sábado, 12 de diciembre de 2015

PA LA MIERDA HUMANOS (27)

PA LA MIERDA HUMANOS (27)
                  
Veo una gran nube gris en el cielo, cada vez se crece y se crece más, y caen muchas luces de guerra, todo es ruido, muerte, desolación.

El hombre se cree poderoso, fue un mal invento y un día no seremos, el bosque será del bosque y el mar del mar, no son necesarios depredadores, morirán de viejas las aves, nuestro paraíso será de otros, los mismos que nos ensayaron, quienes inventaron nuestra mente, pero gracias a ella, torcimos la idea de un mundo mejor, nos volvimos ambiciosos, ese fue el gran pecado de pecados, ¡bravo!, no deseaba más humanos, ni siquiera yo, dañando esto tan divino.

 El mundo es para los limpios, ¿me conoces?, ¿te conozco?, ¡ni te creas mejor!, hay una oscuridad que te cubre, es la misma nube, somos  quienes nos devoraremos, entre nosotros ya nos estamos desapareciendo, ¡bravo!, algún día éste paraíso será de mis ángeles, que jamás pudieron dañar el aire y ni siquiera intentaron dejar de cantar, ni siquiera tuvieron sueños, pues todo en sus vidas, era despertar, despertar y cantar luego, abrir sus alas y amar el cielo, doblar sus pies y multiplicarse, pero cantando, siempre cantando…

¡Bravo!, porque un día, ésta raza tan bestial desaparecerá de la faz de la tierra, y nadie vendrá a cagarse en las flores del campo, ni a violar becerros en el bosque.

¡Bravooo!, ¡qué gran noticia me doy!, así que a caminar pasito, a disfrutar los que todavía estamos por aquí, a devolver los sueños que hemos robado a otros, porque a ese infierno es que vamos a ir por ¡malparidos!, eso somos los humanos y allá nos encontraremos en ese mismo infierno, ni ricos ni pobres,  ¡olvídense!, los pobres odian porque no son ricos, y los ricos se creen del putas y menosprecian a los pobres, pero el pobre maldice pasito, pasito, y ese odio se crece, se vuelve multitud, y al final, en poco tiempo,  faltará alimento, ¿tragaremos diamantes?, ¡nos jodimos todos!.

 ¡Pa la puta mierda humanos desgraciados!, y yo me condeno con todos, por pensar tanta huevonada! ¡Bravooo!, ¡la vieja Hipocrasia que se orine en los calzones y el Don Escroto que corra como condenado!

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 12/15



DEL MAR (28)



DEL MAR (28)
                             
Es que para hablar del mar, se necesita tener empuñado el corazón y estar en silencio, que nadie perturbe esa oración de los alcatraces, y ese caer como una flecha para partirlo en dos.
                                         
Con su danza, parecen mujeres las olas, livianas, fáciles, son creación del mar, el mismo que las hace subir y a su antojo bajar, las encumbra o las arrastra, igual no le importa qué tan grande seas, siempre tocarás su orillo y retornarás a él, con sus mismas lágrimas.

Por más boscoso que sea el camino, por más abiertas que sean las cuchillas, por más rocas y espinos, siempre, siempre mi amor divino, has estado ahí, como una promesa, que pinta rubores en mis alas, al beso del astro rey, a la caricia del amante esperado.

Siempre te escucho, pareces un padre anciano que ya conoce todas las flores y los vástagos heridos, hablas fuerte, con sabiduría o pausado, esperando la elegía de una marejada, esa interior corriente que te hace nacer faldas blancas y espumosas, para correr y correr hacia puerto, y desaparecer mudo, tan mudo como el beso de la muerte.

También escucho cómo caen las hojas en mi balcón, y al adivinar tus ojos en medio de tanto ruido, hace un giro mi corazón, se me habla de algo que no comprendo, mis brazos continúan abiertos para ti, pero estoy inquieta, creo que soy un pobre pájaro, sólo eso, una tonta ave que no sabe a dónde ir,  pero me doy cuenta que no tengo ni balcón ni árbol, ni brazos, eres todo lo que llena mi mundo, ¿para qué me castigo entonces?, ¿qué otro sueño más enorme, que saber que en ti puedo consumirme, nadar, y ser feliz?

Y al agitarse con su fuerza interior, proclama a sus gaviotas que nadie como él les dará tanto amor, es ahí cuando me doy cuenta de lo grande que soy.

Si estoy a tu lado, no hay pequeñez en tanto esté cobijada por ese azul profundo en donde puedo retratar una imagen de pájaro con sus alas blancas y su pico de oro.

Es ahí, que descubro de nuevo que no habrá roca para mí, sino, que en caída libre estaré sobre ti, como si fueras mi caballo de sangre azul, y me paseo de aquí para allá, me regalas cada tanto un cariño, para irte jamás, para abandonarme nunca, nunca, ¡¡nunca!!...


Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, diciembre 12/15