domingo, 17 de noviembre de 2013

FLORES DE PAPEL [61]

FLORES DE PAPEL [61]

Robé tantas flores de papel
eran rosadas intensas,
parecían cachetes de niños
 brotando de las peñas.

Recuerdo del ayer tus manos
llenas de brotes que abrazabas.
Hoy ya no queda nada,
sólo blancas perlas, cual cirios
que danzan con las brisas de noviembre,
alcanzando a diciembre…

De las amapolas de tus pechos,
¿qué ha quedado?
Ya no brotan leches de madre
para nuestro alivio.

¿Y de tus ojos que hicieron estación en los míos?
Una joya pequeña encontró en el bosque nido,
ahí crecen plásticas flores de azucena,
y pastan garzas blancas, trocitos de muerte.

Hierbabuena tu algodonado pecho…
Ya no huele tu casita como ayer
en un huerto de flores de papel
una danza en llamas se apaga,
y una gota de rocío veo caer.

Jugando al ayer con tus dedos,
pequeños brotes arrugados
tan dulce cielo despejado
me robó tu consuelo,
y me hurtó tus joyas,
¡tan preciadas!

Ahora todo se antoja de púrpuras,
de las violetas flores de antaño
donde crecían hierbas olorosas,
para a tus dolores engatusar un rato.

Que nadie llore, hoy es domingo,
día de agradecer y verse a los ojos…

Mañana, es una sombra perversa
que asomará cuando adviertas,
que de aquí, no te llevas nada.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 17/13




LA MAÑANA (Edward Grieg) [62]

LA MAÑANA (Edward Grieg) [62]

Dios se entretiene en azules, estoy segura…
Vamos mi amor, ¡lleguemos a la orilla los dos,
y armemos un lecho de tules!

Habrá pasto seco,
colgará una orquídea, será guirnalda,
no tendré llanto en los ojos,
ante ese día esperado…

Y la mañana aparece…
Sorprendida entre amarillos la encuentro…
El dorado responde a un verso en un lago,
las hojas secas danzan al viento que las persigue,
y un diluvio de sonoros besos,
 parecen correr presurosos
dentro de una suave corriente.

¿Ves que brotaría un jazmín? – ¡te lo dije tantas veces!...
Entretenida estabas en las luces del mundo
y mira… ¡qué tesoros aguardaban por los dos!
Escondidos entre abrojos y rocas de nuestro destino.

Abre una flor, sin importar si es invierno o verano…
Ven y juntamos en suave oración nuestras manos,
para bendecir tan hermosa mañana.

Un brote de vida en tan abrigado cofre,
y sus alas pequeñas secadas al sol.
¡Qué divinos sus picos abiertos!
¿Con qué versos los recibiré hoy?

Vamos… camina, pequeño,  estoy a tu lado…
No habrá brisa fuerte, ni daga para herirte.
Abrigado bajo un mullido traje  te esconderé
de los ojos malvados que deambulan por ahí.

Sube a mi barca de fuego y no te quemarás…
Camina sobre las aguas que no te hundirás,
trepa sobre la montaña de plumas que ofrezco;
ahí mis lágrimas no te mojarán.

Raquel Rueda Bohórquez  
Barranquilla, noviembre 17/1





¡QUÉ HERMOSO! [63]


¡QUÉ HERMOSO! [63]

Tan bello si sonríes
y tomas mi talle airoso,
tus caricias en reposo
sobre mis pechos vacíos…

Y en este día que marcha
bajo tu ardiente mirada
ya casi no queda nada
sobre mi árbol sombrío.

Arrópame con tus brazos
cual naciente enredadera,
que a morir yo quisiera
de tus brazos cobijada,
y de tu boca amparada.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 17/13



PAISAJE [64]


PAISAJE [64]

¡Qué belleza de paisajes!,
Así debe ser la casita de mi madre,
La que tanto pronunciaba viendo al cielo.

¡Mi casita Señor, donde me esperas!
Allá donde están todas las primaveras juntas,
 y anidan gorriones de seda...

¡Qué feliz has de estar...!
Un camino donde las rocas no hieren
y las rosas sin espinas se dan…

Más allá del sol...
Más allá de mis montañas,
más allá de éste mundo extraño
que a pesar de ser un paraíso
se cultivan armas para matarnos,
y se recogen balas
para sembrar en la frente.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 17/13




AL MEJOR POETA L2R [65]


AL MEJOR POETA L2R [65]

Adivinen al mejor poeta
en tarde de arrugadas pieles,
si las gorditas  nalgas de doña Lidia
ya no tengan tiempo de mula prieta
de subir la cuesta corriendo,
y de bajar del monte soñando
que la juventud regresa…

¿En dónde estará quien teje versos en el viento?
¿Ese que me ve reír y llorar de contento?
¿Quién no se endilga laureles
ni adorna paredes con papeles viejos?

Lo he visto volar es seguro,
sobre el mar azul  de colores intensos,
un traje de seda regaló al descuido,
y otros corrompen  perfumes y lienzos.

¿Han visto acaso a mi amor el poeta?
Sus  premios  se visten de hojas verdes,
las hojas secas que caen del otoño;
y los copos de nieve que llenan un árbol,
para colgar colores en cualquier diciembre.

Mi árbol de navidad, mi promesa, un sueño…
Bordan tejidos entre sus ramas
anidan perlas que lloran,
y abren sus flores a mejores tiempos.

Lo he visto pasar…
Tiene arrugas que parecen caminos
de todos los años pasados,
y de todo el tiempo que viene…

Es el dueño de mis suspiros al amanecer
y de mis silencios al dormir.

¿En dónde estará mi poeta amado?
Descanso un poco del día
y escucho en un bosque olvidado,
tristes y largos gemidos…

Pero Él se levanta,
asoma en el valle,
es un sinsonte, un mochuelo ,
lanzando  coplas y versos al aire.

Y de a poco, más tristes son su lamentos…
Un llorar de violines buscando un remanso;
Él se descalza,  con un abrazo les consuela,
diciendo que habrá un mañana
donde nada duela.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 17/13
Andrés-Mariana


A CAMINAR [66]


A CAMINAR [66]

Hoy será el día más bello de todos…
Vamos a caminar,
¡está esplendoroso el momento!
Un sol radiante ilumina mi hogar,
una colcha de blanca arena invita
para poner el rostro contento.

Detalla del mar sus azules intensos,
las olas se visten de blancas sedas
y corren como niñas descalzas
queriendo una cometa alcanzar
que se desvanece siempre en su orilla.

Vamos a caminar…
Deja el mal momento pasar,
no vuelvas tu mirada atrás
que nadie te podrá dañar.

Mira lo gris de las rocas,
en su corazón calla un diamante.
Que nada tu día empañe,
si un sonido de hojas
sacude el vendaval.

Tomaremos todo el sol…
La  piel se tornará en dorado,
seremos girasoles que buscan consuelo
en esa radiante luz,
donde nada es negado.

Dame tus manos y acaricia todo
en tanto pasan aves azules y blancas,
son viejas danzantes de vestidos algodonados
que al paso del astro se ruborizan,
y al son de campanas,
se quedan calladas.

Vamos a caminar… ¡no te detengas!
Veremos las caracolas pegadas de las piedras.
En  silenciosos momentos, ¡cuánto se aman!
Pero no calles tus voces al viento…

Que pasen todos con sus vestidos radiantes
que sus voces se escuchen,
pero mis lamentos se los llevará el mar con sus olas,
y llegarán nuevas, recién nacidas,
que antes de avanzar,
en la orilla se quedan.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 17/13




A UN GORRIÓN [67]


 A UN GORRIÓN [67]

¡Si pudiera caminar al son de otros!,
Pero nadie la verdad puede contemplar.
Me quito las enaguas,
para mostrarle al mundo
que sin máscaras vanidosas,
puedo caminar.

Más no descartes de mis ojos las verdades
ni una sonrisa me quiera atrapar;
levanta el rostro que amanece,
y un suspiro me has podido regalar.

No comulgo con la soberbia ajena,
me quedo en casa un rato más;
tengo una tarea, y es ser pequeño
entre voces demasiado grandes,
para que me escuchen cantar.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 17/13



DE ÉSTE DÍA [68]


Sonia-David


DE ESTE DÍA [68]


Atrapo de ahora el canto del canario
quien prisionero pareciera llorar,
y sus pequeños ojos
entre pálidas rejas de madera,
una súplica de sus  alas
al viento quiere entregar.

¡Qué bello se presenta el día!...
No se repiten las olas en el mar.
Se multiplican los nidos en los campanarios
donde las palomas vuelven a volar.

De éste día, atrapo el sol que entra por mi ventana.
¿Puedo repetirlo alguna vez?
No habrá  canto nuevo entre los pastizales
hasta que la lluvia lo vuelva a reverdecer.

Y entre las calladas sombras de los árboles
los que ayer fueron, ¿se repetirán?
Abre el corazón a mi madre, y es seguro,
que tus semillas con abono germinarán.

De este día, atrapo tus brazos sobre mi cuello,
tus negros ojos de un brillo sin igual.

Agradecida de un ayer, suspiro mi presente;
y de tus besos que se fueron
cual  hojas secas para ser abono,
ese amor único, que se fue cualquier tarde,
casi para anochecer.

Entre las maravillas del ya,
está mi reloj viejo.
¡Que no se muevan sus brazos!
Que guarde mis estaciones,
son lirios frescos cerca de mis ojos
para no envejecer.

Entre colchas de amores, siga soñándote,
¿será que podré verte de nuevo, alguna vez?

Raquel Rueda Bohórquez   
Barranquilla, noviembre 17/

LA VOZ DEL VIOLÍN [69]

LA VOZ DEL VIOLÍN (Cuento) [69]

Había un pequeño violín nacido de un árbol, construyeron la tapa de pícea, un arce para fabricar el fondo;  el diapasón es de ébano, las clavijas y el cordal de jacarandá, para que al afinarlo pueda llorar como un niño, a quien no dejaron nacer.
El arce viene de Bosnia, no recuerdo qué parte ocupa él, y la pícea de Europa Central debe ocupar algún lugar, el ébano venido desde África para hacerlo fuerte y fino,  era una palmera llena de dátiles en su ayer.  El abeto regaló un cofre, para que se guardaran bien todas las sales de mar, de las madres tristes; esto me lo contó la abuelita…
………………

Si escuchas un violín,
pregúntale si lloran las cuerdas del alma.
Ha de ser la pícea, a quien robaron un tronco,
tal vez un arce,
que estaba entretenido llegando al cielo.

Si las notas del violín lloran,
sabrás que un ébano eleva una súplica
porque  el jacarandá dejó de crecer…

¿En dónde encontraremos nuevos árboles?
Quiero que el violín llore,
para descubrir las ramas verdes
y las vestidas de trigal,
con sus frutos secos…

Dicen que el abeto llora amores,
pero que todos reunidos forman una mágica orquesta,
si caen las hojas con las brisas de noviembre,
y se juntan todos los árboles vencidos del bosque,
y le envían una súplica al cielo
entre las cuerdas de un violín.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 15/13