martes, 14 de julio de 2015

NO COMPRENDO x

¿Por qué algunas publicaciones me aparecen recortadas, otras en blanco y otras con el color de la página? Hago preguntas y espero respuestas, sé que aquí no es el medio, tal vez deba revisar bien todo.

La difunta Pacha

MI CANARIO [51]


Desde mi ventana

MI CANARIO [51]

Es y seguirá siendo un ángel,
la casualidad lo hizo prisionero
por robar un poco de su esencia.

Acompañó soledades y alegrías,
trinó más de lo que debía
a pesar de su cárcel impuesta.

Hoy ha dejado su espacio vacío,
dije que nunca más un ave prisionera
y en medio de mi congoja,
fabriqué un nido de tierra
con flores amarillas y rojas.

Serán mi despedida
a tan inmenso amor,
a quien repartió alegrías
al despertar el sol
y al ocaso entregar su adiós
de  ojos negros
viendo hacia la nada,
con alas de libertad
en negra cuna.



Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 14/15

EL CHISME [52]

Lucía


EL CHISME [52]

Quién es más chismoso, quién escucha un chisme, o quien lo divulga.

Recuerdo a mi madre un dicho, seguro de boca en boca venía: chisme contado jamás será terminado, y luego repetía: los chismes son como el rocío de hoja en hoja, y las palabras de boca en boca.

Cuéntale a un chismoso tus penas, y él se encargará de multiplicarlas.

Cada palabra en boca del chismoso es almíbar que convertirá en hiel.

Si le dices mu, el chismoso se encargará de adornar cual si se tratara de un poema, pero sus adornos son de falsedad y malicia.

El chismoso generalmente tiene envidia, y aprovecha cualquier palabra para su provecho, si te ve, dirá: ahora mismo le contaré, y agrandado hace que enfurezcas, y una vez te alejas, ríe para sus adentros, ¡ahí tiene!, se lo quería decir desde hace rato y aproveché la ocasión.

De Bartolos está lleno el mundo, y ellos se encargan de distanciar familias y dañar hogares, porque no tienen otra cosa qué hacer, sino sembrar de su hiedra por donde pasan.

Dice: con esto me ganaré su favor y hasta me rendirán tributo por mi conocimiento.

Quien escucha tras la puerta es un chismoso en potencia, y quien tiene extensión de teléfono es un chismoso consumado, ¡cuidado!, conozco de un crimen escuchado así, y un cómplice asustado por escuchar lo que no debe.

Quien es feliz escuchando chismes, es más feliz divulgándolos con ñapa.

Cómplice es el chismoso como quien no pone freno a su lengua.

¿Quién pone en tela de juicio las palabras de un agraviado?, pero la queja debió tragársela, porque ahora es un grupo quien lo condena, y son peores con la lengua, que los insultos a quien de por sí ya está herido.

Lengua y espada, de eso sí que conozco, muchas veces buscando consuelo, nos hemos disparado al pecho, pero debemos cerrar la boca y dejar a Dios las quejas, porque el chismoso nos tendrá con una lágrima temblando en los ojos.

Confiar secretos a los chismosos, es ganar un ejército de enemigos, el rico se queja y todos lo abrazan, el pobre humillado revira, y hay junta para escupirle.

En éste asunto casi nadie se salva, chismes de boca en boca, verdugos y escapularios, María en oración, Anastasia en confesión, y vuelve y juega, porque la lengua en movimiento es picante que condena a quien nada ha contado.


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 14/15

EL AVE DE LOS SUEÑOS [53]

Sofía y Salomé 

EL AVE DE LOS SUEÑOS [53]

Era pequeña, parecía un gorrión, pero cuando abría sus alas se volvía inmensa, ¿han visto alguna vez con los ojos cerrados?, así exactamente, y pregunto ahora: ¿cómo verá quien es ciego de nacimiento?, y luego me inquieta, ¿de qué manera verá quien en el camino se volvió ciego?

Uno y otro concebirán cada sueño a su manera, no es tan importante ver con los ojos que habitan nuestras cuencas, si no sabemos ver como los ciegos de nacimiento, es ahí donde está ese milagro de adivinar cada paisaje y color, sin que tengamos memoria de lo que es un campo ni un aura.

¿Qué gamas divisarán?, ¿cómo saben lo que es el amor, y de qué manera enamoran,  si no pueden ver sino con sus dedos, a esa persona que atrapa sus corazones?
¡Cálzate mis gafas y podrás ver como yo!, escuché a un ave que cantaba en mis sueños, sin verle, sé que existe, y sin conocerle físicamente, también sé que le amo.
¿Será hombre o mujer?, no puede ser el uno sin el otro, en éstos asuntos de hombre o mujer; pero el ave de los sueños, es como una libélula que  toca un manantial sin mojar sus alas, pero sabe que lo ha besado, y que entre los dos han alimentado la magia de existir, sin tener memoria de que existen.
El viento ulula en mi ventana, parece un silbido que asusta a ratos, voces que van y vienen, para danzar en medio del ruido que cerca mis pasos, pero nada importa, brisa y vida son una sola, ¿acaso  podemos ver la brisa?, ella se hace ver cuando toca nuestra pequeña barca, y mueve nuestro pecho en un suspiro de amor.

Eres el soplo real, el poeta habitante en cada sueño en una pradera extensa y pálida, que ante un beso de tus ojos reverdece.

Y el ave despierta, inicia a cantar, empapa mis laderas y se pierde sobre la ancha mar.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 14/1

DOÑA IDIOSINCRASIA [54]

DOÑA IDIOSINCRASIA [54]

Doña Idiosincrasia asomó con disimulo por la puerta ventana hecha a propósito, y vio cuando doña Aduvina pasaba y tomaba un taxi, en la otra esquina asomó el difunto bien emperifollado y con perfume hasta en el nido donde nacen y mueren las ladillas, y dice: ¿si vio mijo?, ¡cuántas veces se lo dije!, ¡la Aduvina y el cura se lo comen!...
¿Qué se comen?, -respondió el cucho que apenas sí levantaba los ojos de la revista, donde unas conejitas muestran hasta el desayuno de pasado mañana, en tanto el temblor de sus piernas, hacía juego con la cerbatana que medio colgaba de un gancho oxidado en la pared, de un gran amigo poeta y escritor, del país donde jugaban a balón con las cabezas...
Luego el viejo dijo: ¡¡Mmmmmm, qué rica, mamasitaaaa!, y doña Aduvina se ajustó las ahuyamas, y el culo, que de tanto sufrir en la vida lo tenía más largo que los pesares.
Se acercó a su amor, amante y esposo de toda una vida, compañero en las buenas y en las malas y le dice con aire chocarrero: ¡aquí estoy!, tu divaaa… en tanto se desajustaba la bata verde chillón que usaba para proteger su ropa de dormir, de cuanto chorreado o chispa hubiese en la cocina.
Él se queda viéndola como quien no ve la cosa y le dice con su mirada brillante y un punto húmedo en la bragueta: ¡tengo hambreeeeeee!, entonces doña Eduvina arrancó la revista de sus manos y la llevó al fuego…
¡Nooooooooo!, ¿para qué has quemado a mis amantes?
Y la vieja Eduvina le responde congestionada de la ira: ¡¡para que te las comas asadas malmarido!

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 14/15

REGALO DIVINO [55]

Desde mi ventana


REGALO DIVINO [55]

Hay un algo extraño en ésta imagen, un mensaje de lo alto me fue dado, como será dado a cada persona en su momento, había energías que me angustiaban y mi ventana es una pequeña puerta al cielo, ese  rectángulo sin rejas, me lleva a la libertad cuando abro los brazos y pido a Dios paz, y esa paz parece un fusil de lenguas disparando por doquier.
Disfrazamos la oración, y mientras lo hacemos, divulgamos que somos intocables, que sólo el pollo pintado merece pico y no puede defenderse “a su manera”, que no es la correcta  como la de todos los pájaros del huerto, unos con las colas tan inmensas que parecen pavos reales, y tan intocables, que deben curvar el cuello ante el enojo que puede llegar de lo alto.
Gorrión divino, es tu voz lo que anhelo, y me aparto del ruido, de esas miradas que odian y persiguen, de quienes no escuchan una queja de otros, porque ellos no tienen motivo para quejarse de nada pues todo está bien en sus vidas.
Fue ahí cuando otra vez levanté los brazos, tan pequeña parecía ante tal inmensidad, no había color, parecía que las nubes no existían,  pero sí un sol radiante que no podía mirar.
Subí el escalón que me faltaba y alargué mis manos hacia ese resplandor, y en mi corazón hablaba con Él: Señor,  ¿por qué tanta inquina?, ¿qué tanto hice en la vida para que el odio persiga a los míos?, un sin motivo escuché: ¡porque sí!,  te odian porque así es el hombre, pero en mí está todo lo que necesitas, sólo cierra los ojos y estira los brazos,  sentirás por dentro mi calor, y así lo hice, luego, en un impulso tomé mi cámara en ese diálogo interior, y de nuevo pregunté: ¿estás ahí mi amado Pintor?, ¿me podrías regalar un motivo para saber que estoy hablando contigo?, y luego, cuando vi las fotografías, el motivo estaba ahí, en medio de un gajo vecino, una flor  divina se trasladó a mis ojos, y doblé como siempre las rodillas.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, julio 14/15