miércoles, 17 de agosto de 2016

CERCA DEL MAGDALENA (23) (A)

CERCA DEL MAGDALENA (23) (A)

Somos "santos" o "demonios"
Hasta que nos toquen el rabo.

El alacrán que vive en mí
Se defiende cual ermitaño en su casa,
Esconde la tenaza y sus ojos saltones
Parecen perlas negras
Protegidos dentro de tal coraza.

Todos somos pestilentes sombras,
Nadie se escapa de un sueño oscuro
Ni de una verdad oculta entre ojo y nariz.

Somos “verdugos del otro”,
Hasta el momento en que no seamos nosotros
Quienes estemos en manos del yerro y la espada.

La vida siempre es hermosa,
A pesar de la carne que apesta y el olor a rosas.

Levanto las piernas y espero tu llamado…
La tarde está fresca y deseo andar un poco
Por los mismo senderos de ayer
Tomada de tu mano.

Veré otro paisaje, ¡el que siempre soñabas!
Pero el Río Magdalena continúa lejos
Muy lejos de la mirada,
Ahora habrá un gran edificio,
Tiene escaleras y más escaleras;
Vidrios y empaques de colores
Y gente afanada por gastar en lo que no vale.

¡Si estuvieras ahora!

Es el segundo de correr a tus brazos,
¡Pero no estás!, ni siquiera un perro llevaré conmigo
Para hablar a solas contigo entre el viento
Que mueve mi pálida cabellera,
Igual que la brisa, las briznas negras de la hoguera
Que acaban con el bosque que todos ven,
Pero se hacen ciegos a conveniencia.

Nada rima esta tarde
Porque la rima es la cárcel que no deja escribir
Lo que dice el alma cuando está despierta,
Y lo que canta el espíritu del bosque
En tu ventana abierta.

Raquel Rueda Bohórquez
17 8 16




UNA TARDE SIN CAFÉ (24) (A)

UNA TARDE SIN CAFÉ (24) (A)

Cuando las palabras sobran y el espíritu se manifiesta,
Hay un sonido dentro del silencio que nos grita frases.

Es en el tormento de la soledad, que escuchamos la voz de un ave
Que insepulta, alardea felicidad entre los gajos de un limonar.

Más nada sabe, ni intuye de la flecha que se dispara,
Ni la carcajada que suena a maracas en su funeral.

Ahora ronronea otro gato cerca de mí;
Tiene su mundo gris, camisita de seda blanca
Entre curvas y rayas, pero más que todo él,
Es la mirada inquieta que se calma luego
Y busca en el rincón del amor, un pacífico consuelo.

Viene ese dulce ronroneo que calma toda inquietud
Si nos están viendo cual si una madre apareciera en el camino,
Con la certeza de ser el azar quien tocó su corazón asustado
Y abrigó su temblorosa carne entre mis pechos.

Todo el día de hoy está raro…
Tengo calor, ganas de dormir, de leer,
Luego despertar y no desear hacer nada;
Retornar a la Teresa de “La insondable levedad del ser”,
Luego saber que todos somos Teresa
Cadáveres para mañana, sueños guardados en el baúl
Que regresarán como pesadillas
Al sonido de un disparo, una tras otra,
Desnudas riendo y cantando, /así lo dice,
Y así adivino que soy, que somos;
Mujeres lidiando con nuestras cargas interiores
Y deseando una mano para dormir aferradas de ella.

Espero a la tarde, habrá reunión,
Nuevos mensajes, otras personas,
Otros abrazos que nos juntarán
En el mismo sueño vano de luchar,
Para vencer la tarde con los bolsillos rotos
Y el alma espinada por el cardo de la indiferencia.

La caja de los sueños perdidos, se abre poco a poco,
Para que sean leídos y esculpidos entre perlas pálidas
Todas las rarezas de la vida, que contamos de a trocitos
Para brindar después con una sonrisa fingida,
En medio de un mundo de gentes raras
Y amigos que no suenan ni a carnaval.

Esta tarde sin café tiene sabor a nostalgia,
Esa nostalgia que nos pone a girar y girar
Para retornar al mismo punto donde inició el círculo
Y en el centro, una espina nos mueve.

Somos del mundo el gorrión que no se ve
Y de la llama, la imagen que no se refleja en la pared.

Hoy no habrá café de pepitas,
¡Ni por el putas voy a lavar pocillos!
Qué tomen instantáneo y luego se alejen
Con los zapatos sonando y los bolsillos vacíos,
Porque si aquí no hay para dos,
Menos habrá café para brindar por un deseo
Que jamás se cumplirá.

¿Me hice entender?

Raquel Rueda Bohórquez
17 8 16






DEL ERMITAÑO (25)

DEL ERMITAÑO (25)

El ermitaño es huidizo,
Parece siempre asustado, tímido…

Ese caparazón que halla en su camino,
Es la fortaleza que guarda
Lo blando que lleva por dentro.

La luna ciertamente,
Causa tremendos cambios
En su estado de ánimo.

Parece el mar,
Un día inquieto con sus olas traviesas, cambiantes,
Luego tranquilo, pacífico...

¡El ermitaño parece tan feliz!, pero es frágil,
Se puede quebrar con la más leve brisa, es sensible,
Demasiado para tener esa pinza tan gigante
 Que usará para apresar lo que anhela.

Si conoces a un ermitaño que se parezca
Al que vive dentro de mí,
Me gustaría brindar con él,
Porque mañana habrá cambios importantes.

Las rocas no se mudarán,
Las arenas seguirán de allá para acá;
Nuevas casas vacías esperarán en la orilla

Y él se habrá crecido tanto,
Que hallará de nuevo un palacio
Que lo protegerá de cualquier vendaval.

Raquel Rueda Bohórquez
17 8 16