MUJERES
[11] L2R
Mujeres de sencillas
enaguas,
cachetes rojos, trenzas
a los lados,
vencidas y de hinojos
calladas y apagadas...
Otras de gigantes ollas
donde se cuecen sus
ilusiones del día,
llenan panzas
hambrientas,
se atosigan con sus
sabores
eructan y se duermen.
Mujeres como sillones
viejos
mecidas por la suave
brisa de sus amaneceres...
Silenciosas viajeras
moribundas
que enarbolan sueños
cual banderas que caen,
y mueren yertas,
en su inalcanzable
lucha.
Aquéllas, curtidas por
el tiempo,
arrinconadas en
castillos dorados;
adormecidas en sus
rígidos sillones,
encadenadas a cuerdas
plásticas
que las mantiene vivas,
pues vemos que
respiran.
Mujeres con la boca
cerrada...
Baúles viejos
abandonados…
Ellas, las dulces
abuelitas que se vencen
pero siguen sembrando
con el rosario en mano,
se consuelan y brindan
amor sin memoria
con sus oraciones
aprendidas desde niñas.
Vírgenes que no
encontraron sitio para sus calores...
Tibieza de niñas viejas
que viven en oscuros rincones,
donde agonizan los
sueños.
Ellas: las del cáliz de
metal que rogaron por un abrazo cálido,
que murieron deseosas
de un tibio beso en su anhelante boca,
y se durmieron
lentamente,
¡abrazadas a sus
propios brazos!
Mujeres de latigazos
hirientes
que yacen en olvidadas
tumbas,
aquéllas que parieron
inocentes;
que murieron en el
olvido y la desidia,
se perdieron en el
silencio de sus gritos,
¡lloraron y gimieron!,
recogieron sus
lágrimas,
que abonaron senderos
sembrados con su
sangre.
¡Pobres mujeres de mi
tierra!,
rústicas como diamantes
en bruto,
tallaron el áspero
peñasco con sus penas,
brillaron como lucero en el inmenso cielo,
se perdieron,
como se pierde en el
horizonte azul
el fuego de una cometa
¡sin asta, ni
bandera!...
Mujeres que perdurarán
por siempre,
¡en la sangre que
hierve!
en la boca que se
levanta
y en los sueños que tras dura lucha hasta la
muerte,
otras valientes
llevaron a cuestas.
Aquéllas, mancilladas,
humilladas, violadas,
deambulan en las noches
sin amaneceres,
y tal vez se adormezcan
en las oscuras sombras,
¡de cielo sin
estrellas!
Mujer al fin... ¡de la
tierra eres flor y semilla!
Sembradora por siempre
en el desierto de la vida,
hermosa princesa de
corazones:
Tal vez te adoren...te
amen... te respeten...
¡O te sepulten viva!
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, marzo
11/11