domingo, 26 de mayo de 2013

BRILLOS (25)

BRILLOS (25)


Al asomo del sol, mi esperanza,

y su tibio regazo guardando mis quimeras

en un lago donde embelesado

regala su amor, sin imaginarlo siquiera.


Aquí la brisa a su antojo besa.
Gotas de sal traen primaveras muertas,
perlas de rocío sobre los párpados
se fundirán entre arenas secas.

Ya mañana se olvidará el idilio,
las palabras que hoy fueron ardor
serán frío... tan hielo como el puñal que se levanta,
tan yerto como el candelabro al apagarse
con la leve brisa del destino. 

El monte esconderá de la cima cristales rotos
que se convertirán en blancas cabelleras,
desleídas tal vez, serán inmenso río. 

Pero ya nada me asombra...
Nada inmuta el corazón dolido.
Una daga se clava una y mil veces,
se desnuda la piel y se entrega el alma...

Vuela... ¡vuela sobre los esteros!
Cierra los ojos sin llorar, y palpita de amor
como lo hace el mar ante la sombra de las nubes pasajeras
que sin pena se copian en sus aguas cristalinas. 

Un brillo más allá me incita,
¿será la llama viva del sol?
Lo pronunció, ese día, /el silencio de su boca presentía,
lo dijo cuando el brillo de sus ojos 
se estacionaron en los míos
y quedó la rosa blanca, 
viendo hacia el sueño prometido.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 26/13 

MARIPOSA AZUL (26)

MARIPOSA AZUL (26)


Mi niña se llevó sus escarpines,
los azules de inmenso cielo.
En sus ojos las mieles de la vida,
en sus labios sus poemas.

Danzó sobre las rosas más bellas,
entibió el corazón a las violetas;
acarició de sus alas un rosario
y una oración inventó para sus nietos.

Sabía que se acercaba la hora
y enmudeció viendo al horizonte,
luego rezó robándole al pecho
un poco de aliento:

¡Es mi sol!, repetía muchas veces,
mi navegante silencioso
que inadvertido asoma por los cerros.

Y de su cálida celda un vuelo,
el azul fue su pecho, sus heridas manos,
el verde esmeralda de sus ojos
copiado entre mágicas ramas
se quedaron palpitando entre los míos,

cuando las sales de la vida parpadean
y humedecen su pequeña almohada.

Raquel Rueda Bohórquez
26 5 13 




EL VIOLÌN (27)

EL VIOLÍN (27)

De la más fina madera nació.
Sus cuerdas nacieron para llorar
Pero en silencio se quedó
Cuando una rosa clamaba con furor
Que naciera en el aire un compositor.

Raquel Rebaudengo esperaba
Ese sonido de lágrimas solitarias,
Una esperanza para un mejor mañana
Contenta entre cuerdas de guitarra
Donde los violines fueran los cantores.

Parpadean luciérnagas en el cielo,
Se entregan con fiebre los amantes;
Se desliza una mano para herirla
Pero en vez de castigar,
El violín deja de llorar y canta.

La oscuridad busca un brillo,
Sus notas de tímida nostalgia
Una advertida oración musita,
Como esa plegaria al infinito
Si la rosa deslumbrante brilla,
Y su aroma a violín en la pared,
Alguien descubre.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 26/13 

LA PALMERA 4 (28)

LA PALMERA 4 (28)


La palmera arrogante está a punto de caer.
Un empujón de la brisa y ya no será;
En cambio el mar, con toda fuerza y poder
Ronca, y advierte que se le respete,
Que ahí nadie vomitará sus inmundicias
Porque con el mismo valor, arrojará todo a la orilla.

A ratos vivimos de apariencias;
Igual a las palmeras nos elevamos tanto.
Los cocos inician a caer primero,
Después sus hojas que ayer cantaban con la brisa,
Y en un momento cualquiera, cuanto más elevada
Cuanto más crecida, la ola más empinada,
Un pequeño soplo del azar,
La convertirá en un bagazo mecido por la corriente
Para permanecer muda y callada, en cualquier orilla.

Nunca doblará el cuello...
De vez en cuando las veremos
A las más humildes en búsqueda de un mejor sol,
Pero las reales estarán arriba de todo,
Creyendo que la suerte de los vanidosos será eterna.

Ni palmera, ni mariposa, ni flor
Todos tenemos que agachar el rostro
Como al atardecer el girasol,
Y en las mañanas, con su mirada al sol
Dando gracias a Dios por la vida
Por ser flor fruto y semilla a la vez,
Con la nobleza de su aceite
Que hará que una lámpara se encienda
Para que ilumine el camino de otro ser.

Su vida tendrá un fin, 
Y su muerte,
Será grandeza eterna, 
Ahí su resplandor
Invitará a las mariposas de la noche,
A soñar con un brillo mágico en oscuros días.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 25/13 


PARA TI (29)

PARA TI (29)


Un beso tal vez, en mi fiebre de hoy
donde el temblor de la oscuridad 
me permita cerrar los ojos.

Dulce miel perdida,
agotada en otras pieles
menos en la mía,
que se cansó de amar y buscar
panales que son para las aves del camino.

Por eso marcho a morir un poco.
Pueda ser que otro día amor,
mordida en ti, henchida en versos,
logre herir tu vanidad y conmoverte.

Raquel Rueda Bohórquez
26 5 13