domingo, 1 de septiembre de 2013

YO SI [147]

YO SI [147]

Si fueras el único ser en el mundo ¿qué haría?
Pareces demonio en una sacristía.
¡Qué feo hablas de una dama con tus vecinas!
¡Qué horrible mensaje muestra terrible inquina!

Si fueras el  único ser en el mundo
tal vez me tocaría hablarte,
pero como no eres el único
sino que hay millones más,
puedo también perdonar tu soberbia
y todas las cosas que me dices.

Un macho como tú,
tan arrogante y altanero
busca la manera más triste de ofender,
a quien nada te hace...

Pero si fueras el único hombre en el mundo,
me tocaría reír contigo, 
cantar y orar por cada día,
pero como hay millones
y cada segundo nacen muchos más
tomaría éste instante
para pedir a Dios por ti, y los tuyos...

Un brindis por tu salud y paz interior.
No he sido yo... has sido tú quien todo lo tomas,
mis escritos nada tienen que ver contigo
porque las letras no tienen dueño
son del viento,
y al viento le escribo lo que deseo.

Pero si fueras el último hombre
que hubiese en el mundo,
tal vez te lanzaría a los tiburones,
para que te quitaran lo arrogante.

Pero como no deseo mal para ti,
te daría un crucifijo de madera
para que espante esos demonios,
que nada tienen que ver conmigo...

Te diría,
que mañana te levantes un poco más tarde
que camines un rato, y revises tu interior
y no desquites conmigo tus enojos del día,
y de la noche...

Si fueras el último hombre  en el planeta...
¡Pero no!  Gracias a Dios hay millones,
y cada día nacen miles.

Sin tener la cabeza caliente,
ni la mente loca,
le daría gracias a mi Jefe,
por ese único ser
que habita el planeta conmigo.


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 1/13

LA VOZ DE MARÍA [148]


LA VOZ DE MARÍA [148]

Quise escuchar la voz de María
en mi balcón,
en donde las palomas anidan cada día.

A veces un descontento,
pues todo no es hermoso.
También comprendo,
que lo que entra por la boca es bueno,
más no todo lo que sale de ella.

Busqué entre las hojas
que caían de mi árbol hermoso,
quisiera que permanecieran como un lecho,
pero se empeña una escoba en barrer
lo que a otros es inmundo,
pero que es el abono para  la tierra.

La voz de María, ¿en dónde estás princesa mía?
Me cansan las oraciones repetidas, es mi vicio desde niña
me aturden las mismas letras,
pudiendo encontrar tantas en el camino
y entonces recurro al cantar de una cigarra...

Va y viene la voz del cantor,
las manos tocan sones y aplaudo la obra,
las flautas hacen resucitar alegrías
y los tambores palpitar el alma.

Busco a María entre las flores de un jardín pequeño
y encuentro a mi anciana madre, con su habitual sonrisa.
Más una calma, un silencio en reposada silla,
un movimiento advierto,
¿acaso no es ella?

Atino a su alcoba con su olor a hierbas...
Un menticol, una crema para los dolores,
su aspirina que adelgazó la sangre, y mitigó las penas,
su librito negro, su amante consentido...

Pero María parece oculta entre las flores,
gotas de rocío, ¿no son las perlas de un rosario?
Un murmullo extraño, un balbuceo,
y Freddy salta de nuevo sobre su falda.

Aquí la encuentro, en los ojos de mi reina,
en el verde esmeralda de su mirada añeja
en el vino costoso de su amada vida.

Canta de nuevo un ave,
¿acaso no es el sinsonte?
¡Sí, es él! , quien sobre su hombro
entona nuevas melodías
y se confunde entre las luces del monte
elevándose sobre un inmenso árbol
de brillos navideños.

Reposa un rato el ave, viendo al horizonte,
y en un segundo se pierde,
en el infinito instante de una mirada,
y se oculta entre las sombras.

Creí divisar su presencia, cierto aroma...
A flor de lis, despierta ante la aurora.
Como si las flores todas se conjugaran en un verbo,
la descubrí, al invocarle a solas...

Entre una luz, apacible y mágica,
entre violetas descarnados y divinos
una sombra de luces,
mi reina envuelta entre sábanas perladas
aferrada de su mano, vi a María,
y el perfume de sus flores, delataba,
que su voz palpitaba entre los huertos,
y susurraba en el aire melodías.


Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, septiembre 1/13

LUCES EN EL CIELO [149]


LUCES EN EL CIELO [149]

Me antojé hoy de azules,
brillos celestiales, ¿existen?
¿Puede una estrella entregar un deseo?...
¿Advertir de mi silencio un sueño?

De nuevo, cielo mío...
Mi luz de colores desde el infinito
copiado en mi lago ahondas,
y en un cofre oculto en el mar
te conviertes en perla.

El dolor viejo en un diamante
si el tiempo una lágrima congela.
Mi amor, mi dulce amor en primavera,
cantar de cantares que me ahoga
y un suspiro convierte en llanto.

Permanece vacía la banca
en espera de ese amor tuyo, lejano...
Pero ocupas el espacio viejo
donde por siempre has quedado...

Mi azul divino de aguas cubierto,
sales de la vida que la mar oculta
y entre mi falda vieja permanecen.

Dame tu mano,
para sentir la tibieza del sol
que se aleja entre altas montañas
y muere al caer la tarde
dejando sendas heridas en el alma.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, septiembre 1/13

OLVIDANDO [150]

OLVIDANDO [150]

Dices que la olvidas, mísero destino...
Si cada vez que la nombras un ahogo
cual exquisito vino con el que brindas,
y dejas de mis ojos una lágrima, un atoro.

 Pretendes olvidar a todas... ¿acaso amas?
¿Puede tu duro corazón olvidar desaires
y tan crueles carcajadas en oscura tarde?

 Dices que la olvidas, pero al escribir  la nombras.
Así nombro cada instante una vacía caricia,
una palabra dura ante mi amor,
y una despedida como látigo ardiente
rompiendo en mil pedazos mi corazón.

No la olvidas, porque nunca la has amado,
sólo el calor de un nuevo día te incita,
las briznas se van con el viento,  las tristezas quedan,
y el amor, es como una gota de lluvia sobre una roca.

 Talla de a poco la insolente calma
y entre las pavesas  que se lleva el viento
se va también un beso, que se lleva el alma.

 ¿Y dices que la olvidas?
No puedes olvidar lo que nunca has amado,
en cambio yo, pretendo olvidar en medio de sonrisas
leves marcas bajo mis ojos,
y una sutil sombra que me persigue

¿Y dices que aun así la amas?

 ¡Qué mentira!
Nunca se ha de amar, lo que no ha sido amado,
¡y menos olvidar, lo que no has tocado!

 Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 1/13




LA VOZ DEL VIENTO 2 [151]


LA VOZ DEL VIENTO 2 [151]

Alguien me susurró al oído algo...
Cuando un dolor intenso, cuando la noche
Cuando el cielo estaba lleno de estrellas,
Y un azul desbordaba en mis silencios......

Me dijo que la prisa cansa... –antójate del rocío de la mañana
Elévate con un espíritu reposado, sin pensar en el afán siguiente...

Eleva tus ojos hacia un infinito espacio
Vale más sonreír ahora que llorar por siempre
Vale más una lágrima de amor, vale más un beso...

Desnuda tu corazón y di que amas, sin cansancio
Como desborda una cascada desde las rocas
Sé paciente que nada es para siempre
Y espera... que una promesa sea cumplida
Cualquier tarde, cualquier aurora, cuando estés conmigo.

Abre tus ojos, mírate al espejo... ¡Qué hermosa eres!
Pareces un rubí sin tallar, una esmeralda oculta entre las rocas
Pareces un pedacito de diamante guardado en mi corazón
Pareces amor mío, mi propia estampa.

No llores... no te agotes... debes hacer lo que te agrade
¿Acaso no soy yo, quien te regala el don de la vida?
Disfruta de tu hoy, pues no sabrás si despertarás mañana...

Eres mi gota de rocío, mi flor del campo...
Eres la niña coqueta de los valles
El aroma que perfuma aunque llores tanto,
Y la melodía que se roba el viento
Para hacer cantar a los guaduales.

¿Y así sufres?... ¿Así dices a veces que no eres nada?
Comulga el sol con las montañas, y el rocío con las flores
Comulga el mar con las rocas, y la distancia que parece infranqueable
Comulga el infinito con el azul del cielo
Y comulgas con mi corazón que palpita junto al tuyo.

Hoy es un día para agradecer y orar con el mar
Irás porque yo lo quiero... verás un sol nuevo entre brillos mágicos
Y cuando las olas cantoras te persigan,
Sabrás que soy yo, quien contigo juega.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 1/13