¿QUÉ
TENGO PARA HOY? [1]
Un
nuevo sueño aparece, no sé si en mi corazón o en mi mente, pero ahí está;
es
un talle en mármol donde la frialdad desaparece, para que una lluvia de luceros
me despierte en medio de la nada.
Tengo
un nuevo día para soñar y creer que el amor es una llama que no se apaga, que
la enciende el fuego de una mirada contemplando a un ave inquieta, como si
deseara hablar, y saber que puedo dialogar con ella, nos podemos inquietar las
dos y ser parte de lo mismo, sin ser nada tal vez, pero concretamos, que
estamos buscando lo mismo en diferente rama.
La
posibilidad de iniciar mi día llena de expectativas, despidiendo a mis
muchachos un tanto vacíos de estómago, pero llenos de brillos mágicos en su
alma, que cada día los hace mejores personas, sin alardear, sin gritar, con un
recuerdo común de nuestros ángeles que siempre nos acompañarán.
Aquí
estoy, mi silla no se ha mudado, mis fiebres me han dejado unas cuantas llagas
que poco a poco sanan, pero hay una sed que no puedo calmar fácilmente, mas
estoy alerta, las nubes están oscurecidas hoy, presiento un gran aguacero para
calmar tantas hambres que estaban ahí, y la sed de una playa ardiente, que no
se deja vencer por las olas y acepta con agrado los besos del mar.
¿Qué
tengo para hoy?... A ti... tu mirada ausente. Tengo una pared llena de
recuerdos, pero un perfume, unas campanas pequeñas suenan, y sé que eres tú,
quien viene y desea mostrarme un camino para que sea feliz.
Tanto
hay por tener, ¡tanto por conseguir!... pero solo busco felicidad, no está
lejana; creo que tropiezo con ella cada segundo, hay un ángel que sabe lo que
me conviene y me dice: "Espera un poco, no impacientes... lo que deseas lo
tengo, y cuando sea propicio el tiempo, llegará a tu mesa".
Por
tanto, tengo que agradecer a Dios porque no soy parte de una historia de
maldad, sino que hay algo más que debo hacer, iniciando por amarme, para así
poder entregarme a los demás, como tanto nos exige la conciencia.
Tengo,
tengo que terminar mi trabajo de hoy, preparar un almuerzo que no se queme y
procurar inventar una receta que no solo me agrade a mí, sino que tenga ese
sabor de amor, que tal vez es lo que le falta a mis comidas.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
mayo 31/13