SILENCIOS [19]
La soledad y el silencio nos acercan a Dios.
Descubrir sus maravillas, y los juguetes que
ha dejado para nosotros, nos convierte en humanos.
Prohibido destruir la naturaleza, es un pecado
que no sabremos cómo pagar, la conciencia arrepentida será nuestro castigo,
cuando pretendamos recuperar lo irrecuperable, nadie vendrá en nuestra ayuda,
pues el tiempo que necesitaron en crecer, fue el que destruimos en un instante.
Pasaremos a la historia como la peor
generación y la más dañina para el planeta, nuestra arrogancia nunca será
olvidada, y dejaremos una huella de sangre y dolor a quienes nos siguen.
Serán los jóvenes los encargados de renovar el
huerto, para envejecer viendo un roble tratando de sobrevivir en el desierto,
pero serán hombres felices, porque cumplieron la misión encomendada, para
disfrutar de frescos días, y un verde eternizado en las montañas.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 26/13