LA BURBUJA
Llega el momento del encantamiento,
nos sentimos en una burbuja y de repente explota
llega una ola que nos confunde
y con todo su peso nos golpea
contra los filos de los arrecifes.
Llega en el día de más sonrisas
pensamos en la solidez que dan los años de trabajo
y en las tantas privaciones para ahorrar para esa vejez extraña,
que nos encuentra enfermos y tristes
en edad temprana.
Llega y creemos que es de acero transparente
pero un soplo nos revienta por dentro
y nos patea el alma.
A partir de ese momento vemos el disfraz de la vida
y la mentira del tiempo
que hace con nosotros lo que quiere
a tiempo o a destiempo.
Empezamos entonces a devolver los pasos,
a recordar los tantos errores y aciertos
y otros se quedan en el limbo que hemos creado a voluntad
para no reventarnos más de lo que la vida quiere.
Nos damos cuenta que no tuvimos acierto para vivir
somos la burbuja dentro de nosotros mismos
pues no pudimos echar a volar nuestras rabias ni resentimientos.
Te veo en un rincón con la vista al fondo sin fondo
y tu rostro refleja todas las espinas y todos los dolores juntos,
piensas que explotarás, que nada se puede devolver,
que no existen los milagros y te abandonas a esa pesadumbre
que es más letal que la propia enfermedad.
Un temblor se vuelve de color violeta,
los labios nada quieren reclamar ,
ni siquiera el canto de las aves interesa
porque una fiera nos recorre y nos perfora,
nos aniquila ese yo incomprensible
que tal vez desea alcanzar la cometa
que se aleja sobre el mar.
Creemos que no volverán los ocasos
ni el sol a salir por entre la peña
ni a colarse entre el ponto el arco iris de los sueños
y todos los rostros nos parecen tristes,lloramos sobre mojado,
más de repente, en el instante en que la burbuja se crece,
vemos que el mundo cabe ahí con todos sus hermosos colores
y el rubor torna cual ave peregrina que ha perdido el rumbo
un canto nuevo se escucha entre las sombras que se iluminan
ante los rayos de otro sol que estaba dormido.
Te veo abrir en cruz los brazos
tus rodillas dolidas se doblan,
te veo llorar de contento
corres por otras praderas donde no hay espinas,
ni dolor, ni gloria...
La burbuja te llevó,
tu propia burbuja no explotó
no hubo filos de rocas en el camino real,
cual niño travieso corres queriendo alcanzar tu propio espejo
dentro de la misma burbuja de la vida
que corre por otro túnel por otra madre
en medio de gritos de júbilo.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, 09 09 19