sábado, 16 de abril de 2016

A ESA BANCA (31)

A ESA BANCA (31)

Ahí, en el sitio del árbol desnudo,
En ese instante del ocaso
Que danza antes de marchar.

Un día próximo
Tocará nuestra garganta,
Y entre las nubes blancas
Nuestro hálito nos hallará
Entre mórbidos labios
Y la boca desdentada.

En ese momento del silencio,
De las miradas largas y encogidas;
De las rodillas temblorosas y molidas
En que ni el aceite pasa ni masticamos el agua.

En ese momento de la silla en el parque,
De las palomas correteando y las pepitas de millo,
De los niños con su algarabía y los pájaros en las ramas
Que inflaman los ojos y hacemos que tenemos gripe.

Ese día en que estemos solos
Sin una mano que nos acaricie
Ni un nieto que nos lleve.

Ese día quiero estar acompañada
Aunque sea de un libro viejo,
Para que nuestros versos sean creíbles
Y alguien que nos vea, nos trate con respeto.

Así como al árbol que nos desnuda
Sin importar que llueva nieve
Sobre nuestros pálidos rostros,
Y que alguien tendrá que llevar la maleta
Por nosotros.

Ese día seremos amigos,
Muy secretos amigos de una banca
Y las hojas que caen y caen
Para enmudecernos un tanto.

Y ese día te recordaré
Como a la sombra que pasó
Y al aroma que no fue.

Pero estuviste ahí silencioso
Trozo de árbol
Que aún sin vida
Al hombre das reposo.

Raquel Rueda Bohórquez

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ESTE DÍA (32)



ESTE DÍA (32)

Hoy tengo la sensación
De no querer hacer ningún oficio.

De mirar a mi dorada estrella pasar por ahí,
Por entre las hojas secas de la existencia.
Recordar a mi viejo y sus gracias
Que tanta felicidad nos dieron.

Hoy tengo esa tentación
De no organizar el desorden de otros,
 Pero luego recuerdo que están trabajando,
Que van y vienen con sus ilusiones
Igual que las mías en el ayer.

Entonces doy un brinco,
Busco en mi café un beso
Que me recuerde a tu boca,
 Y corro por esas labores
Que permiten que retornen mis aves a casa,

Que encuentren todo en su lugar,
Y a ésta mujer con los brazos abiertos,
Ansiando un abrazo, un beso, una fruta fresca,
O una sonrisa
Que llene el vacío de un día sin ellos.

Raquel Rueda Bohórquez

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LA CORONA DE LA PIÑA (33)


LA CORONA DE LA PIÑA (33)

Iré despacio,
No con esa prisa que no permitía un abrazo.

Bajaré o subiré de acuerdo a lo liviano que toque.
De ahora en adelante, será un bajar a peso a pluma,
Danzando con amor en el viento...

Iré sin esa agonía que me hallaba lejos de ti,
Andanza en zapatillas raspadas en arenales calientes,
Detrás del fuego de una mirada,
Que me ardió por dentro
Y me dejó con los ojos tristes al verle partir.

Iré como ahora,
Escuchando ese caerse de las hojas,
Sintiendo su alma retozar cual niña con su vestido nuevo,
Cambiando color, o así, verde intenso sin saber la razón...

Iré a tu casita vieja,
La de todos los tiempos;
La que nos fundó en su roca caliza
Y nos adornó de pálidos encajes en ese crudo invierno.

Iré hasta ti, hacia Él,
Para saber que siempre has estado.

Eres del fruto, esa parte que siempre germinará,
Eres de la piña su corazón,
Que como una corona
Brotará de nuevo
Entre las aguas más dulces de un manantial.

Iré despacio…
Sin las prisas que me hirieron y lastimaron tanto en el ayer,
Contigo de nuevo, corriendo y saltando rocas sin herirnos,
Esperando ver la caída de la cascada,
Escuchando la melodía del mirlo y del toche,
Juntas siempre, sin apresurar nunca más el paso.

Iré despacio ésta vez...

Raquel Rueda Bohórquez
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QUE SEA HOY (34)

QUE SEA HOY (34)


Que sea hoy el día más perfecto.
Que entreguemos la palabra más dulce,
Que nos traguemos las respuestas
Para que no dañemos a otros.

Que nos digamos chismes hacia adentro
Para que no se alarguen.

Que hoy
Sea el día donde seamos más correctos;
Que devolvamos lo que no es nuestro,
Que corrijamos la senda.

Estamos aquí todavía,
No sé qué sucederá
Al levantarme ahora
De mi comodidad.

Por eso un abrazo.
Perdón por ser como soy,
Pero gracias Dios mío,
Porque en mi camino
He tratado de ser lo más humana
Que he podido,
Y mis pecados los he purgado
Aquí, entre tanta gente mal vivida
Y entre tanto odio canceroso.

Perdón por no pedir perdón
A tanto cabrón
Que conmigo se ha estrellado.

 ¡Perdón meo! ¡Meo perdón!...

Mis rodillas dobladas son para ti
El cuello será de girasol:

En la tarde doblado para agradecer,
Y en la mañana altivo para bendecir.

Raquel Rueda Bohórquez
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JUSTO AHÍ (35)


JUSTO AHÍ (35)

Justo en esa esquina,
Así es y será;
Nos tocará con sus rayos al nacer,
Nos bendecirá con su amor,
Y florecerán rosas en el viento.

Justo ahí,
En esa esquina,
Cuando más robles florecían
Y más sonrisas se entregaban...

Justo ahí te encontré...
Fue ahí,
Ese día escuché tu primer grito
En medio de una barca hostil,
Que no agradeció
Los frescos manjares de su cocinera.

Ahí vi al poeta de los ojos negros.
Desde entonces nos escribimos versos;
Él a su manera y yo a la mía.

Igual, nos contamos secretos,
Y luego en la noche los dormimos,
Al mirar al cielo
Para hallarnos con ellos
En las estrellas.

Raquel Rueda Bohórquez
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CADA VEZ (36)


CADA VEZ (36)

Cada vez que se oye un lamento, un Dios llora en la montaña.

Acabarán con nuestra patria, cortarán las cabezas a quienes se antojen y derribarán hasta al Rey, si pueden, porque nada les importa el bosque ni la tierra; van por la sangre del que sea. Lo que ella guarda es de su interés y nos dejarán bóvedas para nuestros cadáveres y el de todo ser supremo que vuele y corra, por entre las aceitunadas tierras de mi amada Colombia.

Igual sucede en otros lugares; pocas golondrinas para tantas armas. Si escuchan los gritos, llegarán como bandadas de pájaros oscuros y sus picos serán la daga que nos calle.

Entregan nuestras montañas para que vacíen sus estómagos y las tierras, para que otros las aprovechen y los nuestros olviden que también tienen sueños. Pero esos sueños serán vencidos en cada esquina, como palomos hambrientos que no reciben ni un grano en tu puerta ni en la mía.

Poco a poco seremos parias. Cada vez más recortada mi patria, parece una torta que se dividen los malvados y hacen negociados mentirosos, para engañar y engatusar al pueblo con un vaso de leche y un pan a medio salar.

Cada vez los veo reunirse en los grandes almacenes; en los edificios colmenares de cemento, para que las abejas sueñen que es un palacio, y ahí, en medio de tal abejar sólo verán al Rey Alacrán con el signo pesos en la frente, que los dejará vacíos y en la calle. Esos son los poetas que vemos en los rincones, los soñadores como tú, y yo, ilusionados por un hueco en el cielo abandonan lo que les da para sobrevivir, que es la tierra, o los hacen salir a la fuerza, porque el aprovechado ve en tus ojos esas ansias de progreso, ríen de ti y de todos; luego brindan y festejan, toman de los mejores vinos y las más jugosas carnes.

Creen que serán eternos, pero una cuerda se anuda al cuello, la verdad nos aplasta, arrasa con nuestra tierra, se van con el oro negro y el blanco, con las esmeraldas, los ríos y lagos, y acaban con la vida y el bosque.

Por ahí van en los mejores carros y usan ropas costosas, demasiado caras para el hambre que acosa, y en medio de papeles colgados en la pared, /si hay para un recibo, envainamos la comida, porque no alcanza para más, pero a ellos les sobran ganas y ganas.

Sé que cada día nuestra patria será más chica;  poco a poco no seremos ni de aquí ni de allá, porque los nuestros nos han vendido, han robado el sueño de una patria y una bandera junto a las montañas y sus ríos, que morirán lentamente, sin que haya lucha ni ganas de continuar, porque antes de gritar, ya habrán disparado la honda, y no quedará líder sobre nuestros pinares, sólo bandadas de goleros verán desde lo alto, lo fácil que fue tocar el cielo y ponerle precio a sus estrellas.

Raquel Rueda Bohórquez

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