando de la naturaleza,
sin apegos ni vanidades,
ya que son quienes nos mantienen prisioneros.
Mi
Pastor presenta cada segundo una oportunidad para seguirlo,
su
voz es como el arrullo de una madre a su bebé
todo en Él es blanco con tintes dorados
y sus invisibles manos bordan el hilo llamado vida
para deshacerle cuando nos necesite.
Cuando
se ha perdido la confianza y el respeto,
todas
las puertas permanecerán cerradas.
Me
separa de ti un calendario,
mañana mis pasos serán los tuyos
cuando el tiempo inexistente
marque
un segundo
y la madre tierra recobre lo suyo.
Quiero
empaparme de tu piel
como el frío invierno de las flores
y el manso arroyuelo del camino.
Quiero tu mano tibia en mi regazo
donde mi corazón advierta un "te quiero"
y mi nido inspire tu descanso.
Como
una cortesana parezco,
olvidada de su motivo en la vida,
con paso triste se observa
cuando cruza la esquina.
Y al llegar a casa
sólo una sonrisa leve
al doblar las rodillas.
No importa cuánto navegue, ni cuánto busque
me interesa saber que estoy a buen resguardo
y que un poco más allá de todo
me espera la inmensidad.
No es tan importante llegar a la cima,
vale más levantarnos una y otra vez
a permitir que el cansancio nos gane.
Nos
agotamos buscando la perfección
pero sólo somos remiendos,
que el tiempo se encargará de ajustar.
No
busques en mí un jardín que no has cuidado
soy un sueño que vuela como el colibrí,
en busca de la flor más dulce.
La
vida es una gran barca
donde navegan nuestros sueños
donde navegan nuestros sueños
y al final, una pequeña barquita de madera,
que será cubierta de lindas flores.
Llévame
a plantar orquídeas en tus labios
y a sembrar besos en tus cerros.
Permíteme
derribar la cerca que nos separa
y volar hasta el árbol de los sueños.
Déjame abrir las alas
como un cóndor;
llegaré
hasta la cima
y como tu amante
comprenderás que no te soy ajena.
Dejo
un brindis para mi madre
por la princesa noble,
por el cofre que guardó mi vida
en la esmeralda dulce de sus ojos.
Raquel
Rueda Bohórquez
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