EL TRONO
Ahí están los buitres
tienen dos patas
tremendos marañas
y al pueblo arrebatan
los tintes del aura.
El pobre se amaña
con unos tres pesos
para que suban de nuevo
las mismas corbatas
y no queden sobre la mesa
ni las alpargatas.
Panoramas silentes
silbido de serpientes
cascabeles que tañen
nuestras propias muertes.
El hambre acobarda
crujen las barrigas
y por tres centavos
vendemos el alma.
Pero llega el mañana...
Los mismos afanes
arrugan la frente
y vuelven los buitres
con otros desmanes.
¿A quién culpamos?
La historia señala
que sobre los sueños
de nuestros hermanos
desde hace siglos
hemos vomitado.
Raquel Rueda Bohórquez
11 03 18