viernes, 6 de mayo de 2016

EL REGALO (50)

EL REGALO (50)

El paisaje es el regalo más perfecto de cada segundo.

Nada es inquietud si vemos la sombra del sol
Colarse por entre las aguas del mar.

Nada es perverso,
Si se adivinan las juguetonas nubes
Corriendo con cierto afán,
En incontables momentos.

Esa quietud
Era un adivinar peces alegres saltando,
Parecían joyas de plata y carmesí,
Contentos al fin por tanta belleza.

Luego las gaviotas, los gansos;
Los alcatraces formando estrellas en el cielo
Y senderos, muchos caminos
Donde había un cambio de estación en cada uno,
Que los impulsaba a continuar el vuelo.

Raquel Rueda Bohórquez
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MI RIQUEZA (51)

MI RIQUEZA (51)

Si vivimos en desespero por tener
Y lo injusto prevalece;
El error de confiar
Nos deja sin nada
Muchas veces.

Pero cuando nada
Significa arrancar a una víbora del cuello;
La ganancia de la tranquilidad
Es el tesoro que el ambicioso jamás tendrá.

Así es la vida,
Nada quedará sin castigo.

¡Mucho cuidado mariposas!:
Tenemos que recordar
El paso por oruga,
Lo efímero de la belleza;
Lo fugaz de la existencia
Y el perfume de las rosas.

Mi riqueza eres tú
Quien desde el amanecer
Te muestras cálido y regalón.

Raquel Rueda Bohórquez

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SUEÑO 6516 (52)

SUEÑO 6516 (52)

Anoche soñé con muchas uvas de colores, muy deliciosas; no me permitían tomarlas, pero por aquello de llevar la contraria las probé; ¡exquisitas!, imagino que es un buen sueño, todo era verde, música de aves, flores, canto de cascadas y ellas ahí en medio de tanto follaje y hermosura;  así soñé con Anderson, estuvo a mi lado pero era un niño, y me dijo que él no podía probarlas si no hasta que le dieran permiso, que ahora mismo tenía que recorrer otro camino y me abrazó así de fuerte como él lo hacía, sin correrse, sin apartarse de las viejas tías, /sentíamos hasta el latido de su corazón de potrillo.

 Cada sueño lo cuento, porque para mí son mensajes del más allá, que pueden estar más cerca de lo que imaginamos.

Raquel Rueda Bohórquez
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SI UN DÍA (53) (A)

SI UN DÍA (53) (A)

Y si un día,
Un hilo pálido de mi cabello
Caído al descuido,
Borda tu nombre
Y nos mantiene unidos;

Nada me importa
Si en una flor,
Si en un brote nuevo
O en ese azul del cielo
Que nos llama,
Y entre revueltas hojas
Nos atropella...

Nada me importa
Que sea en otro verso
O en un poema de cortas letras,
Si puedo adivinar tu estrella aquí,
En la puerta abierta
Que va derecho a tus pupilas.

Raquel Rueda Bohórquez
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MI YO ERMITAÑO (54)



La imagen son dos caracoles a orilla del mar, en el uno habitaba el ermitaño, y en el otro un caracol todavía era dueño del hogar que el ermitaño pensaba, sería suyo; si la suerte de un rincón le ayudaba, pues su casa le estaba quedando pequeña. ¡Era suave la carne, aunque siempre resbalaba!

MI YO ERMITAÑO (54)

Ese día fue la oportunidad que tuve
Para agradecer por mí casa prestada;
Un palacio en dónde me crecía
Cual los sueños del bosque
Y las olas del mar.

 Ahí estaba frente a mí;
La madre o el padre
Que habían donado mi estancia,
Más luego que le vi babeando mi esquina
Y dejando hilos perlados tras de sí,
Un pensamiento cobarde
Llenó mis ojos de viveza:

No es perverso, ¡es más grande!
¡Aquí no pasaré la noche!

Y después de comer de esa carne
Que se me ofrece;
El sol bendecirá de nuevo mi hogar.

Raquel Rueda Bohórquez

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VIVIR AHÍ (55)

VIVIR AHÍ (55)

Siempre una imagen, un camino en roca y muchas flores que conducen a tu brazos; después de ahí, el limonar florido, el árbol lleno de frutos y muchas aves.

En un rincón, el gorrión feliz escondido en el más frondoso pino; un perro, ¡que sean dos!, vamos por diez, y ese lago que retrata nuestras imágenes tocándonos los dedos, sintiendo la corriente de la vida iluminando todo. Es un retrato vivo de mis sueños; más alguien los conoce mejor, no sé de qué manera ser feliz aunque pareciera tenerlo todo, en verdad soy una persona ingrata, y por eso es que me duele más que la carne, el alma.

¿Será que me gano el baloto para tener una rancho así?, aunque pensándolo bien, prefiero a un amor bien lindo conmigo, y que vivamos en un pastizal, con una quebrada cerca, una cascada, y pájaros cantando por ahí como dementes. Yo con una oficina viendo hacia el bosque con aire sin condiciones, y dos señoras que hagan todo el oficio de la casa, ¡me suena!, aunque soñar despacito se puede, porque muchos poseen lugares así, pero no las habitan ni los disfrutan.

El paisaje, ese es el que importa y no tiene dueño, la gente compra tierras, pero el disfrute es para quien no tiene con qué comprarlas, pero sí conoce su valor.

Raquel Rueda Bohórquez
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PALABRITAS 6516 (56)

PALABRITAS 6516 (56)

1
¿Por qué desechamos el corazón de la piña, si de ahí se pegan los hijos que continuarán con su especie? Aprendí que hay un hijo basal, así era con mi madre, y así continuamos sin importar que no esté físicamente conmigo.
2
Aprender a ver el mundo como los niños, así jamás seríamos viejos.

3
No vale más tu dinero qué un nuevo día, ni valen más los honores que la fe, ella es el paisaje que nos mueve y el ave que nos habla con la voz de Dios.

4
El paisaje es el regalo más barato y cambiante, cierra los ojos al ruido del mundo, pero ábrelos al resplandor de otros en tu propia ventana. Nunca verás un paisaje igual al otro después de un parpadeo.

5
Otro día importando su luz en nuestra ventana y rogando por años de salud y amor. Cantan las aves y torna tu recuerdo cual nube que se deslíe en nuestros ojos, pero nadie puede conocer el día ni la hora, será como una última flor no vista y un último beso no dado.

6
Pasé un día hermoso; recuerdo que te pensé con el aguacero, luego con la quietud del mar; al rato, con la llovizna que nos regaló un iris, luego otra vez, al sol púrpura envuelto en sus arreboles, y ahora que voy a dormir, te guardo aquí junto a mi corazón.

7
¡Un día más hermoso!, mejor no cuento si no habrá alguien con envidia, pero les digo solamente que el sol y las nubes tenían arreboles rojos y naranjas; la quietud del mar, un madre aguacero de llegada y una llovizna con esa despedida mágica del arco iris; ¿alguien quiere más?, esto de parte de mi Rey, mi cuñada y hermano junto a sus pollitos, ¡de lujo!, gracias, y no cuento el resto porque se infartan.

8
Me inquietan las semillas, el día está cerca, más de lo que imaginamos; si no hay dinero para comprarlas, el hambre tocará como una campana en nuestro funeral. Deben los campesinos guardar provisiones de las que el hombre no ha manipulado, porque esas tienen un demonio que no produce semillas fértiles, serán hembras sin hijos y ahí estará la ganancia del malvado.

 9
Muchos niños hoy dormirán a la intemperie, llegarán a Puerto cansados y tristes; pero con un brillo en sus miradas, serán obligados cual pájaros sin árbol, a emigrar al sitio en donde las primaveras se fusilan junto a las esperanzas.

10
Dejaré que se vaya, con lentitud...Abriré mis alas a esta realidad de tierra morena, sin involucrar demasiado el corazón, porque terminamos tristes y heridos.
Mi yo gorrión está inquieto, pero tiene fe en otro amanecer.

Raquel Rueda Bohórquez
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PALABRITAS 516 (57)

PALABRITAS 516 (57)

1
Mi yo ermitaño siempre busca rocas y filos, porque es ahí en donde la vida me ha colocado. Sin importar la fuerza de sus aguas, ni los golpes que recibamos, se nos donó un caparazón que todo lo soporta, si tenemos la gracia de una roca y la bendición que de arriba llega.

2
Por un día más se vale cualquier lágrima o espina, pero más que todo, ese trinar de pajaritos que de mi árbol cuelgan. ¡Cuánto quisiera que estuvieran libres!, poseo la inquietud de sus cárceles y el sueño de sus alas.

3
Mientras haya guerras y desigualdad, sólo nos queda por celebrar el ahora.

4
Pensando que el mundo sigue girando como el de todos, pero que cada tanto nos estrellamos con la realidad.

5
Si deseas hacer el bien, no esperes a ser político, porque ahí, muchos han perdido hasta las buenas intenciones.

5
El miedo desaparece cuando nos cobija el cielo y aceptamos sus ruidos y sus silencios.

6
Todos estamos aquí aprendiendo unos de otros, de las flores, las aves, las hojas. Todos nos equivocamos, todos pagamos por nuestros errores; pero todos tenemos siempre otra oportunidad...


7
Vi algo que me sorprendió; la gente habla mal de otros, pero brindan en la misma mesa, sucede más de lo que imaginamos. Mi niño interior se siente muy cansado.

8
Hola mi corazón, aquí pensando que la vida es un raro agitarse, pero que es bella.

9
Perdóname por mirar hacia tu ventana, creo que tu jardín tiene dueña, pero deseo de corazón regreses de nuevo fortalecido, y con esa sonrisa que le debes a tu rostro.
 
10
Quien traiciona una vez, esperará de nuevo tu descuido; pero quien es traicionado, jamás olvida la herida, ya que la cicatriz del alma siempre será visible en la mirada.

Raquel Rueda Bohórquez
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PALABRITAS (58)

PALABRITAS (58)

1
Ese ánimo que te impulsa a cantar, y ese que te impulsa a reír, es el mismo que te anima a llorar.

2
Todo viene de la vida, porque la muerte es un frío que no he sentido, no ha de ser tan bueno guardar el alma en un cofre de nieve.

3
Esa sonrisa no es prestada, tienes el segundo que favorece a tu rostro, y la hora gris que lo empaña como al espejo el vaho de la lluvia y a la ventana los ojos del mirón.

4
Ese calor que te envuelve, es culpa de la primavera que nos acosa con tanta flor y nos perturba con tanta espera…

5
Pero ese ánimo que te ayuda a caminar o a esperar, ese ánimo que te guarda cual ermitaño en su casita prestada, es la aventura de vivir.

6
Cada instante es un poco del rodaje de tu vida, que ha de quedar escrita en algún muro, para que el mundo entienda que estamos de paso, igual que las nubes; pero que podemos soñar que como ellas, nos evaporamos y caemos de nuevo, dando bendición o angustia; pero nacer otra vez, es el ánimo con el que vivo cada segundo.

7
Escucho a Chopin, “nocturne”; imagino que estaba en éxtasis mientras interpretaba y componía, o que un paisaje se posaba entre sus ojos y sus piernas, y podía ver más allá del águila.


8
Sus ojos traspasaban la noche; se convertía en el búho que lloraba en soledad, viendo desde su rincón preferido, sintiendo el segundo de esa tibieza que bendeciría su pico con un poco de carne temblando entre sus garras.

Raquel Rueda Bohórquez
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