¡NI GRACIAS
DIJO! (53)
Ese día, la
sarna tomó al mico.
Se enroscó
en el dardo de su veneno
Y masculló
todas sus rabias, con sus odios.
Fabricó una
sopa de garrapatas…
¡Qué asco!,
¡no era de eso!, ¡era de lombrices!
Soltó una
carcajada que tenía amarrada
Y luego se
fue a cazar perdices.
¡No hables
tanta idiotez!
¿Eso mismo
no lo dijo un francés?
¿No fue
acaso el anciano gordito
El de la
sonrisa siempre alegre,
Quien dejó
su alma vagando en la esquina
Y por eso no
la han podido vender?
¡Cuánta
tontería escribe!
¡Es una
vieja idiota que se cree poeta!
Recorrió el
mismo camino,
De la puerta
con sus rejas oxidadas;
Hasta el
patio sembrado de misiles.
/ ¡Esto, sin
que contemos a nadie,
Qué fue por
más de 30 abriles!
Luego dice
que conoció el mundo;
Que divulgó
a los 7 mares
Que cuando
se casó no era virgen,
Porque su
virginidad se quedó lejos;
Entre los
dedos de su viejo amor.
¡Ay mujer
idiota!
Te enseñaron
que el amor era pecado;
Te
condenaron a la celda oscura,
Al rincón de
las miserias
Y al
taburete negro desteñido.
¡Ni gracias
dijo!...
Cuando se
fue;
¡Lo hizo
para siempre!
Dejó mi amor
a la deriva,
Bogando ríos
profundos de soledad.
¡Y pensar
que por él daría mi vida!
Por estar
ahora, un momento,
En un rincón
del tiempo;
Entregada,
abierta a su mezquindad,
A sus mismos
ojos negros
Sin importar
que su juventud se haya ido
A la vez
conmigo.
Sin importar
Que aunque
haya pasado el tiempo;
Tengo a un
testigo fiel
Que conoció
de mi amor por él.
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla,
diciembre 4/15