viernes, 18 de noviembre de 2011

SUEÑOS (26)

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SUEÑOS (26)

Es un brote de cerezo,
tibia flor abierta a la vida
o capullo por admirar.

Suaves manojos del alma
se esparcen con la brisa,
vuelan ligeros cambiando color
interpretando aromas para el picaflor.

Así son los sueños...,
los ideales inestables
con los sones de la música
y los tambores de cada temblor
agitado con frenesí por los vendavales.

Es la vida un son de lluvia
que riega soledades...
Ella esparce abrojos en el camino
que pernoctan en el mismo
pisoteados y fríos.

Es la mariposa, hada soñadora
que viaja de flor en flor, libando penas;
para morir después, triste y lánguida,
cuando creía se iniciaba todo
sobre una rama olvidada,
o en la alacena vieja donde descansada
hizo un alto en el camino.

¡Qué poco se vive!... ¡cuánto se sueña!
mientras, nuestras envejecidas manos
pasan sobre un teclado ajeno,
los ojos resecos y la boca siempre abierta
anhelan saciar una vieja sed.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 18/11


AMOR DE MENTIRAS (27)

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AMOR DE MENTIRAS (27)

Amor de mentiras... 
¡Si supieras!...
En éste momento 
no sé que escribir, 
ni para quien.

Me siento de nuevo a divagar, 
a creer que mis fantasías eran certeza;
el gran sueño de un amor recién llegado de tu mano
como una gran rosa roja sobre la mesa.

Pero al cerrar los ojos, 
siento febril dolor
que pareciera calcinar la piel, 
con sequedad en los labios.

Comprendo que sólo fue como aquél verso casi olvidado
de un paso de nube gris en mi camino.

Miro deshojar mi vida poco a poco...
La tristeza me invade otra vez, pues no tengo una musa,
marchó altanera y arrogante, sin tan siquiera una palabra;
algo que justificara su acción, que me dejó en el limbo
con un poema escrito a medias...

¡Ya no importa!...
¿Acaso mis sueños importan a alguien más que a mí?
Es como si las palabras tan amadas
hubiesen viajado en tu barca, llamada olvido;
y el ancla que creía en mi corazón,
hubiese sido arrastrada por una gran corriente
llena de palabras mentirosas, 
aferradas a tu indiferencia.

Aún sin llegar una flor de tus manos,
sin percibir tu aliento en mi boca,
tan sólo aquél hermoso poema
que escucho día a día;
a sabiendas de que tal vez no era para mí
sino un detalle buscado al azar 
que no me correspondía.

Amor de un solo día...
Así son las olas repetidas sobre los arenales.

Amor de fantasía;
de sueños que con dolor se aferran
cual  hiedra en la roca del camino
confiando en el destino, en ese: ¡tal vez mañana!
y tenga un motivo nuevo,
con la musa aquí, tomada de mi mano
observando hacia tu parque,
donde los cisnes se desvanecen en un inmenso y azul lago
y se cuentan sus historias de amor...

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 18/11