lunes, 26 de noviembre de 2012

DESDE AQUÌ

DESDE MIS GUADUALES UN SON DE FLAUTAS
UN BESO DE MAR
UNA LLUVIA DE ESTRELLAS.

DESDE MI ENDURECIDO SILLÒN
TAL VEZ UNA SONRISA
UN POCO DE MI CORAZÒN
TEÑIDO DE TODOS LOS ROJOS DE LA VIDA.

DESDE EL CIELO AZUL
UN BESO PARA TODOS
UN ABRAZO PARA TI
UNA LÀGRIMA... UNA DESPEDIDA.

Raquel Rueda Bohórquez

ESPÌRITUS DE LA MONTAÑA

ESPERO ESCUCHEN MI VOZ CUANDO LOS ROBLES LLOREN
EN MEDIO DE CASCADAS MI LLANTO 
BAJO LAS ROCAS MIS SUSPIROS...
SOBRE LOS CERROS MI PÚRPURA VIDA.

TAL VEZ ENTONEN MELODÌAS  LAS PALMERAS
PUEDA SER QUE ESCUCHES EL TRINO DE LAS AVES
¿QUEDARÁ ALGÚN ÁRBOL VESTIDO DE FLORES VOLADORAS?
¿LA VOZ DE LOS NIÑOS CANTORES ESCUCHARÁS MAÑANA?

UN POCO DE MI ALMA NAVEGA EN EL SILENCIO
UN POCO DE MIS SUSPIROS AÚN CONSERVAN LOS GUADUALES
Y UN LOBO AUSENTE... LEJANO... GIME A LA LUNA
UNA MADRE LLORA A UN HIJO QUE NO NACIÓ
UN RÍO DE SANGRE CORRE... POR LA LADERA...

Raquel Rueda Bohórquez

TE CONFIESO

TE CONFIESO

Te confieso que no tengo la dulzura de una potra en la montaña
Mi cabellera no es la ondulante de otros días,
La que en vez de negra sus visos eran azules
Y mi cadera no es ahora aquélla que parecía durazno maduro

Mis pechos no son las toronjas duras y rosadas de otros tiempos.

Diré que las praderas que antes observaba a tu lado están desérticas
Mis ojos, antes grandes y de lindas pestañas están apagados
Mis cejas hoy las pinto un poco pues la droga me robó sus cabellos
Sólo hilos como el tejido de una araña sobre cualquier rama en primavera
Y su brillo se opaca por el exceso de paredes blancas y tímido sol.

Te puedo decir que hoy lloro por todo y nada…
Que me atengo a la soledad de cada día y le robo a los sueños las sonrisas
Río mucho… tanto que siempre termino gimiendo sobre mi almohada
Cuando una orgía imaginaria se presiente…
Pero sale veloz como una potranca asustada
Al percibir  el rugido de un león en la oscuridad
Y  chillar una hiena de colmillos afilados.

Ya no puedo correr como una cabra por el monte
No puedo trepar por los árboles, ni buscar nidos de calandrias
Ya no salgo disparada por el piquete de una avispa en el camino;
Mi voz se quiebra cuando quiero gritar,
Y en público soy como una niña asustada
Que tal vez orine mi falda y mi rostro sea níveo
O puede ser una mascarada donde los rojos me habiten.

A pesar de todo ese pasado…
Sin importar nada ese ayer
Hoy puedo decir que sigo siendo la niña soñadora
No ha pasado el tiempo por mi alma
Rejuvenece mi traje de fantasía cuando amanece
Descubro que aún palpita mi corazón por unos ojos verdes
Por un rostro que anuncia días primaverales
Y unos brazos que esperan con paciencia
Un mañana que será cualquier día mí hoy
Abrazada a un después de sueños ciertos sobre tus labios.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 25/12