lunes, 9 de septiembre de 2019

LA HOJA

LA HOJA

Tornar a lo que amo
regresar a la hoja
que se dobla ante mi presencia
y seguir soñando
que soy un pájaro feliz
o una mariposa blanca.

Volver al camino polvoriento
y animar con un verso al herido
santificar ninguna fiesta
o vivir en el olvido.

Caer, tan solo caer
y dejarme llevar con mansedumbre
hasta la cima de una montaña
o puede ser tal vez
bailar salsa o merecumbé
en las aguas del Magdalena

ese día cualquiera
en que ya no pelee más
con el árbol que me prestó la vida.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, 09 09 19

EL PRIMO

EL PRIMO

Una patada del destino
arrimó a mi primo en otra casa
y el desencanto de la tarde
lo halló en el hospital.

¡Pero está vivo!
La vida lo tiene un rato más
y nos enseña con la verdad
que no hay peor espina
que confiar en los demás.

¡Gracias a la vida por tanto!
Es un amado de mi madre
un joven lleno de ambición
que pagó con una mirada
lo que el destino calló. 

El amor es engañoso
y la ambición lo es más
porque lo amado se pierde
por tan solo una ilusión. 

Pero el primo se irá
a contemplar paisajes 
a un lugar hermoso
en otra esquina y otro bar.

Cantará sus mañanitas
porque tiene la bondad de sus hijos
y otro día por vivir. 

¡Gracias Dios por tu amor!

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla 09 09 19



DEL AIRE

DEL AIRE

De sueños vivimos los poetas
del aire que canta sus mañanitas
por entre los robles más viejos
y las heridas que se esculpen en las rocas.

No tenemos alas, 
nuestros ideales son los de otros
pero nos reconocen algún día
cuando la parca nos hunda en la tierra
y nos caliente el verso de la tarde.

Los poetas sólo estamos de paso
nos vamos con el mismo silencio
nos alejamos con la misma premura
que lleva el céfiro sobre los huracanes.

De nada vivimos los poetas
nuestra obra no tiene valor
porque la poesía no se vende
¿pero entonces, de qué viven los poetas?

De sueños, tan solo de sueños
que caen sobre los pétalos
y se desvanecen 
con el beso cálido del sol.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, 09 09 19

LA BURBUJA

LA BURBUJA

Llega el momento del encantamiento, 
nos sentimos en una burbuja y de repente explota 
llega una ola que nos confunde 
y con todo su peso nos golpea 
contra los filos de los arrecifes.

Llega en el día de más sonrisas 
pensamos en la solidez que dan los años de trabajo 
y en las tantas privaciones para ahorrar para esa vejez extraña, 
que nos encuentra enfermos y tristes 
en edad temprana. 

Llega y creemos que es de acero transparente 
pero un soplo nos revienta por dentro 
y nos patea el alma. 

A partir de ese momento vemos el disfraz de la vida 
y la mentira del tiempo 
que hace con nosotros lo que quiere 
a tiempo o a destiempo. 

Empezamos entonces a devolver los pasos, 
a recordar los tantos errores y aciertos 
y otros se quedan en el limbo que hemos creado a voluntad 
para no reventarnos más de lo que la vida quiere. 

Nos damos cuenta que no tuvimos acierto para vivir 
somos la burbuja dentro de nosotros mismos 
pues no pudimos echar a volar nuestras rabias ni resentimientos. 

Te veo en un rincón con la vista al fondo sin fondo 
y tu rostro refleja todas las espinas y todos los dolores juntos, 
piensas que explotarás, que nada se puede devolver, 
que no existen los milagros y te abandonas a esa pesadumbre 
que es más letal que la propia enfermedad. 

Un temblor se vuelve de color violeta, 
los labios nada quieren reclamar , 
ni siquiera el canto de las aves interesa 
porque una fiera nos recorre y nos perfora, 
nos aniquila ese yo incomprensible 
que tal vez desea alcanzar la cometa 
que se aleja sobre el mar. 

Creemos que no volverán los ocasos 
ni el sol a salir por entre la peña 
ni a colarse entre el ponto el arco iris de los sueños 
y todos los rostros nos parecen tristes,lloramos sobre mojado, 
más de repente, en el instante en que la  burbuja se crece, 
vemos que el mundo cabe ahí con todos sus hermosos colores 
y el rubor torna cual ave peregrina que ha perdido el rumbo 
un canto nuevo se escucha entre las sombras que se iluminan 
ante los rayos de otro sol que estaba dormido. 

Te veo abrir en cruz los brazos
 tus rodillas dolidas se doblan, 
te veo llorar de contento 
corres por otras praderas donde no hay espinas, 
ni dolor, ni gloria...

La burbuja te llevó, 
tu propia burbuja no explotó 
no hubo filos de rocas en el camino real, 
cual niño travieso corres queriendo alcanzar tu propio espejo 
dentro de la misma burbuja de la vida
que corre por otro túnel por otra madre
en medio de gritos de júbilo. 

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, 09 09 19