DESEO SEPARARME (5)
Inicio por contar, que un día me casé con un hombre que
pensé me haría feliz y yo a él, pero desde el principio me hizo saber que su
familia eran su madre y sus hermanas. Fue desde ahí que todo inició mal porque
no ocupé jamás el lugar de esposa que me correspondía, ni sentí la mano de un
hombre que apoyara mi hogar, que compartiera conmigo ni aquí ni allá, ni por ningún
lado, como el juego de los niños; además parecía que era muy poca cosa para ir
de su mano.
Al poco tiempo iniciaron las peleas y problemas por dinero,
pues estaba acostumbrado a ganar para él y a vivir libre. Esta libertad la ha
mantenido; siempre me dijo si le preguntaba para dónde iba, o a qué horas
llegaba, simplemente por saber, que a mí no me importaba y que él hacía con su
vida lo que le daba la gana, luego me decía que hiciera con mi vida lo mismo,
que buscara un abogado. No entendía sus
respuestas que se volvieron costumbre, pero también dejé de preguntar muy
temprano, si vendría o no, o a qué horas regresaría a casa.
Así las cosas, la relación se empezó a deteriorar sin haber
iniciado, luego trajo a su familia que me causó terribles problemas en el hogar
y todos se pusieron en mi contra, trajo a su sobrino drogadicto en esa época,
con mentiras, y luego vinieron muchos acontecimientos con gente metida
aquí dañando nuestra relación y él de
acuerdo en todo lo que le decían, hasta el punto que yo no era de confianza
para él, su dinero era suyo, sus cosas eran sus cosas y la carga económica
empezó por causar graves daños que causaron mi fracaso en la sociedad que tenía
con mis hermanos, por su falta de apoyo
y responsabilidad, ya que se emborrachaba con sus amigos los fines de semana y
la infidelidad fue desde el principio del matrimonio.
Encontraba condones en su billetera, luego pastillas,
después secretos de amantes en su celular, luego las voces que me llegaban de
sus entradas y salidas a prostíbulos, mermando poco a poco el alimento y las
obligaciones con su familia y desde luego, mi desconfianza de estar con un hombre
que me podría transmitir alguna enfermedad. Mi salud estaba en riesgo con un
matrimonio de mentiras gritos y traiciones.
Sus vacaciones en estos 26 años, han sido suyas, siempre se
va por junio y diciembre, dice que a trabajar con su hermano, pero el dinero no
se ve por ningún lado, las primas de junio y diciembre son suyas, porque suya
es su pensión, pero no la obligación que adquirió al casarse y desde luego con
su familia, ya que lo poco que da, lo da con mucha mezquindad y hasta rabia.
Jamás me ayuda en forma con las obligaciones con la casa,
los impuestos los tengo que pagar siempre, los arreglos, todo, y cada vez más
ausente como esposo, es más, hace casi dos años que no mantenemos relación de
pareja ni compartimos nada, porque ya la relación se acabó, no hay respeto ni
amor, ni siquiera deseo, siempre me dice que lo demande, que así sabrá qué es
lo que me tiene que pasar.
Hablar de nuestra vida en pareja y hasta de la intimidad
es vergonzoso para una mujer, pero puedo
asegurar que mi vida ha sido prácticamente de una monja en clausura, y lo he
soportado durante muchos años por miedo al qué dirán y a la censura exterior de
la familia, que siempre señala a otros, sin saber del calvario que han tenido
que vivir, echando la culpa, en una sociedad machista, siempre a la mujer; pero
hoy decidí romper ese silencio que me ahoga, y dejar un poco de mi historia por
ahí, mientras todo termina.
Mis hijos ya están mayores de edad, siempre los mandó a
trabajar, con mucho esfuerzo logro que me colabore un poco con mi hija menor,
pero los otros hijos han tenido que luchar por su cuenta para sus estudios,
donde jamás han recibido ninguna ayuda ni siquiera para vestido ni recreación,
pero sí maltrato en su niñez, especialmente con mi hijo.
Estoy cansada de esta vida, de su tacañería, infidelidad y
malos tratos, necesito ayuda, no sé por dónde empezar ni a quién acudir.
No tengo pensión, un día no cancelé más, porque el sitio
donde pagábamos resultó un fraude, sólo tengo 6 años cotizados en la Caja
Agraria y muchas ganas de estar libre de una cadena vieja y oxidada que deseo
reviente por bien de los dos y de mis hijos, que se volvieron mayores con sus
padres viviendo como enemigos.
Este lastre jamás lo quise para ellos ni para mí, ni este
mal ejemplo tampoco; siempre creí que tendría una maravillosa familia, pero me
queda la satisfacción de haber sido una mujer honesta.
Ahora, si es pecado reventar ésta cadena eterna, que sea
Dios quien me juzgue, no la gente que nada sabe de la gotera de los demás,
estas cadenas las impuso el hombre y nosotras lo permitimos.
Como ser humano es bueno, no lo odio, mucha gente lo
aprecia, pero no sabe manifestar esa parte con sus hijos y menos conmigo,
porque vivió equivocado, no éramos el uno para el otro, siempre colocó a su
familia por encima de la nuestra y permitió que me dañaran y abusaran, creyó en
sus chismes y mentiras y jamás creyó en mí, de aquí el fracaso, fue como
reventar contra el piso un vaso de cristal con todas sus flores, jamás se pudo
rehacer, y el jardín interior murió por falta de riego y sí mucha hiel, y no
pude sacar las espinas de mi corazón.
De perdón en perdón fui desapareciendo de su vida poco a
poco, y él de la mía, porque no hubo respeto, que es vital para una relación.
El amor, no sé para donde se fue, pero me quedan mis hijos
que son nuestros, al fin y al cabo.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, 31 5 16