domingo, 5 de mayo de 2013

A TI MADRE (155) 1289 xxxxxxxxxxxx

A TI MADRE (155)



Para ti todos los jardines del cielo.
No tengo con qué pagar lo que hiciste por mí,
ni puedo explicar mi tristeza, por no estar siempre,
por no dejarme guiar por donde deseabas, 
complacerte aún en mis desacuerdos.
No puedo hacer nada mamita, ¡perdóname!

Dicen que no valen ruegos después...
Soñé contigo al igual que a mi padre,
unidos en un gran abrazo,
y en el sueño repetir muchas veces "te quiero"...

No lo hice en vida, 
ni siquiera en tu último momento,
creí que regresarías a casa como siempre.

Pero en tu generosidad regresaste, 
me diste la oportunidad
y aquí estoy contándolo, ¡no me importa!,
no fui la excelente hija, pero fui tu amiga,
y fuiste la mejor que he tenido.

Creo que el dolor se queda para siempre,
que no hay vuelta atrás, y debo continuar.

Tu olor a rosas siempre está por aquí...
¿Alguien podrá creerlo?...
Tu voz retorna en mis sueños,
y al despertar recuerdo tu oración:

"Esclarece la aurora el bello cielo"
y una roca queda ahí, 
como la que me anunciabas.

Enmudezco y corro hacia tu libro amado
y empiezo a orar... 

Lo estoy aprendiendo ahora;
¡ahora que no estás!

Ahora que en todo apareces,
hasta en la luz que me hace despertar
y en la sábana oscura 
que me permite soñar.

Raquel Rueda Bohórquez
5 5 13 

RÍO VIVO (156)

RÍO VIVO (156)

Eres Señor, ese río vivo,
esa corriente tibia que roza mis pies,
el silencio de la noche, 
y la bulla del día.

Soy el navegante 
que enmudece ante tu amor.


Eres un cisne enamorado 
donde una laguna tiene un motivo
y se descansa el alma, 
sin miedo al depredador.

Eres amor mío, cielo mío,
una razón más para desear vivir
advertida de tu presencia conmigo,
tus manos en las mías, 
con tu cayado dirigiendo mi destino.

Aprisa voy... pero me detienes,
me equivoco y estás ahí para gritarlo
cuando tu voz parece el susurro de una flor
que nace en medio de la oscuridad,
y despierta, invitando al colibrí 
a probar de su miel.

Cierto eres, eficaz amor sin mancha:
¿En dónde estás que no te veo?
¿Te ocultas en mi regazo y en mis ojos?

De nuevo silencia el afán 
si pequeñas campanas suenan,
y un fresco olor a rosas aparece
y no sé de dónde viene. 

Raquel Rueda Bohórquez
5 5 13 

COLMENARES (157)

COLMENARES (157)


Una colmena es la vida,
cada quien con su anhelado sueño
armando corazones,
creando perlas vivas
para que la tibieza del amor
las convierta en certeza.

No hay sombras si hay amor.
Trinos de aves y cantares,
imágenes para endulzar,
para repetir oraciones bajo el sol,
en cada estación. 
con lluvia o sin ella.

Una pequeña rama será un nido.
¡Amores, divinos amores
que se quedan para siempre!

Preciosos luceros al atardecer
que viajan en bandadas inmensas,
cada uno con un regalo, 
cada uno con su gran sueño
que espera en un abrigador silencio.

Las notas se escuchan
si el atardecer advierte su regreso.

La luna callada musita un verso,
el colmenar despierta
y calla el poeta. 

Raquel Rueda Bohórquez

5 5 13



BESOS (158)

BESOS (158)

Me sorprende la noche,

enciendo los labios y pienso en ti, Soledad,
mi amiga de siempre;
y los arreboles de éste tiempo
me toman de nuevo en el mismo sillón.

No estás ausente... ¡Estás aquí!...
No has marchado; 
te has quedado en mi huerto
y estampo un beso en la brisa
para que el aroma llegue a tu corazón.

Mañana no sabré de mí,
seré flor en otro invierno,
 otro verano me tomará desnuda
pensando en ese sueño pasajero
que voló como el agua hacia las nubes
y me dejó viendo hacia el cielo.

Raquel Rueda Bohòrquez
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ÁGUILA (159)

ÁGUILA (159)


Decidí gritar que anhelo volar;

entonces la brisa propicia me anima,
no hay desespero si la tibieza asoma
y tomo el consuelo del día a día.

Duro creer que tomo la vida...
¡No es verdad!, 
permito viajar el alma de alguien.

Me convirtió en garras y pico el destino
para que mi labor fuera cazar.

Más no es mi motivo el dolor...
Sólo busco un poco de alimento,
y al dejar de latir el corazón,
vuelo un poco más, y me ausento.

Sobre entretejidas ramas, mi razón:
Sus chillidos alertan.
Cual flecha de Cupido, 
advierto que sin ellos nada soy.

Y un impuso donde se crece el amor 
que un gran Mago dejó en mi alma,
permite que vuele una vez más
y baje aprisa, 
a calmar sus  ansias.

Raquel Rueda Bohórquez
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